Los problemas con la temperatura excesivamente baja que la Diputación constató en la residencia Andia, de Bilbao, se debieron, según la versión de su directora, Manuela Granja, a una avería en la caldera que tardaron en detectar. “Ventilábamos la casa, con ventilaciones cruzadas, y coincidió que fueron días en los que hizo mucho frío. Después de ventilar es cierto que no conseguíamos que se recuperara la temperatura, hasta que nos dimos cuenta de que la caldera no funcionaba bien. Teníamos que meterle agua todos los días, cuando lo normal es hacerlo de forma más espaciada”, explicaba ayer a este periódico.
La pandemia del coronavirus instauró en esta residencia de forma firme el garantizar una buena ventilación de sus espacios. “En todo este tiempo no hemos tenido ningún fallecido por covid; algo bueno habremos hecho”, apunta Granja. Las inspecciones que realizó la Diputación coincidieron con días muy fríos y, como consecuencia de esa “ventilación cruzada, que hacíamos siempre cuando los residentes estaban en el comedor”, la temperatura en el interior bajó mucho, sin que consiguieran que se recuperase. “Hasta que nos dimos cuenta de que pasaba algo con la caldera”, explica.
Para la directora, “era imposible subsanar todo lo que se nos pedía en tan poco tiempo, porque en las siguientes visitas empezaron a ver desconchones... ¿Cómo consigues un fontanero, un electricista y un técnico de calderas en dos días?”, plantea la responsable del centro. Granja niega, por otra parte, cualquier problema con la toma de medicación de los residentes. “Había metido la medicación caducada en una bolsa y la había dejado en un altillo, fuera del alcance de todos. Por dejadez, no terminaba nunca de llevarla a la farmacia”, reconoce.
En sus alegaciones, más que reconocer “lo que es evidente”, Manuela Granja pidió “tiempo” para poder corregir todas las deficiencias, que actualmente están “prácticamente subsanadas en su totalidad”. Con ello, la directora confía en que pueda retomar la actividad de la residencia en breve. “Tengo esa esperanza”, reconoce, “preocupada” por cómo puede haber afectado a sus usuarios el traslado temporal a otros centros. “Hoy ha venido una de las mujeres a verme con su hijo y me ha dejado un poco preocupada. Estos cambios no les sientan bien”, lamenta.
El apunte
Encuesta. El diputado foral Sergio Murillo trasladó también a la comisión de Acción Social los resultados de la última encuesta de satisfacción de las familias sobre los centros residenciales, que otorgan una nota de 7,9 sobre 10 a la atención que reciben los usuarios, “una puntuación alta” que sube hasta el 8,74 en la que se han organizado en unidades convivenciales. Solo un 4,6 % dice que está insatisfecho el servicio y el aspecto peor valorado es la recepción de que hay poco personal.