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Manchester United - Real Sociedad | A por ellos, por Mikel Recalde: Juntos, pase lo que pase

Juntos, pase lo que pase

Esta vez vez no fueron señales, sino pruebas contundentes. Hechos irrefutables. Casi todas las claves del United-Real se pueden analizar en la primera jornada de la Champions. Busquen y las encontrarán. El Sevilla, que con Lopetegui (a pesar de que muchos le dan todo el mérito al populista Monchi, que si trabajas a su lado no sabes nunca si es tu mejor aliado o tu mayor enemigo) se ha clasificado por primera vez en su historia tres veces seguidas para la Champions, recibió al todopoderoso Manchester City que cuenta con un potencial extraordinario. Aparte de jugar como los ángeles y ser capaz de desarbolarte por completo, Pep dispone esta temporada de un angelito en punta que lo mete todo. Sí, Haaland, el socio de Sorloth en Noruega, que digo yo que ya le podría pegar algo de ese veneno y el gol innato que lleva en la sangre.

El de Asteasu, que como he comentado muchas veces, me parece un entrenador como la copa de un pino y el candidato ideal el día que Imanol se canse de nosotros y nos diga que ahí nos quedamos, allá por el año 2050, planteó un partido muy a la defensiva, con Isco como falso 9 (este auténtico, no como Oyarzabal en los Juegos y en la absoluta que de falso no tenía nada) y reforzó las bandas para que los ingleses no hicieran superioridades y les destrozaran, como suele ser habitual, contra casi todos y, de hecho, como nadie pudo evitar que lo repitieran ante el Sevilla. El conjunto hispalense esperó muy atrás y su estrategia se pudo resumir en un sálvese quién pueda. No fue rival para un exuberante City, que le goleó por 0-4 sin forzar demasiado la máquina y demostrando la evidente diferencia de potencial que les separa a día de hoy. Por otro lado, y para volver a situarnos, el otro resultado que nos interesa del martes fue que el Shakhtar, casi sin casa ni país, pasó por encima del Leipzig al que tumbó a domicilio por 1-4.

Esto me permite adentrarme en el pantanoso terreno del auténtico caballo de batalla del curso pasado. La pregunta es: ¿cómo puede competir la Real en Europa ante rivales sobre el papel de mayor entidad y potencial? Un ser o no ser. El contexto, que poco o nada tiene que ver con el memorable concepto de Airbag, fue completamente distinto en varios de los disgustos continentales, que no fracasos, más sonados. Y aunque muchos se molestaran y se ofendieran, reconocerlo será el primer paso para dar ese salto por el que tanto suspiramos y que tanta dificultad entraña ya a este nivel. Se mire por dónde se mire, no es igual. No es lo mismo enfrentarte engorilado al todopoderoso United en Turín, un campo neutral, sin público y solo con un cartel de un frío vestuario otorgándote la condición de local, que recibir al Leipzig en la vuelta de una eliminatoria en la que has sido capaz con una estrategia muy defensiva de arañar un 2-2. Un empate además que en realidad debió ser una victoria si no llega a ser por el habitual atraco arbitral con el que convivimos a diario a pesar de tener que enfrentarnos a unos llorones empedernidos que se pueden pasar semanas contándonos su película basada en análisis de la realidad sesgados y partidistas.

Lo digo por todos aquellos que te echan en cara que el primer día criticaras que salieran a pecho descubierto y el segundo, con tu estadio lleno y en plena ebullición, que lo hicieras con la bandera blanca en la mano, mostrando todos tus miedos y limitaciones y reconociendo de antemano tu supuesta inferioridad. Digo supuesta, porque es cierto que, como es lógico, nos eliminaron, pero también lo es que luego les tumbó el Glasgow Rangers y, por ahondar en la idea, el martes le goleó un Shakhtar sin alma (si es que alguna vez la tuvo) en Champions.

