Vida y estilo

Maribel Pizarro, una voz amiga al otro lado del teléfono de la esperanza de Gipuzkoa

La directora de Gipuzkoako Itxaropen Telefonoa desde 2018 subraya la labor que realizaron en sus inicios Esperanza Miner, Blanca García e Hilari Pagazaurtundua
Maribel Pizarro.
Maribel Pizarro. / Cedida

Surgió en 1987 gracias primero al impulso de José Antonio Pagola, por aquel entonces vicario general de la diócesis de Donostia. Según cuenta el propio Pagola, a su despacho “acudían personas con problemas muy dolorosos y difíciles de resolver. No acudían a Caritas. Necesitaban apoyo, acogida y fuerza para enfrentarse a su situación”. El sacerdote había oído hablar de los Teléfonos de la Esperanza. Y se fue en su coche hasta Granollers, a un congreso del Teléfono de la Esperanza catalán, donde según su versión, dio con tres mujeres: Esperanza Miner, Blanca García e Hilari Pagazaurtundua. “Con ellas empezó todo”, sentencia Pagola.

La directora de Gipuzkoako Itxaropen Telefonoa desde 2018, Maribel Pizarro Pacheco (Orduña, 61 años), subraya la labor que realizaron en sus inicios Miner, García y Pagazaurtundua. “Sin ellas esto no hubiera sido posible”, afirma. “El liderazgo, por su posición y carisma, lo ejercía Pagola, pero el papel de estas tres mujeres fue absolutamente fundamental”. Que sus nombres no sean tan conocidos obedece a un trabajo solidario ejercido fuera de los focos, pero su anonimato, apunta Pizarro, también es un reflejo de nuestra estructura de género. “Miner era enfermera y trabajaba en la Policlínica; García fue la primera directora; mientras que Pagazaurtundua es una mujer activista que vive en Altza y siempre ha estado superimplicada con los problemas que afectan a su barrio”, explica.

Los años 80 fueron especialmente convulsos en Euskal Herria. Pizarro recuerda que el contexto en el que echó a andar Gipuzkoako Itxaropen Telefonoa era el de un país revuelto a más no poder entre “la crisis económica, la heroína, el sida, el terrorismo… Era una coyuntura difícil. Fue una época muy complicada en la que se iba acercando gente a la que en un momento dado había que darle una respuesta de otro tipo”. En los años previos a la constitución de la entidad, el trabajo de “apoyo, acogida y escucha” se realizaba de un modo más informal. La asociación se configuró finalmente “con la misión de acompañar a cualquier persona residente en Gipuzkoa que se sintiera sola para afrontar situaciones de sufrimiento”.

Sin las mujeres activistas de los 80 esto no hubiera sido posible

Con algunos matices, el enfoque sigue siendo básicamente el mismo que el de hace más de 35 años. A partir de 1997, la firma de un convenio con Caritas posibilitó el cambio a la actual sede en la calle Arrasate, en el centro de San Sebastián. En todo este tiempo, Gipuzkoako Itxaropen Telefonoa ha sido galardonada por distintas entidades públicas y privadas, entre las que destaca la medalla al mérito ciudadano concedida por el ayuntamiento de Donostia en 2014. La actual directora le tiene especial cariño al premio DYA a los valores sociales de 2022. “Puede que no sea el más mediático, pero nos hizo mucha ilusión. Era el año en el que justo cumplíamos 35 años de actividad y nos pareció muy bonito que nos premiara la DYA, con la que compartimos tantas cosas”, comenta Pizarro.

En 1983 Pizarro se mudó a Donostia para estudiar Psicología en la Universidad Pública del País Vasco (UPV/EHU). Psicoterapeuta con perspectiva de género, durante mucho tiempo su actividad principal ha estado dirigida a su labor como investigadora y formadora en “el ámbito del género, la igualdad de mujeres y hombres y la prevención de la violencia contra las mujeres”. Empezó de voluntaria en Gipuzkoako Itxaropen Telefonoa. Dejó a un lado sus proyectos de investigación ligados a la universidad y partió de cero, desde la misma base, con unas prácticas que duraron 8 meses. “Se me hizo un poco largo, pero me dio la oportunidad de conocer la entidad desde dentro. Hacía turnos, pasé por una formación y me permitió ver los puntos fuertes y débiles de la organización. Un poco de todo”.

Cuando se incorporó como directora, ya había realizado un diagnóstico de la situación. Presentó un proyecto a la junta directiva presidida por el doctor Joaquín Fuentes Biggi, jefe del Servicio de Psiquiatría de la Policlínica de Gipuzkoa y una eminencia en la investigación sobre el autismo, en el que apostaba por abrir más la entidad al exterior. “Creía que teníamos que colaborar con otras entidades y buscar sinergias para poder aprender otras maneras distintas de trabajar. También debíamos mejorar la participación del voluntariado, con un papel más activo dentro de la estructura interna, además de la búsqueda de una mayor financiación”, enumera. Pizarro ha tratado de que pase de ser una entidad pasiva que se mantiene a la espera, como un equipo de fútbol defensivo que aguarda agazapado al contrario, a tener una actitud mucho más proactiva.

