La película Manodrome envolvió hoy a la Berlinale en un manicomio de masculinidades tóxicas, con Adrien Brody y Jesse Eisenberg como elemento mediático principal sobre la alfombra roja del festival, en una jornada en que el cine chino aportó algo de armonía a la competición. El título Manodrome remite al nombre de una secta liderada por el llamado “padre Dan” –el personaje de Brody– en que “las fronteras entre camaradería, masculinidad y homosexualidad desaparecen”, explicó ante el festival su director, John Trengove.
Eisenberg interpreta a uno de los “hijos” del manipulador y dominante Dan. Es un conductor de Uber al borde la precariedad, asiduo al body building y con una novia embarazada, que se mueve como un “adulto infantilizado”, en palabras del actor. Es un “saco de reacciones febriles”, a punto de estallar por una acumulación de traumas, hasta que finalmente explota.
“En Estados Unidos es fácil hacerse con un arma. Cualquiera puede adquirirla y evidentemente se usa. Es nuestra tragedia como sociedad”, resumió Brody, respecto a las sucesivas explosiones de violencia a trompadas de Ralph, hasta finalmente llegar a la pistola.
Manodrome, de producción británico-estadounidense, es uno de los pocos filmes en la competición oficial en esta 73 edición de la Berlinale con rostros famosos, lo que le daba rango de acontecimiento al menos mediático. Junto a Brody –Oscar en 2002 por El pianista– y Eisenberg –con el mismo rostro de perpetuo adolescente que en The Social Network–, la película llevó al festival la presencia de Odessa Young –la novia embarazada de Ralph– y Sallieu Sesay –el líder del colectivo gay del gimnasio, contrapunto al gurú de la secta de los “hijos de Dan”–.
Zhang Lu
La búsqueda del padre desaparecido en Manodrome es una de las múltiples toxicidades acumuladas por el personaje de Eisenberg, envuelto en sus estallidos de iras pasadas y presentes, mientras que por parte del cine chino se presentó en la competición oficial Bai ta zhi Guang –The shadowless tower–. También ahí su protagonista masculino busca al hombre que se esfumó del seno familiar. Está asimismo confrontado con su propia paternidad, con sus relaciones de pareja pasadas o en curso, así como con el síndrome del abandono paterno.
El recorrido por todos estos traumas ocupa a su director, Zhang Lu, 144 minutos, mientras que en la producción británico-estadounidense se resuelve en 95. Ello no impide, sin embargo, que la película de Trengove acabe haciéndose larga, en medio de episodios que van agregándose al argumento en busca del final.
‘Superpower’ de Sean Penn
El actor y director estadounidense Sean Penn defendió ante la Berlinale su Superpower como un filme muy personal, que documenta el inicio de la invasión de Ucrania por Rusia, y que acaba situándose al límite de la propaganda. “Nuestro compromiso es con la verdad, con el espíritu de lucha de los ucranianos que arriesgan su vida, con la defensa de la libertad”, afirmó el cineasta ante reiteradas preguntas acerca del aspecto partidista de su filme.
“No sé si eso es o no propaganda. Es nuestra película”, refrendó por su parte el co-director Aaron Kaufmann, quien como Penn vivió desde Kiev las semanas precedentes al inicio de la invasión y también el día en que se materializó la agresión rusa, el 24 de febrero de 2022.
Para Penn, como para Kaufmann, el presidente Volodímir Zelenski, como su entorno, son “nuestros amigos”. “No tengo la menor intención de hablar con (Vladímir) Putin. No es el momento”, admitió Penn, ante reiteradas preguntas –algunas de ellas, formuladas por representantes de medios identificables como pro-rusos– acerca de si había buscado testimonios del otro lado, el no ucraniano. Putin sí aparece en Superpower, pero a través de sus declaraciones bélicas, antes o después de consumar su guerra de agresión. Es un autócrata de mirada gélida, distante y agresivo.
Zelenski es el líder cercano, que da coraje a su población y llama a defender la democracia, tanto en Ucrania como en Europa; inspira fortaleza a los suyos, como lo hace el exboxeador y actual alcalde de Kiev, el coloso Vitali Klitchko.
El núcleo de la película son las imágenes del equipo de Penn moviéndose por Kiev, entrevistando a Zelenski en su cuartel general horas después del inicio de la invasión o saliendo luego en dirección a la frontera polaca.
El rostro compungido y ojeroso de Penn es omnipresente en las escenas rodadas por su equipo, sea mientras toma una copa tras otra en su hotel o mientras recorre Ucrania en los días siguientes al arranque de la invasión. Es probablemente esta presencia constante del cineasta el peor enemigo de su película.
Superpower se estrenaba fuera de competición en la sección Berlinale Special.