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Mari Karmen Garmendia: "Estoy segura de que la primera mujer lehendakari ya está aquí"

Mari Karmen Garmendia, exconsejera de Cultura y exportavoz del Gobierno Vasco, en su despacho en la Fundación Matia, de la que es presidenta.

Mari Karmen Garmendia (Ormaiztegi, 1947) es uno de los nombres femeninos propios que tiene la política vasca de la era posfranquista. El de una mujer que se ha dedicado a romper techos de cristal a lo largo de toda su carrera, tanto dentro como fuera de las instituciones. En junio de 1985, el entonces lehendakari, José Antonio Ardanza, le propuso formar parte de su ejecutivo, labor que desarrolló durante 16 años, llegando a ser la primera mujer en ocupar el cargo de portavoz en el Gobierno Vasco, en una época en la que el escrutinio público era mucho más machista que hoy en día. “¿Romper techos de cristal? Sí, sí me ha tocado hacerlo”, cuenta a NOTICIAS DE GIPUZKOA la ahora presidenta de la Fundación Matia.

Garmendia tuvo desde muy joven la certeza de que podía aspirar a lo mismo que una persona del sexo masculino. “Respondía a una convicción que ya había tenido desde muy niña: soy una persona que ha nacido mujer; por lo tanto, tengo los mismos derechos y las mismas obligaciones que el que ha nacido hombre”, subraya. Un principio que se vio acrecentado cuando sus padres la enviaron a estudiar francés con 13 años a un pequeño pueblo cercano a Toulouse; aquella Garmendia preadolescente vio lo que un entorno democrático y abierto como la Francia de los años 60 podía suponer para las mujeres. “Fue como una revelación, me marcó profundamente la vida. Fui con 13 años y, al año, volví con 18, por todo lo que descubrí, viví y experiementé en aquella sociedad”, afirma.

Tras trabajar como periodista en Zeruko Argia y también como profesora, en 1985 recibió la llamada de José Antonio Ardanza para ocupar el cargo de secretaria general (lo que actualmente se conoce como viceconsejera) de Política Lingüística, puesto adscrito a Lehendakaritza en aquella época. Era la primera mujer que ocupaba un cargo a ese nivel, siendo la única precedente femenina Mari Carmen Altzueta, como directora de Educación. “El Consejo de Gobierno estaba formado totalmente por hombres y, en el resto de los cargos, no recuerdo que hubiera ninguna mujer”, rememora Garmendia.

Una década más tarde, en 1995, fue nombrada consejera de Cultura; se trataba de la cuarta mujer en ocupar un puesto semejante, pero “la primera del Partido Nacionalista Vasco”, puntualiza. “Luego han venido muchas; tanto consejeras, como viceconsejeras, como directoras”. Al mismo tiempo, se erigió como portavoz del Gobierno Vasco, un techo de cristal que se encargó de romper, como otros tantos.

A lo largo de su etapa política, los episodios de machismo y discriminación se dieron de manera habitual; y es que “en aquel entonces, si un hombre manifestaba una personalidad fuerte, con ideas, energía, fuerza... Era un hombre que tiene lo que hay que tener. Pero, si una mujer tenía unas características similares de personalidad, energía, tenacidad, podría ser tachada de histérica”.

Garmendia recuerda especialmente cómo “padecí las trabas, las maledicencias, el acoso verbal y de actuación de hombres” en su primera etapa como secretaria general de Política Lingüística. En el ámbito interno, apunta como ejemplo a una situación en la que la confundieron, por el nombre de su cargo, con una asistente de dirección. “Tuve que presentar unos gastos que había hecho en razón de un viaje institucional y se me devolvieron los tickets de gasto con un post it anónimo que decía quién es esta secretaria, que viaja por su cuenta y además se permite invitar”, cuenta.

Pero esos ataques por ser mujer también los recibió del exterior, incluso de medios de comunicación. “Hubo un periodista muy conocido que se permitió tildarme en un artículo que publicó el diario Deia de monja alférez; estaba hecho con muy mala intención, para sembrar descrédito hacia mí y hacerme daño, sin ningún género de dudas”, afirma tajante. Eso sí, incide que, a pesar de que algunas situaciones fueron “enormemente dolorosas”, tuvo “la fuerza y la ayuda de tirar para adelante y de hacer valer mis convicciones y mi conducta”.

Esa ayuda y ese apoyo lo recibió en gran parte de su entorno familiar, lo que ayudó a conciliar la vida personal y la laboral. Tanto cuando Ardanza le ofreció el puesto de secretaria general como cuando le propuso ser consejera, Garmendia conversó con su marido y sus hijos para acordarlo. En la primera etapa, sus hijos eran pequeños y les hizo entender que iba a suponer “un gran cambio en nuestras vidas”, ya que “no iba a poder estar en casa con la presencia que tenía antes”; en la segunda ya tenían conciencia de lo que implicaba, al encontrarse en la etapa universitaria. Fue ahí cuando “mi hija me dijo: ama, orain ere behar zaitugu, baina beste era batera; zuk uste baduzu lan hori egin dezakezula, aurrera gugatik. Guk lagunduko zaitugu”.

Entre las referentes que haya podido tener en el ámbito político, recuerda a Indira Gandhi, la primera ministra india, asesinada en 1984, que era “un espejo en el que muchas mujeres de todo el mundo” se miraban. En el ámbito vasco, Garmendia reconoce que no fue hasta su tesis doctoral cuando descubrió “todo lo que las mujeres nacionalistas vascas habían hecho antes de la guerra”, en referencia a la Guerra Civil.

El cambio que tuvo la política para las mujeres en los 16 años que formó parte de ese mundo fue “sustancial”. “Recuerdo todavía aquellos años en los que en los que el EBB –Euskadi Buru Batzar– del PNV estaba conformado sólo por hombres y el espacio que se ocupaba de la promoción de la mujer o del feminismo, no sé cómo lo llamaríamos entonces, estaba en manos de un hombre”, relata. El panorama es ahora bien distinto; “tenemos candidatas a diputadas generales, hemos tenido vicelehendakaris. Estoy segura de que la primera mujer lehendakari ya ha nacido; no sé quién será, pero estoy segura de que está aquí”. ¿Tardará mucho en acceder al cargo? “Todo depende de cómo se vayan a elaborar las listas de candidatos por parte de los partidos”, señala, “pero eso que se veía muy lejano en el año 85, hoy en día no sorprendería a nadie”.

A pesar de todo, reconoce que todavía quedan cosas por conseguir para las mujeres en el ámbito político, como “aceptar” todos estos avances “con normalidad” y sin dar “ni un paso atrás”, reivindicación que quiere volver a repetir este 8M: “Ni un paso atrás, siempre en el marco de los derechos humanos y en el de las profundas convicciones democráticas”.

09/03/2023