Mejoría pero insuficiente. Es lo que suele ocurrir cuando el punto de partida está a un abismo de distancia del aprobado. Y, desgraciadamente, el del Deportivo Alavés se encontraba en las catacumbas. El equipo ha mostrado un evidente paso adelante en sus prestaciones pero no le ha servido para modificar el balance de sus anteriores comparecencias. Ante el Espanyol ha sumado su quinta derrota consecutiva del curso, continúa sin estrenar su casillero y las dimensiones de la crisis cada vez son más preocupantes. Más todavía teniendo a la vuelta de la esquina la visita del vigente campeón de Liga, el Atlético de Madrid, este sábado a Mendizorroza.
El encuentro arrancó con un susto de infarto para el Alavés. Sin tiempo apenas para comenzar a sudar, el enésimo error defensivo permitió a Baré internarse sin oposición por la banda derecha del ataque perico y servir a Raúl de Tomás para que, en el área pequeña, batiese a Pacheco con un remate en semifallo. Era apenas el minuto dos de la contienda y todo el castillo de naipes vitoriano parecía desmoronarse a las primeras de cambio. Sin embargo, el VAR acudió en ayuda de los de Calleja para alertar de un fuera de juego en el origen de la acción. Gol anulado por lo tanto y vuelta a la tranquilidad.
Al menos relativa. Porque si bien es verdad que este golpe no provocó que El Glorioso se desmoronase como en anteriores citas, tampoco terminó de despertarlo. Así, en el minuto 17, Morlanes ejecutó un pase en profundidad a la espalda de los centrales ante el que Pacheco se quedó a media salida y de nuevo RDT apareció para controlar a la perfección y superar al extremeño por bajo. Segunda llegada del Espanyol y segundo gol. Un tanto que corrió la misma suerte que el primero y afortunadamente se quedó también en nada al certificar el VAR la posición antirreglamentaria del delantero madrileño.
Salvado de nuevo por los elementos, el Alavés exhibió a partir de ese momento más consistencia. Su presión sobre la salida de balón del rival comenzó a generarle algún problema y, poco a poco, comenzó a tener algo de presencia en el terreno de juego blanquiazul. Con Luis Rioja –cambiado en esta oportunidad a la banda derecha para ceder su puesto habitual en la izquierda a Manu García– de nuevo como principal estilete. Dio el primer aviso el sevillano con un disparo desde la frontal del área a la media hora que obligó a Diego López a emplearse a fondo. Y lo siguió intentando con asiduidad provocando varios saques de esquina que dieron confianza y oxígeno al equipo vitoriano.
Así se fue consumiendo el primer periodo hasta el descanso sin que ninguno de los dos contendientes fuera capaz de alterar el pulso del rival. Hasta que en el minuto de descuento señalado por el árbitro, en una acción aparentemente sin transcendencia, Joselu se sacó un disparo con veneno desde fuera del área que Diego López desvió como pudo. La retaguardia catalana se durmió y Martín se encontró con el rechace para poder rematar sin oposición desde la esquina de la zona de castigo. Su chut, sin embargo, salió demasiado cruzado echando al traste la mejor ocasión vitoriana.
Inocente penalti
Este epílogo se convirtió en una inyección de esperanza para la reanudación en el bando albiazul pero, desgraciadamente, el jarro de agua fría no tardó en llegar.
Después de que Guidetti volviese a poner a prueba a Diego López con un disparo desde el interior del área, el Espanyol respondió con una internada por la banda izquierda de su ataque que concluyó con un centro al segundo palo sin peligro. Allí apareció Morlanes para conectar un remate que, para cumplir con la implacable ley de Murphy, tocó en el brazo de Rubén Duarte cuando intentaba obstaculizarlo. Melero López señaló el punto de penalti y, a la tercera, De Tomás logró que su gol subiera al marcador.
Ante la enésima desgracia de la temporada El Glorioso se mantuvo en pie y buscó con ahinco el empate que le hubiese permitido llevar algo de oxígeno a sus necesitados pulmones. Especialmente por la banda derecha, donde Martín y Rioja pusieron en jaque a la zaga local. Faltó, sin embargo, el acierto en el último pase para llegar al gol. Lo tuvieron cerca Sylla en un centro del vitoriano a la hora de juego y De la Fuente en el descuento tras una dejada de Joselu pero el milagro no se produjo y el Alavés continúa hundido en su propia impotencia pese a la mejoría. El sábado, le espera otro duelo a vida o muerte.