María Barra Burillo es una de esas rara avis que no ve a las ciencias y a las humanidades como polos opuestos entre los que escoger. De naturaleza “muy curiosa”, tras una infancia en la que exploraba con las construcciones y “me preguntaba de todo”, se lanzó por el camino de la física para “no parar nunca de aprender y de descubrir cosas”, a pesar de que reconoce que “siempre digo que soy muy de letras también”.
Tras estudiar el grado en Física y cursar un máster centrado en síntesis de materiales en Zaragoza, recaló en el CIC nanoGUNE, donde en la actualidad realiza su doctorado en el campo de la nanociencia, enfocándose en la fabricación.
Pero, ¿qué es la nanociencia? Se trata del “estudio de materiales a escala muy pequeña”, cuenta Barra Burillo; es decir, se encarga de analizar el nivel más pequeño de las cosas, lo que permite conocer nuevas propiedades de dichos materiales. En su investigación, esta doctoranda explora dos áreas: el de los nanodispositivos, dedicado a “mejorar la “eficiencia energética” de ordenadores o procesadores; y el de la óptica, centrado en ver “cómo se comportan los materiales a escala atómica al interaccionar con la luz”.
Aunque el imaginario colectivo pueda llevar a lo contrario, Barra Burillo afirma que la especialidad de Física no tiene un porcentaje de alumnado muy dispar entre mujeres y hombres, siendo este de 40/60. “El problema viene luego, cuando te alejas de la universidad”, apunta; y es que todavía echa en falta que haya más referentes femeninos en puestos de responsabilidad, algo que la doctoranda achaca a que hace unas décadas fueran pocas las féminas que estudiaban carreras científicas, y “muchas menos llegaban arriba”.
En lo relativo a la discriminación, manifiesta que ella no ha vivido “ninguna sensación” que perciba como tal, aunque “hay veces que te sientes un poco ignorada” e “invisibilizada”; algo que no sabe si sucede “por ser chica, por ser joven, por ser estudiante o por todo junto”.
Subraya que sumergirse en la investigación fue vocacional; un aspecto que considera que hay que tener de manera “intrínseca” para ello, debido, en parte, a las muchas horas que hay que dedicarle y la movilidad geográfica que requiere.