En el año transcurrido desde que las tropas rusas comenzaran a invadir Ucrania más de 4.000 refugiados se han asentado en Euskadi, en su mayoría niños y mujeres, ya que muchos hombres se quedaron en su país para repeler al ejército de Vladimir Putin.
Aunque es difícil calcular con exactitud cuántos ucranianos hay en Euskadi como consecuencia de la guerra en su país -no hay una cifra oficial y algunos desplazados han decidido regresar- se pueden tomar varias referencias para hacer una estimación.
La primera es el número de peticiones de protección internacional temporal, que es un trámite necesario para obtener un permiso de residencia y trabajo. En estos primeros doce meses han solicitado esta protección un total de 4.046 ucranianos.
Además, 3.021 personas procedentes del país invadido han pedido la tarjeta sanitaria en Osakidetza (tanto la temporal como la ordinaria) y 982 menores se han matriculado en el sistema educativo vasco.
Primeros bombardeos el 24 de febrero
Esta crisis de refugiados tiene su origen en la decisión de Putin de invadir Ucrania. Los primeros bombardeos comenzaron el 24 de febrero de 2022 y la consecuencia inmediata fue que miles de ucranianos abandonaron su país a la carrera para huir de la guerra.
En esos primeros días de conflicto empezaron a llegar a Euskadi personas por su cuenta, de manera informal y no planificada, con lo que las instituciones vascas se encontraron de la noche a la mañana con una situación totalmente inesperada y con la necesidad de dar una primera atención de emergencia a los desplazados.
Aunque muchos refugiados tenían familia en Euskadi -no solo compatriotas, sino también familias vascas que cada año acogen a niños de Chernobil- muchos más llegaban sin tener dónde quedarse.
Apenas una semana después de aquellos primeros bombardeos, el 1 de marzo, tuvo lugar en Gasteiz la primera mesa interinstitucional-social para organizar esa primera respuesta a los refugiados y para canalizar también la ola de solidaridad ciudadana, dada la multitud de ofrecimientos particulares para ayudar a los desplazados.
Fondo Isuri
Esa fue la primera de muchas reuniones -primero semanales, luego quincenales y finalmente mensuales- en las que el Gobierno vasco trabajó codo con codo con las entidades sociales que atienden a refugiados, así como con la Delegación del Ejecutivo español en Euskadi.
Se aprobaron planes de contingencia que fueron adaptándose a medida que la situación cambiaba y se lanzaron varias líneas de ayudas para refugiados agrupadas en el llamado Fondo Isuri, dotado con 15,1 millones de euros.
A través de él se han concedido prestaciones económicas a los refugiados, se ha prestado ayuda psicosocial a los desplazados y a sus familias de acogida, se han creado grupos locales de acogida para favorecer su integración y se ha brindado apoyo extraescolar a los niños ucranianos.
Las primeras semanas tras la invasión rusa fueron de un trabajo intenso ya que fue necesario articular en poco tiempo una respuesta a una oleada de refugiados que nadie esperaba porque nadie contaba con una guerra dentro del continente europeo.
Un año después la situación es más estable. A cierre de 2022 solo 239 desplazados ucranianos ocupaban una plaza en el servicio de primera cogida del Sistema de Acogida de Protección Internacional y Temporal (Sapit), muy lejos de las 627 personas que necesitaban este tipo de alojamiento en abril de 2022.
No obstante, la duración del conflicto en Ucrania es incierta y mientras perdure será necesario mantener los mecanismos para atender a los más de 4.000 refugiados que dejaron atrás su vida, su casa y su país para huir de la guerra.