El primer pulso del nuevo Gobierno italiano de los ultraderechistas Giorgia Meloni y Matteo Salvini con las ONG que salvan inmigrantes en el mar terminó ayer con el triunfo de las organizaciones humanitarias, tras lograr el desembarco de cientos de personas retenidas por decreto en el puerto de Catania.
El Ejecutivo lleva poco más de dos semanas en el poder, pero ya ha emprendido una batalla prometida en campaña: dificultar la labor de las asociaciones que salvan inmigrantes en el Mediterráneo, a las que acusa de fomentar el flujo desde África.
En los últimos días llegaron cuatro naves humanitarias al límite de las aguas italianas: dos noruegas, la Ocean Viking con 234 inmigrantes y la Geo Barents con 572; y dos alemanas, la Rise Above con 95 y la Humanity 1 con 179. Todas estas personas –entre ellas cientos de menores y algunas embarazadas– habían sido rescatadas en aguas internacionales.
El vicepresidente y ministro de Infraestructuras, Matteo Salvini, con competencias portuarias, ordenó, por decreto, que solo desembarcaran los que, previa inspección médica a bordo, fueran considerados vulnerables.
Pese al rechazo inicial de unas personas a las que el ministro de Interior, Matteo Piantedosi, mano derecha de Salvini, llamó “cargamento residual”, su desembarco fue autorizado a regañadientes la noche del martes. Para ello fue precisa una segunda inspección médica que constató que los “rechazados” en los dos barcos –a los que la prensa no pudo subir– sufrían dolencias psiquiátricas, un brote de sarna en uno y una huelga de hambre en el otro.