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Mallorca - Real Sociedad | A por ellos, de Mikel Recalde: cosas veredes de las islas

A por ellos
Mallorca - Real Sociedad | A por ellos, de Mikel Recalde: cosas verdes de las islas

Las islas son un mundo aparte. Cada una con sus características distintas aunque estén casi pegadas. En la adolescencia pasé un mes aprendiendo inglés en Malta, de la que solo tenía referencias por el famoso 12-1, y no se me olvidará jamás que al aterrizar me di cuenta de que en realidad era un archipiélago de tres islas. La más grande con diferencia era, por supuesto, Malta, la más pequeña Comino, en la que solo habitaba un pastor, y tenía un mar cristalino más propio del Caribe que del Mediterráneo, y Gozo. El día que fuimos a visitar esta última, en el puerto, que no era más que un embarcadero, había una pintada gigante que rezaba "Freedom for Gozo". Como ven, en todos lados cuecen habas...

Lo dicho, además de ser un mundo aparte, cada una es un mundo, si no que se lo pregunten a los canarios, cuyas islas cuentan con condiciones climatológicas y una fisionomía tan distintas. Luego están las Baleares. Una cosa es Mallorca, que es una isla maravillosa con unas playas, un mar y unos escondites aún poco explotados en los que perderse muy recomendables, y otra, la ciudad de Palma. Para la gran mayoría de mi generación, la capital era el destino de los viajes de fin de curso cuando te graduabas. Por lo que pude ver el año pasado en los hoteles con los chavales confinados que me parecieron de los más divertidos a pesar de los lamentos de tanto padre pereza (para rato iba a salir en la televisión de mi época mi aita a decir que me tenían secuestrado; "algo habrás hecho para estar encerrado", me hubiese sentenciado sin posibilidad de defenderme), en la actualidad se mantiene esa tradición a pesar de la presencia de los ingleses, que jamás han sabido lo que es salir cuando viajan al extranjero. Yo suspendí tres asignaturas en COU, por lo que me quedé sin ir. Mis padres siempre han considerado que el motivo fue una neumonía (en algunos casos siempre fui un adelantado) que sufrí al volver del denominado en mi colegio viaje cultural (que fue de todo menos cultural), pero me temo que tantos años después me toca reconocer que no, no se consumó la tragedia que retrasó un año el comienzo de mi carrera de periodismo por eso. Me temo que más bien sucedió por el mismo motivo por el que no era en las clases matinales que recibía a diario donde de verdad aprendí inglés en Malta...

Mi primer viaje a Palma por lo tanto fue en los albores de mi carrera de periodista para cubrir todo un España-Alemania. Lo hice acompañado de un veterano y experimentado fotógrafo, de los de la vieja escuela: "Y tú querrás que saque buenas fotos, ¿no?", me espetó en el avión de ida, "pues no pienso hacer ninguna". Lo hacía para impresionarme porque sabía que era un chaval, aunque, en realidad era un gran tipo y no se le escapaba nada. Ni el más mínimo detalle. Eso sí, fuera del curro era un auténtico desastre. Se pasó todo el tiempo de ocio en un bar, con b (como los de mi inglés en Malta), de dudosa honorabilidad al que acudía a buscarle cuando regresaba al hotel en ese submundo que florecía en estrechas callejuelas en torno a la famosa y portuaria discoteca Titos. Las mujeres que trabajaban ahí casi me trataban como si fuese el hijo de mi compañero cuando entraba en el local. Era una situación surrealista que no se la conté a la vuelta ni a mi madre, porque me daba hasta vergüenza. Aunque, puestos a recordar, fue bastante peor la que vivimos juntos en Ucrania, de tan triste actualidad hoy en día, pero, por respeto a mi compañero, lo que pasó en Kiev se queda en Kiev.