Ojo, aunque no se lo crean, conozco a aficionados que todavía no se lo han perdonado a Imanol y que incluso defienden que es imposible dar ese soñado salto de calidad con él al mando. Ya lo saben, les perdono, tiene que haber gente para todo, pero lo destaco para que comprueben y recuerden que hay una herida abierta sin cicatrizar y que sangra cada vez que viajamos por Europa.

A lo que iba, en cierto modo estoy de acuerdo con la Guardia Pretoriana de Imanol que no permite ni la más mínima crítica constructiva ni cuando es evidente que mete la pata, porque lo hace a menudo, como todos. Sobre todo, en el hecho de que hay que protegerse y jugar distinto porque enfrente vamos a tener a una de las mejores plantillas del continente. Son unos auténticos aviones y no me olvido todo lo que me contó Zubeldia de lo impresionado que le dejó Rashford.

Prefiero quedarme con la forma con la que contó Kubo el primer gol que encajaron ante el Barça antes de que se cumpliera el minuto de partido: “Yo es que soy de los que piensa que es peor que te marquen estando los once abajo que yendo a apretar arriba. Así no me parece un desacierto, más bien un desajuste, mala suerte”.

Pero, más allá de bloques altos o bajos, de esquemas o dibujos, de más o menos defensas en el once y de que juegue uno u otro, lo único que pido al equipo es que nos haga sentir orgullosos. Que salga al campo, pelee cada balón como si fuera el último, mire a los ojos a cualquiera de las estrellas de los red devils con la misma actitud que pretendió inculcar Luis Aragonés al malogrado y recordado José Antonio Reyes, cuando le comentó aquello de “mírame, tú eres mejor que el negro”. Que salgan al campo sin complejos y sin el manual de excusas, con el verbo disfrutar aparcado en las vacaciones estivales, porque un equipo con las limitaciones de la Real solo puede sufrir en Old Trafford durante los 90 minutos del encuentro. Es decir pasarlo mal.

Nosotros lo único que podemos hacer desde donde nos encontremos es proclamar a los cuatro vientos que estamos a vuestro lado, que lo vamos a pasar mal con vosotros, seguro, pero que sois los nuestros y os vamos a apoyar hasta el final. Yo no pido sangre en la camiseta como Imanol, con que no os la podáis casi ni quitar por el sudor me conformo. Luego si se gana, se empata o se pierde, lo acataremos con los pies en el suelo, sin echar las campanas al vuelo en caso de éxito, ni rasgarnos las vestiduras si uno de los gigantes más en forma de Europa nos destroza. Sabemos de sobra que es Old Trafford.

En total serán más de mil los aficionados que se desplacen (el martes solo hubo 500 madridistas en Glasgow); me parece un número extraordinario con la que está cayendo, el miedo que nos están metiendo y el plazo tan corto que ha habido para preparar el viaje. En Champions, en unas condiciones mucho más favorables, fuimos más de 6.000, algo que no olvidan en Manchester. La comunión afición-equipo es de largo la mejor de la Liga como se puede comprobar en cada partido en Anoeta. Ese es nuestro verdadero secreto. Nada ni nadie nos va a romper este idilio con apariencia para siempre. Sí, el United es un temible gigante, pero la Real es la más grande. Con esa creencia, convicción y confianza en nuestras posibilidades nos presentamos de nuevo en uno de los templos del fútbol mundial por tercera vez en diez años. Seguro que el United pensará que algo muy bien está haciendo este club. Tras el duelo ante el Atlético, en los aledaños del estadio, casi nadie hablaba del árbitro a pesar de las dos rojas perdonadas: solo se destacaba lo bien que juega nuestra Real. Las ganas que teníamos ya de volver a verle competir. Hoy nos vestimos de frac y nos ponemos taco largo para asaltar Old Trafford. Y si ganamos.... ¿Se imaginan? Yo sí. A por ellos!

09/09/2022