La carrera del siglo. Así definió Emerson Fittipaldi al Gran Premio de Abu Dhabi, el epílogo del campeonato. El brasileño fue en 1974 el primer piloto campeón de la historia que llegó a la última carrera de la temporada empatado a puntos con un rival. Max Verstappen es el segundo, después de verse ahogado en la desdicha y de ver renacer sus opciones hasta en tres ocasiones en el circuito Yas Marina, donde Lewis Hamilton rodó acariciando el título hasta la última vuelta, la que decidió la victoria y la corona. Mad Max gozó de un golpe de fortuna, de un accidente que anuló la ventaja de Hamilton y que le permitió jugarse el Mundial a una vuelta, en la que gracias a sus neumáticos blandos se proclamó campeón.
Hasta entonces, todo pintó feo para Verstappen. Autor de la pole, se quedó clavado en la salida. Perdió la primera posición en los metros inaugurales y la ventaja de salir con gomas blandas en lugar de las medias que montaba Hamilton, que asaltaba el liderato nada más arrancar la carrera. Brillante el británico.
Hijo de la necesidad, Verstappen lanzó el coche en el vértice de la curva 6. Recuperó la cabeza atacando por el interior. Hamilton, estrangulado, hizo un recto, se saltó la curva 7 y saliendo con mayor velocidad se aupó de nuevo a la cabeza. Nacía la polémica. Dirección de Carrera decidió no investigar la maniobra del británico. Michael Masi, el atareado director de Carrera, consideró que Hamilton "había sido forzado por Max" a abandonar la pista. El británico únicamente tuvo que devolver el tiempo ganado, no la posición. Hamilton ponía pies en polvorosa. Las opciones de Verstappen se difuminaban.
Además, siguieron lo problemas. "La ruedas traseras empiezan a decaer un poco", reportó Verstappen en la vuelta 9, cuando cedía 2,4 segundos. Mad Max necesitaba estirar la vida de sus neumáticos veinte vueltas para poder emular la estrategia de una sola parada de Hamilton. Sin embargo, ya estaba desangrándose. Por contra, el británico enlazó tres vueltas rápidas seguidas y elevó la diferencia hasta los 4,5 segundos. La victoria empezaba a cobrar forma. Hamilton rompió el equilibrio.
En la vuelta 14 Verstappen completó el cambio de calzos. Montó duros. Un giro después Mercedes replicó el plan de Red Bull. Paró Hamilton para cubrirse. El británico dejó del box con 5 segundos de ventaja.
Red Bull jugó todas sus bazas. La victoria se escapaba. Mantuvo a Sergio Pérez en pista, como nuevo líder, para tratar de frenar a un Hamilton que elevó a 9 segundos su margen sobre Verstappen. Lo consiguió. En dos vueltas épicas del mexicano, que se vio rebasado y recuperó la cabeza, redujo la ventaja de Hamilton sobre Verstappen a menos de 2 segundos. "Checo es una leyenda", expresó Verstappen, que prácticamente volvía a nacer. Su compañero de equipo le acababa de conceder una vida extra. El sábado ya le había impulsado a la pole dándole rebufo.
"Es un largo camino para estos neumáticos", advirtió Hamilton, que de inmediato marcó una vuelta rápida. En el trigésimo giro engordaba su renta hasta los 4 segundos. Poco antes, en el 26, Kimi Raikkonen se despidió de la F-1 con un trompo y un golpe contra las protecciones.
La aparición de un coche de seguridad virtual invitó a Verstappen a realizar un segundo cambio de neumáticos; Red Bull debía hacer lo opuesto a Mercedes; debía lanzar monedas al aire. Si Verstappen ya cedía 5 segundos con respecto a Hamilton, la distancia creció hasta los 17. Si bien, el neerlandés pasaba a rodar con gomas nuevas y las del británico sumaban 22 giros y quedaban otros tantos.
Para sumar emoción, Verstappen comenzó a firmar vueltas rápidas. "No sé si podré llevar este ritmo hasta el final", alertó Hamilton. Parecía que Max podría fabricar una nueva oportunidad, pero Lewis congeló su margen en los 11 segundos, enfilado hacia su octavo título. Christian Horner, director de Red Bull, agachaba la cabeza. A falta de diez vueltas aceptaba que solo un milagro podría coronar a Verstappen. Sucedió, como si fuera la obra del guionista más caprichoso de una temporada épica, histórica. Como un antojo de los hados.
El golpe de fortuna que decidió el título
En el giro 53 de los 58 previstos un accidente de Latifi provocó la entrada del safety car. Las diferencias se anularon. Verstappen, segundo y con margen para una parada gratis, visitó el box y calzó gomas blandas; Hamilton se mantuvo en pista. Las opciones del neerlandés renacieron con un golpe de fortuna que se antojaba decisivo. Pero€ ¿habría tiempo para sacar el coche de Latifi de la pista y dar alguna vuelta? Lo hubo. La prueba se relanzó a una vuelta del final. La carrera y el Mundial se decidiría en el último abrazo a Yas Marina, con Hamilton en cabeza perseguido por Verstappen. En la quinta curva, Mad Max lanzó el ataque definitivo. Adelantó a Hamilton, quien trató de reaccionar emparejándose al nuevo líder, pero Verstappen se protegió para alzar su primer título y enterrar la gloriosa etapa de Mercedes. El podio lo completó Carlos Sainz. Mercedes se llevó el consuelo de alcanzar el octavo título consecutivo del Mundial de Constructores.