Como era habitual antes de la pandemia, los 550 alumnos del centro de enseñanza Maristak de Durango iniciaron ayer el curso escolar con el propósito fundamental de superar nuevamente el denominado Reto Cero. Desde el centro educativo llevan tiempo apostando por una jornada inaugural más lúdica en la que comienza el trabajo en equipo. El desafío de ayer fue crear un sistema que volase, que pudiera transportar a un tripulante que era un huevo y que este, llegase sano y salvo. “La situación problemática ha sido muy similar a la propuesta en 2012, pero dándole una vuelta. Siendo el primer día siempre buscamos algo simpático que enganche al alumnado para que vayan adquiriendo la metodología que después se aplica en el centro” explicó Dani Irazola, director de Maristak.
En lo que a la jornada se refiere, de 8.00 a 10.00 horas los alumnos tuvieron que dividirse en equipos de trabajo. Fue entonces cuando cada grupo profundizó en diferentes estrategias, alternativas y formulas para dar respuesta al reto. Como viene siendo habitual, todos los grupos dispusieron de los mismos materiales: una cartulina, cucharillas de material reciclable, un huevo, un vaso, celo, palillos de brocheta y palos depresores (abatelenguas que utiliza el médico).
Del total de proyectos presentados, más de un centenar, fueron los propios estudiantes los encargados de elegir la treintena más interesante. Así, cada aula estuvo representada por un proyecto que tuvieron que presentar y hacer volar en el patio. “Lo mas difícil ha sido pensar cómo hacer el avión y sobre todo qué hacer para poder conseguir que el huevo no se rompa. Confío en el trabajo que hemos hecho y estoy seguro de que volará y no se romperá”, aseguró optimista Suar Ormaetxea, estudiante del centro minutos antes de hacer volar su diseño.
Sobre las 13.00 horas, cada equipo de trabajo fue bajando al patio para presentar ante el jurado formado por profesores los proyectos realizados. Tras inscribirlos de manera oficial, tocaba hacerlos volar ante la atenta mirada de todo el alumnado. “Hay que echarle sobre todo mucha imaginación. La primera idea que hemos tenido ha sido hacer un avión de papel en miniatura y hacerlo volar. Después de comprobar que iba bien lo hemos hecho en tamaño grande, diseñar la montura para el huevo y hacer unas cuantas pruebas. Todo ha ido correctamente así que vamos a pensar que ahora ocurrirá lo mismo”, valoró Fernando Budai, antes de hacer volar el avión de su grupo.
La expectación era máxima a la hora de comprobar la fiabilidad y seguridad de los aviones. Tras disfrutar de una jornada marcada por el buen ambiente, los grupos ganadores recibieron como reconocimiento vales para poder hacer compras de comercio justo.