Mari Carmen Viedma es una persona muy conocida y querida en Zumarraga, pero nació lejos de Gipuzkoa. Concretamente, en la localidad jienense de Cazorla. “Vine con ocho años a Zumarraga. Somos cuatro hermanos y los cuatro nacimos allí. Para cuando nació el más joven ya vivíamos aquí, pero nuestra madre prefirió ir allí a dar a luz, pues era donde estaba su familia”.
Los padres de Viedma se instalaron en Zumarraga en 1968, pero anteriormente ya habían estado en Gipuzkoa. “Mi padre era practicante. En aquellos tiempos, tras aprobar las oposiciones, podían enviarlos a cualquier punto de España. Sacó las oposiciones en 1958 y le enviaron a Bidania, pero mi madre no se hizo. En vista de ello, mi padre pidió una excedencia y volvieron a Andalucía. La excedencia era de diez años y, transcurrido este tiempo, tenían que volver a la misma provincia. Visitaron Andoain, Bergara y Zumarraga, entre otras localidades. Les gustó Zumarraga y se quedaron aquí”.
Eligieron Zumarraga porque es un pueblo que está bien ubicado y tiene ferrocarril. “Les gustó Zumarraga porque tiene todas las capitales cerca. Además, en aquellos tiempos tenía tres líneas de ferrocarril. Pensaron que, gracias al tren, sus hijos podrían estudiar en la universidad”.
La madre no se había amoldado a Bidania, pero en Zumarraga no tuvo problemas. “Solía decir que en aquellos tiempos en Zumarraga había mucha más libertad que en Andalucía y que la vida era mejor”.
Querían que sus hijos estudiaran una carrera y la protagonista de este reportaje eligió Biología. “Quería estudiar Medicina, pero aquel mismo año implantaron los numerus clausus. Me parecía que Biología era lo más cercano a Medicina y decidí estudiar Biología en Bilbao. No me arrepiento”.
Nada más acabar la carrera, decidió aprender euskera. “Finalicé los estudios en 1982. Eran años de crisis. Además, apenas sabía euskera, pues estudié en castellano. Pensé que si quería seguir viviendo aquí debía estudiar euskera, por lo que fui al euskaltegi”.
Estudió duro, hasta conseguir el título EGA. “Pasé seis años en el euskaltegi. Por la mañana iba a clases de euskera y por la tarde daba clases particulares. En cuanto conseguí el EGA, me llamaron de la delegación para dar clases de matemáticas. Hice las oposiciones en 1994. Oposité para ser profesora de matemáticas y de biología. Había más plazas en matemáticas y fue la plaza que me dieron”.
En el instituto Olazabal
Ha trabajado en Tolosa, Oñati, Urretxu, Donostia... “Cuando saqué las oposiciones, elegí el instituto Orixe de Tolosa. Después, vine al instituto Olazabal de Legazpi. Llevo 22 años en Legazpi. Me gusta mucho mi profesión”.
Además de por su faceta de profesora, es conocida por ser la coordinadora de los grupos de teatro Irri Makila y Arco Iris. “Un profesor del colegio La Salle-Legazpi nos propuso montar una obra a las madres y a los padres de familia y le respondimos que sí. En la primera obra tuve un papel pequeño, pero cuando aquel profesor se fue a Eibar me propuso tomarle el relevo. Remi García y yo somos las únicas que hemos tomado parte en todas las obras”.
Su amor al teatro le viene de familia. “Mi abuela, la madre de mi padre, era profesora. Le gustaba mucho el teatro y cuando tenía cinco años me llevó a ver una obra. Me gustó mucho y le dije que algún día yo también me subiría al escenario. El teatro me ofrece una perspectiva amplia del mundo y la oportunidad de meterme en la piel de otras personas”.
Desde hace unos pocos meses se encarga también de coordinar el grupo de teatro de los jubilados de Zumarraga y Urretxu: Irri Makila. “Cuando me dijeron que Pablo Santillán no podía continuar, decidí ayudarles”.
Además de la enseñanza y el teatro, le gustan las manualidades. “Eso es por influencia de mi otra abuela. Era muy buena haciendo manualidades y cuando era niña me enseñó a hacer punto y ganchillo. Mi especialidad es el punto de cruz. Cuando se puso en marcha la feria Made in Urola, decidí participar. Mi objetivo no era vender, sino mostrar mi trabajo. Pero que una persona aprecie mi labor y compre lo que he hecho, es un honor. Cuando me quedé viuda lo dejé, pero me pidieron que volviera. Como no es mi profesión, dono el dinero que consigo con la venta de mis manualidades. Suelo hacer biscornús: un elemento decorativo que se les pone a las tijeras para no perderlas. Coso con las mujeres de la asociación Mairi”.
Lectura y música
También le gusta leer y cantar. “Leo mucho: novela histórica, novela negra... Me gustan mucho Dolores Redondo e Ibon Martín. Además, canto en la coral Goiargi. Antes cantaba en el coro parroquial de Zumarraga, pues suelo leer en misa”.
Como se puede ver, le gusta colaborar con las iniciativas ciudadanas. “Es algo que me inculcaron mis padres. Con 16 años, formé parte del grupo motor de la Cruz Roja de Urola Garaia: hacer cursillos, acudir a los eventos deportivos...”.
Mari Carmen Viedma es un ejemplo a seguir, especialmente para aquellos que están aprendiendo euskera. “Vi la necesidad de aprender euskera, pero no solo por motivos laborales. En la boda de José Luis Zaldua, vi a unos bertsolaris por primera vez y me quedé maravillada. No entendí lo que cantaron y ese fue uno de los motivos por los que decidí aprender euskera: para entender a los bertsolaris. Me gustan mucho los bertsos. Siempre que puedo, voy a los festivales. Me gustan los bertsolaris jóvenes, sobre todo las chicas. Mi vida es mucho más rica desde que aprendí euskera. Cuando hablas en euskera, piensas en euskera. Eso quiere decir que tengo totalmente interiorizado el euskera. Hasta el corazón”. l