1.043 días tuvieron que transcurrir para que Marc Márquez se elevara de nuevo a lo más alto del podio. Una eternidad para un octocampeón mundial que recuperó tiempo perdido con una nueva victoria solo siete días después, como un viaje en la cápsula del tiempo. Además, Márquez abrazó la gloria en los dos escenarios de mayor componente emotivo: el primero, Aragón, es la carrera más próxima a su Cervera natal, donde más amigos se congregan; el segundo, Misano, es el hogar del equipo que le ha devuelto la alegría en MotoGP. Es por eso que Márquez vestía el fin de semana con los colores que en su día presentó Fausto Gresini, creador del Gresini Racing. El atuendo era el particular homenaje al difunto corredor de motos que en su día igualó a Ángel Nieto con más victorias consecutivas en 125 c.c. (11) y que más triunfos alcanzó en una sola temporada en esa misma cilindrada (10). Si el destino está escrito para los mortales, en Misano se podían leer algunas de las mejores letras que se le podían regalar a Márquez.
“Hoy, alguien desde el cielo, Fausto Gresini, ha dicho: ‘venga, un par de gotitas; rompe la carrera’”, expresó Marc con la sonrisa acaparando su rostro. Porque así sucedió, como obra divina para imponer un orden insospechado. Por primera vez esta temporada, la carrera comenzó declarada en mojado, con la posibilidad de cambiar de moto en cualquier momento. Si bien, la pista presentaba condiciones propicias para neumáticos lisos, los que montaron toda la parrilla.
En el lanzamiento, Francesco Bagnaia defendió la autoridad que le concedió su pole. Jorge Martín rápido se instaló a rueda. De nuevo ambos ejercían como principales referentes de MotoGP. Tras ellos viajaban Morbidelli, Acosta, Binder, Bastianini y un Marc Márquez que desde la novena posición avanzó dos plazas antes de estancarse en el séptimo lugar.
Cuando Acosta probó el asfalto con su décimo séptima caída del curso, el mensaje pudo ser de alerta. La pista estaba engañosa. Era la cuarta vuelta de la carrera. Pero ya en el séptimo giro, la alerta aumentó con el varapalo de Morbidelli. Sonaron las alarmas. Empezó a llover con más intensidad. Se impusieron las dudas. Unos se arrugaron y otros salieron a relucir. Llegó el momento de inflexión, el giro de guion. Apareció esa emoción que es drama o gloria, sin medias tintas.
El desastre de Jorge Martín
Jorge Martín sufrió una salida de pista y de inmediato, queriendo esquivar una caída, fue el primero en pasar por boxes para encaramarse a la moto de agua, a la postre, una muy mala decisión; la mejor forma de protegerse hubiera sido copiar al líder, a Bagnaia, con quien se disputa el título. Martín se precipitó, arriesgó sin necesidad y pecó. Porque la pista terminaría secándose y con él visitando de nuevo el garaje para recuperar la moto configurada para la pista seca. Eso hizo que fuera doblado. Sería decimoquinto. Un mazazo para el Mundial, donde gozaba de 26 puntos de ventaja y ahora son solo 7.
“Plantee la estrategia para ganar la carrera, no pensando en el Mundial. Tenía que haber tenido más claro que mi pelea es con Bagnaia y no por ganar hoy”, lamentó Martín, ganador de la cita al esprint. La ambición es sana solo cuando no hace perder los estribos.
Márquez, como pez en el agua
Mientras el cielo escupía chispas de manera titubeante emergió Márquez, que sacó sus escamas para capitalizar su oportunidad con decisión, sin especular, como pez en el agua: en apenas una vuelta, lo que duró la lluvia, se puso en cabeza. Inapelable. Valiente. Se abría paso como el cuchillo penetra en la mantequilla. Cierto es que para optar al título debe elevar las apuestas. A diferencia de Martín, tenía que mojarse.
Una vez Marc se puso al frente de la carrera, solo Bagnaia siguió la rueda y durante apenas dos vueltas. “Para mí lo más importante era la velocidad después de esa lluvia”, confesaría Marc. A medida que el trazado se fue secando, su ritmo creció progresivamente hasta firmar el récord del circuito en la vuelta 21 de las 27 pactadas, cuando ya Bagnaia aparecía a más de un segundo de distancia. Bárbaro. Era el día de Márquez, quizás porque así lo quiso Gresini.
“Era imparable. Marc estaba tan en forma que era imposible pelear con él. En esas condiciones siempre se muestra muy fuerte”, repasó Bagnaia, que recogió la ropa con cierta satisfacción, ya que el segundo puesto sumado a la mala decisión de Martín le dieron alas en el Mundial. El piloto de Turín tuvo claro que su objetivo es la victoria en la carrera de larga distancia, la clasificación general.
También Márquez encuentra ahora mayores argumentos para soñar con el campeonato. Antes de visitar la Riviera di Rimini tenía 77 puntos de desventaja y ahora cuenta con 53, que con siete carreras por delante no suenan a tanta diferencia. Desde luego, es un horizonte apto para soñar después de dos triunfos consecutivos. Si bien, justo es decir que para ganar tuvo que suceder algo que no había ocurrido en las doce pruebas anteriores: la aparición de la lluvia. De ahí que Marc mirase al cielo de Misano tratando de encontrar en las nubes la forma de Fausto Gresini.
El tercer puesto de Enea Bastianini permitió a Ducati batir un registro histórico. La fábrica de Borgo Panigale batió a Honda como la marca con más podios completos de la historia, con 18.