donostia – Martín Zubimendi (Donostia, 1999) ha disfrutado de las exhibiciones olímpicas de Usain Bolt o Michael Phelps, pero perfectamente podría haber hecho lo propio con Christian Taylor, campeón olímpico de triple salto en Londres y Río, y que se perderá la cita de Tokio por una rotura del tendón de Aquiles en el mitin de Ostrava el pasado mes de mayo. El centrocampista de la Real buscará dar su particular triple salto en Tokio después de la Copa del Rey conseguida con la Real y tras ese quinto puesto que devolverá al equipo blanquiazul a Europa.
El de la Real vive en un sueño del que no quiere despertar desde el momento en el que Imanol Alguacil le diera la alternativa aquel 28 de abril de 2019. El centrocampista donostiarra jugó los últimos seis minutos del encuentro frente al Getafe. Sin saberlo, ese fue el punto de partida de una carrera meteórica de este futbolista de tan solo 22 años que se ha convertido en un pilar indiscutible.
Apenas han pasado dos años desde ese día y Zubimendi está en la antesala de tomar parte en unos Juegos Olímpicos. Otro sueño cumplido con el que ni siquiera soñaba el jugador de la Real, que quiere ponerle la guinda a un año inolvidable con la conquista de la Copa del Rey y ese quinto puesto, logros que han tenido al centrocampista como uno de los principales protagonistas jugando con una jerarquía impropia de un futbolista que apenas lleva dos años al más alto nivel.
Su compañero de equipo y también de selección, Mikel Merino, no duda en deshacerse en elogios hacia el donostiarrra: "Desde el principio se le veía que jugaba muy bien. Tiene un físico privilegiado para ganar los duelos y para llegar a las coberturas a ambos lados de las bandas. Luego, con el balón tiene esa tranquilidad para poder jugar hacia adelante sin ningún tipo de problema".
Martín Zubimendi se crió dando patadas a un balón cerca de la playa de La Zurriola. Lo hacía con la ilusión de acabar haciéndolo en Anoeta, vistiendo la zamarra blanquiazul. Con mucho esfuerzo, dedicación y por supuesto talento, lo ha conseguido. Para ello ha tenido detrás un aprendizaje sobresaliente en todas las categorías inferiores de la Real. Recién cumplida la docena de años, el donostiarra cumplió el sueño de comenzar a entrenar en Zubieta gracias a la incorporación al equipo infantil. A partir de ahí, todo fue crecer como persona y como futbolista. Comenzó a quemar etapas de manera progresiva, pasando por el Berio y el Sanse (tres goles en 25 partidos en 2ªB) hasta llegar al último escalón. Tras el parón por el confinamiento en la primera mitad de 2020, debutó con varias titularidades en un primer equipo aspirando a luchar por puestos europeos.
Y ahora, tras un verano en el que apenas ha tenido descanso, en el que soñó incluso con formar parte del equipo de Luis Enrique para la Eurocopa –el positivo de Busquets parecía abrirle una puerta que el propio seleccionador se encargó de cerrarla, aunque eso no le impidió acudir a Las Rozas para ejercitarse en una burbuja aparte– le llega la oportunidad de la que muy pocos jugadores pueden disfrutar. Los Juegos Olímpicos de Tokio esperan al futbolista de la Real, que sigue dando pasos adelante en su brillante carrera.
Con 22 años se ha convertido en un pilar indiscutible en la medular de la Real lo que ha servido para vivir el sueño olímpico