Gipuzkoa

Cueva de Aitzbeltz: grafitis, osos, monedas y leyendas

El espeleólogo Angel Mari Tobajas fue el encargado de desentrañar los secretos de Aitzbeltz.

La cueva de Aitzbeltz, un enclave cargado de misterio y rodeado de leyendas sirvió de punto de encuentro al Motxaila Eguna el pasado fin de semana en Mendaro. Una treintena de personas completó la ruta desde el casco urbano hasta esta gruta situada en la zona más profunda del valle del Kilimon para sumarse a la cita. Tras recuperar fuerzas con un hamarretako, tuvieron la ocasión de conocer las particularidades de este enclave de la mano de Angel Mari Tobajas, miembro del colectivo espeleológico Morkaiko Leizarpe.

La galería cuenta con algún paso angosto pero no impide su visita.

Aitzbelz es una cavidad modesta, de apenas 200 metros de desarrollo. La mayor parte del recorrido tiene altura suficiente para transitar por ella sin problemas, a lo que ayuda también que su suelo es plano. Hay un tramo que exige agacharse para superar la parte más angosta de la cueva, pero el esfuerzo merece la pena. De hecho, es una de las cuevas más visitadas del Bajo Deba, y prueba de ello son la infinidad de grafitis con nombres de personas, muchas de ellas ya desaparecidas, que pueblan sus paredes. “Las firmas más antiguas datan de mediados del siglo XIX. Hay nombres escritos con lápiz y otros con pintura, y son los primeros los que mejor están aguantando el paso del tiempo, a pesar de ser más antiguos”, indicó Tobajas .

En la primera mitad del recorrido destacan las vistosas columnas que acompañan la marcha de los que la visitan. Más adelante se localizan varias oseras, pequeñas oquedades hechas en el suelo por los osos que poblaban la zona. Las coladas y las estalagmitas ganan protagonismo a medida que la cueva gana en altura. De hecho, la última sala recibe el nombre la Sala de las Coladas por la abundancia de este tipo de formaciones geológicas, y da paso a un pozo de 25 metros de profundidad en cuyo interior se han localizado monedas antiguas. “Se encontró una moneda de Fernando VII (1811-1833), otra fechada en 1870 y otras de épocas más recientes. Se podría pensar que estamos ante un pozo de los deseos, pero la realidad es más prosaica. Creemos que las lanzaron para ver la profundidad que podía tener el pozo”, manifestó Tobajas.

Siete cuevas cuya visita no te dejará cerra la boca Juan MIguel Ochoa de Olza | NTM

26/03/2023