“La cadena de custodia en el hallazgo de la Mano de Irulegi ha sido impoluta. La pieza ha aparecido en una excavación rigurosa, siguiendo todas las medidas pertinentes. No es que alguien se haya encontrado la mano en una finca particular o paseando por el monte, esto es algo mucho más serio”, explica Juantxo Agirre, secretario general de Aranzadi. Las excavaciones del yacimiento de Irulegi por parte de la Sociedad de Ciencias Aranzadi han contado con la supervisión permanente de los técnicos del Gobierno de Navarra.
La Mano de Irulegi ha seguido una estricta cadena de custodia desde que fuera encontrada por Leire Malkorra el 18 de junio de 2021 hasta que se encontrara su espectacular inscripción siete meses después, el 18 de enero de este año. Cuando se halló la lámina en la excavación de una de las viviendas del antiguo poblado de Irulegi, se pusieron en marcha todos los protocolos. “Pero no es nada especial. Es lo que hacemos con todas las piezas que aparecen”, remarca Mattin Aiestaran, director de la excavación del yacimiento de Irulegi.
Día y medio excavando la pieza
“Intentamos trabajar con todo el rigor posible. Sabemos que el sol puede dañar las piezas, así que pusimos a una persona para que hiciera sombra y aprovechamos para que grabara el proceso. Después de excavarla con todo el cuidado necesario, se georeferencia la pieza para saber su ubicación y poder recrear la vivienda”, explica Aiestaran.
La excavación de la pieza se prolongó durante un día y medio. “No fuimos directamente a por la pieza, sino que bajamos cinco centímetros a la vez en todo el vestíbulo y fuimos quitando todo alrededor”, recuerda.
Finalmente, la lámina fue entregada al depósito arqueológico del Gobierno de Navarra junto al resto de materiales un 13 de julio. Entonces comenzó la labor de Berta Balduz, técnica superior restauradora de patrimonio histórico. “En una visita rutinaria a Irulegi, Mattin Aiestaran nos enseñó los materiales que habían aparecido. Por aquel entonces, la mano no parecía una mano y le llamábamos aplique de casco, que era la decoración típica para esa época. Pensábamos que podía ser algo parecido a las alitas del casco de Astérix y solicitamos su estudio”, asegura.
La pieza pasó a manos de la restauradora Carmen Usúa para su minucioso análisis en el Almacén de Arqueología del Ejecutivo foral, situado en Cordovilla. El estudio de la pátina, que confirmó que se trataba de un bronce antiguo, se realizó en la UPNA. La restauradora fue quien encontró la excepcional inscripción el 18 de enero de 2022.
Después de confirmarse la presencia de escritura, se contactó con el filólogo navarro Javier Velaza y con el experto en paleolingüística Joaquín Gorrochategui. Ambos realizaron la autopsia de la pieza a puerta cerrada y el resultado ya lo conocen.