Pone un ejemplo. “El 30 por ciento de las llamadas que atendemos están relacionadas con la soledad no deseada y debemos ser un referente en ese campo. ¿Por qué no podemos compartir nuestra experiencia y conocimiento en otros foros y ámbitos?”. Por lo tanto, promover proyectos “con un carácter más comunitario”, como la participación en charlas o jornadas educativas y pedagógicas, ha sido uno de los objetivos principales bajo su dirección.

Perfil de las llamadas

El perfil de las personas que cogen el teléfono y marcan el número gratuito 900 840 845 es bastante heterogéneo. Cada vez llaman más personas con problemas de depresión, angustia o ansiedad. Aproximadamente, un 15% de las llamadas están relacionadas con “conflictos relacionales de amplio espectro”, aquellos que tienen que ver con los problemas familiares, con la pareja o amigos. Y luego está el grueso de la gente que se siente sola o busca compañía al otro lado del teléfono. También se encuentran con personas con conductas suicidas y otras que están al borde de la exclusión social. El rango es muy amplio. Pizarro relata a modo de anécdota el caso de una señora que no vive en Gipuzkoa y que desde su residencia les enviaba “cartas, cuadros y dibujos” en señal de agradecimiento. “Le gustaba escribir y, además de llamarnos por teléfono, nos mandaba unas cartas muy curiosas en las que nos contaba distintos aspectos de su vida”.

La directora de la asociación al teléfono.

La directora de la asociación al teléfono.

Aunque tienen algunos rasgos en común, este no es un gabinete psicológico. “Cuando alguien llama, tenemos que hacerle una escucha empática y tratamos de que drene su carga emocional para que llegue a clarificar qué es lo que realmente le pasa”. En un segundo paso, se le ofrece una orientación, tratando de ver “en qué medida se encuentra con fuerzas para abordar el problema con mayor profundidad y poder derivarle a otro recurso”. Cuentan además con un servicio profesional gratuito de psicología, en el que “como mucho” se pueden realizar 8 sesiones de trabajo presenciales. 

La atalaya guipuzcoana

Tomando como referente el Teléfono de la Esperanza de Barcelona, la entidad guipuzcoana se mantiene “independiente” de la red estatal y reivindica un perfil diferenciado muy apegado a su radio de acción. “Eso hace que tengamos nuestro propio estilo y nuestra manera de hacer. Estamos muy vinculadas al territorio, ponemos en valor el euskera y trabajamos codo con codo con otras entidades y administraciones locales. Somos una entidad muy guipuzcoana”, sintetiza Maribel Pizarro.

El equipo está formado por una junta directiva compuesta por nueve miembros, un equipo técnico con dos profesionales de la psicología y una trabajadora social, unas 30 personas voluntarias y alrededor de 90 socios. Pizarro destaca que lo que les une a todos ellos es un “fuerte compromiso” que se concreta en “una serie de valores compartidos” que lo diferencian de una “consultoría”. “Hay quien me ha dicho que somos una especie de atalaya desde la cual vamos detectando y adelantándonos a los problemas que aparecen en nuestra sociedad. Nuestro servicio telefónico es anónimo, y la gente se siente un poco más libre para hablarnos de ciertas cuestiones que en otros lugares no hacen”. 

Yo te creo, hermana migrante

La entidad también es un balón de oxigeno para aquellas mujeres que sufren o han sufrido violencia machista. “Se les ofrece la posibilidad de ser atendidas por un profesional en un espacio en el que se les va a escuchar, acompañar y persuadir para que se pongan en manos de otros recursos especializados”, explica Maribel Pizarro. Según los datos de la entidad, en 2024 un total de 22 mujeres, muchas de ellas migrantes, han recibido asesoramiento profesional gratuito después de haber vivido en sus países de origen, o a su llegada a Gipuzkoa, episodios de violencia física o psicológica por parte de hombres. Pizarro afirma que el número de personas de origen extranjero que acuden a pedirles ayuda es cada vez mayor.

La población migrante supone en la actualidad un 10 por ciento del total de los adultos atendidos y se dispara hasta “una tercera parte en el caso de los jóvenes”. Entre los perfiles más habituales del servicio telefónico en este segmento de edad, se encuentran las chicas lesbianas -que “muchas veces arrastran un estigma”, dice Pizarro- y también algunas personas extranjeras trans que les narran sus vivencias. “Estas situaciones son nuevas, son casos que hasta ahora nunca había llegado”, afirma la directora de Gipuzkoako Itxaropen Telefonoa.

2025-03-25T15:01:47+01:00
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