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Mariló Montero es de sobra conocida por su trayectoria periodística y por unas cuantas polémicas. Pero la navarra tiene una faceta personal que se conoce algo menos y que quiso mostrar el miércoles por la noche en el programa RH+, que presenta de lunes a jueves Gorka Aginagalde en ETB 2: es una fanática de los deportes y actividades de riesgo. "Me gustan las sensaciones fuertes, muchísimo", afirmó.
Así, junto a los colaboradores del programa fueron repasando algunas de sus experiencias cargadas de adrenalina, como cuando se tiró del puente más alto del mundo. "Esos cuatro segundos, que son 780 metros de caída libre… Hay gente que vomita y se desmaya", explicaba la estellesa.
Nadar con tiburones... y tocarlos
También nadó con tiburones en Bahamas. Pero no en un acuario, sino en pleno océano Atlántico. "El instructor de Bahamas subió cabreado contra mi instructor diciendo: 'Esta tía está loca'. 'She’s crazy, she’s crazy!". Era una locura". Además, Montero se empeñó en tocar la piel del escualo. "Yo no me pongo guantes para bucear porque me gusta tocar todo, aunque luego me dé irritaciones porque tocas una anémona o unas cositas y te pican… Quería saber qué piel tenía el tiburón toro. Es una piel suave, muy suave".
Y cuenta que pudo pasar algo grave en ese momento. "Ese casi me pega un bocado porque yo todavía no había hecho fotografías buceando. Me había colgado una cámara de fotos que me había prestado un compañero. Y en uno de mis movimientos el brillo de la cámara le dio reflejo en los ojos y la miró. Como siempre llevamos un palito en la mano le di y movió el hocico".
Agujeros negros y paracaídas
En sus experiencias buceando no se conforma con ver tiburones o el resto de fauna marina, sino que siempre tiene que ir un poco más allá. "Hay una cosa que también me gustaba hacer, que también es un poco de locas porque es suicida, porque la presión bárica te revienta. Me gusta encontrarme como si yo estuviera en la punta del Himalaya pero en el fondo marino. Cuando ves que hay un agujero negro a mí me da curiosidad por ver hasta dónde me lleva. Me da vértigo de placer. Entonces me pongo con mi neopreno y mis aletas y me tiro para ver hasta dónde llego. Entonces siempre está el instructor agarrándome de la aleta porque no tengo límite".
También ha probado la sensación de saltar en paracaídas desde 4.000 metros con María Casado, cuando ambas compartían mañanas, cada una con su programa, en La 1, donde se daban el relevo. “A María la tiré y todavía se acuerda. Lo que gritó ella", rememora.
Metió la cabeza en un cocodrilo
Pero lo que más llamó la atención a presentador y colaboradores es cómo la comunicadora navarra metió la cabeza en la boca de un cocodrilo. "Estaba viviendo en Miami, terminé no sé dónde, lo típico que te llevan de paseos para conocer zonas nuevas. Me llevaron en una lancha por unas marismas muy verdes...Y me dijeron: ‘Mira hay unos cocodrilos por ahí. ¿Quieres tocar uno?’. Y dije: ‘Pues sí’. Y pararon la lancha. Me dijo: ‘¿Quieres meter la cabeza en el cocodrilo?’. Y pensé: bueno, si me lo ofrece es porque no me va a comer la cabeza". Y lo hizo.
Eso sí, explica que esa acción en teoría tan arriesgada "tiene truco. Cogen al cocodrilo, le dan la vuelta, lo ponen patas arriba, él pierde un poco de oxígeno por lo visto y entonces le dan la vuelta, le abren la boca, metes la cabeza, le ves la campanilla, dices: 'Buena dentadura' y sacas la cabeza”.
Mariló asegura que siempre ha querido que sus hijos también vivan esas emociones tan intensas. "Los subí en globo, los llevo a bucear, los tiro en paracaídas, yo quiero que vivan experiencias fuertes". Pero aún no sabe cuál es su próximo reto: "Tengo que buscar una cosita fuerte, tengo que pensarlo".