N es un hombre que quiere, por todos los medios posibles, entrar en la cárcel. Hará todo lo que está en su mano por conseguirlo. Esa es la premisa de Escape, la nueva película escrita y dirigida por Rodrigo Cortés, y con producción ejecutiva de Martin Scorsese que acaba de llegar a las salas de cine.
¿Cómo llegó a sus manos esta historia, la de Escape?
La historia nace de la mente de Enrique Rubio, el autor de la novela Escape, por mucho que luego haya cambiado en su adaptación al cine. Leí esta historia hace tal vez ocho o diez años, mucho antes de que se publicara, cuando Enrique me enseñó el borrador. Le dije que me gustaba mucho la historia, pero que no encontraba una manera de adaptarla al cine porque era muy distinta. Era una historia de un chaval de dieciocho años con síndrome de Asperger educado por sus padres, sin mostrarle las verdaderas reglas, y que al salir por fin se siente tan abrumado que busca en la cárcel la reclusión que echa de menos. La historia de la película es muy distinta, porque su premisa no me abandonaba, y años después seguía instalada en mi cabeza, la premisa contraintuitiva y paradójica de un hombre que voluntariamente quiere ir a la cárcel por todos los medios. Un día hablé con Enrique y le dije: “Creo que si me permites traicionar la novela, sabré honrarla”. Me dio su bendición, y comencé a escribir manteniendo el ADN vitriólico de la novela, pero generando una historia distinta, con personajes distintos y diálogos distintos.
¿Desde el principio imaginó a Mario Casas en el papel de N?
Cuando acabé el guion y empecé a elaborar la carta de los Reyes habitual, pensando en qué intérprete sería el idóneo para cada personaje, pensé de inmediato en Mario por varias razones. Porque tiene la edad exacta del personaje, no se me ocurren muchos competidores de su edad capaces de hacer lo que hace Mario. Mario tiene un enorme talento y además una gran capacidad de riesgo. Es un actor muy valiente, muy guerrero y muy insensato. Y sentía que estaba en un periodo de su carrera en que iba a atreverse a lanzarse del octavo sin preguntar si había red debajo. Y efectivamente, me dio toda su confianza, que traté de honrar generando circunstancias para que sucedieran cosas únicas para las que ni él ni yo estuviéramos completamente preparados. Creo que ha hecho una interpretación deslumbrante, hipnótica, dolorosa, divertida y que se disuelve en un personaje muy complicado, porque es un ser entumecido que percibe el mundo casi como si fueran sonidos mitigados, y a la vez es una máquina de avanzar. Es alguien con una obsesión que pasa por encima de todo y todos, de modo que puede llenar al público de compasión infinita y empatía sin ser en ningún momento una víctima, porque enloquece a cada personaje con el que se encuentra.
Esta película le habrá traído muchas enseñanzas. ¿Nos puede regalar un consejo para afrontar las emociones más adversas de la vida?
No te va a gustar mi consejo. Mi consejo es el mismo que la sugerencia que hago a cuanto espectador se acerca a la película. Sería: “Haz como en las duchas de las cárceles, relájate y déjate hacer”.
Esta película, de todas formas, provoca reacciones muy adversas y viscerales. Donde unos encuentran un motivo de llanto, otros motivo de risa. ¿A qué cree que se debe?
Es muy buscado. Creo que se debe a que la película respeta mucho al espectador, ofreciéndole cosas que no le explica ni le cierra. La película no te dice cómo debes sentirte. Te muestra cosas que van a rebotar con tus vivencias, y que van a resonar con tu visión del mundo, y en las que múltiples cosas son verdad a la vez. Recuerdo cuando fui a ver El lobo de Wall Street, que la sala casi al completo se reía al tiempo de cosas que a mí me producían pavor, o encontraban fascinantes y divertidos comportamientos del personaje que a mí me resultaban repugnantes y preocupantes. Y eso es una muestra de respeto de Scorsese por su espectador, porque no le dice lo que debe sentir.
Versiones y formas de ver esta película, Escape, hay tantas por tanto como versiones de la fábula de la rana.
Es así. Para empezar, un libro es tantos como lectores tiene, y una película es tantas como espectadores la ven. Especialmente cuando la película es una pregunta con múltiples respuestas. Cuando alguien ve La naranja mecánica puede reaccionar de distintas maneras. Algo similar podría pasar al acabar de ver Escape. Para unos será un final feliz, para otros será un final espantoso... Y si alguien me dijera: “Dinos la verdad. Nos estás dejando pensar cuál es pero, ¿cómo es el final, feliz o espantoso?”, mi respuesta sería: “Según para quién”. Si analizamos la relación natural entre un león y una gacela en la que el león finalmente se come a la gacela, si me preguntaras si el final es feliz o no te tendría que preguntar para quién de los dos.
Además de director y guionista, es usted también escritor, y participa en el pódcast Todopoderosos. ¿Hay suficientes horas en el día para todo?
Supongo que hay que quitárselas al sueño. Esa es mi experiencia, por lo menos. Duermo muy poco, y te aseguro que no padezco de insomnio. Simplemente no me queda todo el tiempo que necesitaría para descansar apropiadamente. Así que, mi próximo proyecto ahora es dormir.