El catalán Kilian Jornet y la neerlandesa Nienke Brinkman han firmado este domingo sendos dobletes en la Zegama-Aizkorri 2022. Los dos ganaron la prueba y los dos establecieron nuevos récords, en una jornada que también aportó extraordinarias noticias a nivel local: significó la confirmación definitiva de la joven donostiarra Sara Alonso como integrante de la élite mundial de las carreras de montaña. Fue tercera, poniendo con su sonrisa la guinda a un día de felices reencuentros. Tres años después de la última edición y superado el paréntesis de la pandemia, la Zegama ha vuelto más fuerte que como la dejamos. Es mucho decir.
Las condiciones prometían desde el inicio. El buen tiempo de las horas previas a la carrera había secado el terreno, tras las lluvias caídas durante la semana. Y la jornada amaneció perfecta: cielo completamente despejado y temperaturas frescas de en torno a diez grados en Zegama, a primera hora. Es decir, ni atisbo del sofocante calor que presidió la edición de 2019, la última en celebrarse. Solo quedaba que los corredores trasladaran a la práctica lo apuntado por la teoría. Desde un principio quedó demostrado que iban a ponerlo todo de su parte.
Jornet, de inicio
Tras el ya clásico inicio explosivo en las calles de Zegama del durangarra Oier Ariznabarreta, seguido por el elenco de africanos, Kilian Jornet cogió el toro por los cuernos y pasó a liderar la prueba a las primeras de cambio. El catalán acreditó con su arranque que, además del triunfo, tenía el crono final entre ceja y ceja, marcando un ritmo que no fue impedimento para la creación de un inusualmente nutrido grupo cabecero. En Ultzama (kilómetro 8,5) comandaba la carrera un pelotón de once participantes. Y no iban precisamente despacio: pasaron casi cuatro minutos más rápido que el noruego Angermund en su récord de 2017.
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Después en Atabarreta (kilómetro 13,5), la selección ya se había reducido a seis: Davide Magnini, Jornet, Rémi Bonnet, Reuben Narry, Robert Pkemboi y Elhousine Elazzaoui. Menos aspirantes ya, pero numerosos para circular en solo seis segundos transcurrido más de un cuarto de prueba. Y lo dicho. Marcaban parciales muy rápidos. Algunos lo pagaron durante la ascensión a Aratz, en la que Kilian apretó para coronar con tres minutos de adelanto respecto a sus mejores registros. Solo el propio Magnini aguantó el arreón, mientras el marroquí Elazzaoui se unió a ambos bajando. Los tres atravesaron juntos la marea humana de Sancti Spiritu, antesala de un nuevo hachazo del catalán en las rampas hacia la cima del Aizkorri.
Esta vez, Elazzaoui se despidió definitivamente de la cabeza. Y Magnini, resistente cuesta arriba, no pudo ya con el ritmo de Jornet en la zona del cresterío y en la posterior bajada hacia Urbia. Con el segundo clasificado ya distanciado, el rival de Kilian pasó de italiano a noruego. Ya no se trataba de ganar, sino de mejorar las 3h45:08 de Angermund hace cinco años, objetivo con el que el catalán cumplió de sobra. Mejoró el registro en más de ocho minutos (3h36:40, once minutos menos que su marca personal) apurando hasta el final, quizás sabedor de que las condiciones de la presente edición difícilmente se repetirán. Magnini fue segundo, con un tiempo (3h39:31) que también habría significado récord de no mediar Kilian. Y completó el podio tras espectacular remontada el aragonés Manuel Merillas, quien en el arranque de la prueba no figuró en los grupos cabeceros. Un total de 19 corredores bajaron de las cuatro horas. Una barbaridad.
Otra exhibición en féminas
En la categoría femenina, mientras, la mayoría de las miradas estaban puestas sobre la suiza Maude Mathys, una clásica de las montañas a quien se enfrentaba una corredora de origen muy distinto, la neerlandesa Nienke Brinkman. Jugadora de hockey hierba hasta hace nada, el confinamiento en la fase más aguda de la pandemia le llevó a probar con otros deportes, la carrera a pie principalmente. Vale y mucho para ello, como demuestra su estratosférica marca de 2h22 en maratón sobre asfalto. Así que también se ha animado a probar con el trail, de forma valiente además. Este domingo salió a fuego, y no tardó en abrir un hueco de en torno a los tres minutos sobre Mathys, con la donostiarra Sara Alonso tercera de inicio hasta ser alcanzada por la italiana Fabiola Conti.
Con Brinkman aparentando siempre mucha fuerza, sin asomo de posibles desfallecimientos, su récord final, triunfo incluido, pareció encarrilado en todo momento. La marca final, 4h16:43, mejoró en casi 18 minutos la de Maite Maiora en 2017. Mientras, Mathys avanzó sólida en la segunda plaza. Y la emoción se centró en un podio que Alonso atacó acelerando a partir de Sancti Spiritu. Abrió entonces un minuto de agujero respecto a la citada Conti, y se marchó hacia delante sin que la transalpina volviera a verle ya, firmando un resultado que le abre las puertas del primerísimo nivel.