Sin contar a los británicos, por motivos obvios, Mallorca es una de las referencias futbolísticas de las islas en el mundo. Ganaron una Copa en 2003 y perdieron una final, de mayor mérito aún, en 1998. Al año siguiente cayeron, también en otra final pero de la Recopa, ante la gran Lazio de Vieri. Ha tenido auténticos equipazos, como se puede consultar en las fotografías que adornan la zona vip y de prensa de su frío estadio con pista de atletismo. Pero en la isla siempre le han sucedido cosas inesperadas a la Real: ganó una última jornada con gol de Kovacevic y se quedó sin Champions de forma enervante; logró una victoria crucial que nos acercaba al título de Liga en 2003 en un duelo que viví con una tensión enorme desde Portugal, donde estaba cubriendo un torneo sub-17 (qué difícil es lo que hizo ese equipo aguantando hasta la última jornada); en un cumpleaños, los de Montanier me regalaron el humillante 6-1 que remontó el 2-0 de la ida (desde ese día la Real le ha ganado cinco de los seis últimos partidos a los bermellones); que veas a un keniano con la blanquiazul sufriendo con el calor balear de finales de septiembre o incluso que en las calles de su capital te puedas encontrar con un donostiarra como Iván Campo, que se erigió en uno los grandes héroes de aquella final de Copa de Mestalla que perdieron contra el Barça y que luego levantó dos Copas de Europa con el Madrid y que se retiró sin poder cumplir su sueño de vestir la txuri-urdin... En fin, cosas veredes que siempre suceden en las islas.

El destino ha querido que la Real visite Mallorca justo cuando John Benjamin Toshack lucha por recuperarse del covid en un hospital de Barcelona. Al galés siempre le ha gustado la buena vida, por eso le encanta Donostia, uno de los lugares de mayor calidad de vida del mundo, y pasar temporadas en Baleares disfrutando del sol, que a veces falta por estos lares, y, cómo no, del golf. Yo no pude gozar ni analizar a Alberto Ormaetxea, pero su obra y sus títulos de Liga le convierten en el mejor entrenador de la historia del club. De los que he podido ver ya con una mirada más crítica, no albergo ninguna duda de que no hemos tenido otro como Toshack. Modernizó las viejas cañerías de un club que necesitaba un líder con puño de hierro para acometer la regeneración del equipo campeón de dos Ligas. Lo hizo tan bien que, aunque parecía imposible, logró que la Real volviera a saborear los laureles de la gloria solo tres años después con la Copa de Zaragoza.

Muchos no lo saben o no lo recuerdan, una de las primeras medidas del galés fue cambiar de esquema, el inamovible 4-3-3 del añorado Ormaetxea, para jugar con tres centrales, retrasando a Larrañaga, quien pasó a actuar de líbero por detrás de Gorriz y Gajate, y con dos carrileros. Como ocurre ahora también, algunos se pensaban que era una variante defensiva, pero todo depende de cómo se utilice. En Atotxa las reticencias se acabaron pronto a pesar de la previsible resistencia que tuvo que superar por venir de fuera con ideas innovadoras. En tiempos de sequía goleadora como los actuales, conviene recordar que, con la supuesta estrategia conservadora del foráneo, el equipo realista pasó de marcar 41 goles a anotar ¡64! Con tres goleadas por 6-0 de las que tanto añoramos en estos tiempos, y sin Arconada, que se rompió la rodilla en su estreno en el banquillo. A ver si vamos a descubrir ahora los pros y los contras de este esquema.

Con cinco defensas, tres o cuatro, los que hagan falta, la Real tiene una gran oportunidad para rendir homenaje y darle una alegría que le ayude a volver a ser el gran John si logra el triunfo en Mallorca. Su recuperación es el mejor gol que todos estamos esperando ansiosos para celebrar. Por el irrepetible y genuino John Benjamin Toshack. Genio y figura. Ese inesperado y glorioso pedazo de la historia de nuestra querida Real. La suya y la mía. ¡A por ellos!

02/03/2022