En Estudio Artenea, un pequeño local situado en el corazón del bilbaino barrio de Ibarrekolanda, hemos podido hacer un emotivo y sentido viaje al pasado. Su propietario y profesor, Oskar Gorroño, ha puesto al fin y al cabo imágenes a los relatos que con el paso de los años ha ido recabando la escritora bilbaina Begoña Garrido, y juntos han conseguido dar forma al mejor homenaje posible para todos aquellos niños y niñas que durante la Guerra Civil española tuvieron que decir adiós a todo aquello que conocían -su hogar, sus amigos, su familia- y embarcarse en un viaje que les llevaría muy lejos de sus casas sin saber siquiera cuándo podrían regresar a los brazos de sus padres y madres.
El resultado de tan arduo trabajo lo podemos ver en Memorias del exilio, una novela gráfica publicada tanto en castellano como en euskera que ahora corona el escaparate de este estudio por el que cada semana pasan muchos niños y adultos que no han podido evitar detenerse a admirarla. Y es que, como ya pudieron comprobar en las presentaciones que han llevado a cabo de esta novela, muchas familias tienen una historia similar que contar. Ese es, al fin y al cabo, uno de los efectos que provoca la guerra, el exilio. “Mi abuela se fue con su madre y sus hermanas, junto a un hermano pequeño, y los hombres estaban en la guerra. Ella fue acompañada de su familia, y en las entrevistas a otras personas vi que para quienes se habían ido con siete años solos la experiencia no tenía nada que ver”, comparte Garrido.
Y es que aquí han configurado un homenaje, no solo para quienes se tuvieron que ir entonces, sino para quienes hoy también tienen que abandonar sus hogares. “Al final son niños que salen como refugiados de guerra y familias que se acercan a los puertos y se ofrecen a ayudar. Lo que más expresaban las personas a las que entrevisté era la gratitud hacia el país de acogida o las personas que les habían tenido en sus casas durante esos años”, asegura la escritora, mientras Gorroño añade: “El sentimiento que se repite una y otra vez es la gratitud”. Porque otro de sus deseos ha sido poner voz, rostros y nombres a aquellas personas que tuvieron que huir, más allá de las cifras.
Y lo han conseguido con creces. Y es que, ahora que acabamos de dejar atrás el día de Reyes, podemos decir que nos han brindado tres regalos: el propio libro que ha servido de homenaje para aquellos que les han prestado su voz, han invitado a su vez a otros a alzar la voz y contar aquello que llevaban años guardándose para sí y también han acercado este pedacito de historia a los jóvenes que conciben como algo muy lejano, propio de una clase de historia, todos estos sucesos que realmente forman parte de nuestro pasado más reciente. “Es parte de nuestra identidad”, explica al fin y al cabo Garrido. “Es importante que las nuevas generaciones conozcan esta historia, porque si la historia no se conoce se repite”, resume.