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Vida y estilo

Menorca: la isla de la calma

Esta isla balear es uno de los puntos turísticos favoritos para los españoles y europeos, gracias a sus más de 100 calas y playas

Situada al noreste de Baleares, y con una población de algo más de 94.000 personas, Menorca es uno de los puntos turísticos favoritos para los españoles y europeos, gracias a sus más de 100 calas y playas, sus agradables temperaturas, las 2.630 horas de sol anuales y su cercanía (está situada a una hora en vuelo de las principales ciudades españolas y a menos de dos horas de las principales capitales europeas).

Menorca: mucho más de lo que se puede ver

1,5 millones de turistas disfrutan cada año de los atractivos de Menorca. un territorio singular, una especie de iceberg de naturaleza y sosiego en el corazón del Mediterráneo occidental. Iceberg porque ofrece mucho más de lo que uno puede ver a simple vista, porque esconde gran parte de su riqueza, solo accesible para aquellos que buscan y logran descubrir su esencia.

 

En apenas 700 kilómetros cuadrados se concentra un peculiar mosaico natural y paisajístico, lleno de matices y contrastes. Sus dos extremos, de este a oeste, están a 53 km de distancia y en el centro se eleva Monte Toro, con 358 metros de altura.

Al norte, una costa hipnótica, agreste y salvaje, de escasa vegetación, con playas e islotes de arena rojiza y oscura. Al sur, unos bellos y envolventes barrancos y la estampa más paradisíaca de calas de arena blanca y aguas turquesas rodeadas de bosques.

El clima es especialmente suave y templado. La fuerza de la tramontana es una de las singularidades de la isla, un viento con la fuerza suficiente para modelar el paisaje de una tierra dividida administrativamente en ocho municipios: Maó, Ciutadella, Alaior, Es Castell, Sant Lluís, Es Mercadal, Ferreries y Es Mig jorn Gran.

Playas

El entorno natural más preciado que tiene Menorca son sus playas. En sus 216 km de litoral, la isla concentra cerca de ochenta arenales, además de numerosas calas y calones encajados en el perfil costero que, por sus bellos paisajes y sus aguas transparentes, son auténticos enclaves de ensueño para disfrutar de una jornada junto al mar.

Con 2,5 km de longitud, Son Bou es el arenal más grande. Los más pequeños apenas alcanzan los 100 metros. Pero el tamaño no importa cuando se trata de auténticos paraísos naturales en uno de los destinos mejor conservados del Mediterráneo.

La misma curiosa geología que divide la isla en dos partes, tramontana y mig jorn, es también la responsable de que las playas de la costa norte y la costa sur de la isla tengan colores, tipos de arena, formaciones rocosas y características distintas.

Costa norte

En la costa norte predominan los tonos tierra, ocres y dorados, con paisajes más salvajes y agrestes. Además de impresionantes playas y calas, el norte también ofrece grandes experiencias bajo el agua para los que practican snorkel o submarinismo. Puede que Cala Pregonda sea la playa virgen más famosa, pero rivalizan con ella en belleza otras como Cavalleria o Cala Pilar.

En el impresionante paisaje de La Vall conviven juntas otras dos playas hermanas e igualmente bellas bajo el nombre común de playas de Algaiarens: la de Es Bot y la de Es Tancats. También se dan casi la mano Cala Presili y Cala Tortuga, en la zona protegida del Parque Natural la Albufera des Grau.

Los que prefieren playas algo más urbanas, pero igualmente con un entorno espectacular, pueden optar por Cala Morell, Arenal de Son Saura (Son Parc), la extensa Es Grau o Cala Mesquida.

Costa sur

En cuanto a la costa sur, son sus aguas turquesas, arenas blancas y bosques que ofrecen sombra casi a primera línea de mar, los que ejercen una atracción casi irresistible. Entre los entornos vírgenes destacan las dos playas de Son Saura, las famosas Cala en Turqueta, Cala Macarella y Macarelleta, así como Cala Mitjana y Mitjaneta, o Trebalúger y Cala Escorxada, dos auténticas joyas más tranquilas porque hay que caminar un buen tramo para llegar a ellas.

También es ideal Binigaus, la playa virgen más extensa de la costa sur y fácilmente accesible para pasar el día, o la minúscula Atalis, al fondo del arenal de Son Bou. De las playas urbanizadas de la costa sur destacan Son Xoriguer; la majestuosa Cala Galdana, casi siempre calmada debido a la forma de sus acantilados; la alargada Sant Tomàs; Cala en Porter; Binibèquer, Punta Prima y Binissafúller, entre otras ensenadas de la zona de Sant Lluís.

Reserva de Biosfera

A lo largo de los años, la mano del hombre ha transformado el entorno de forma sabia y respetuosa y el desarrollo de la actividad económica ha sido compatible con la preservación del patrimonio natural y paisajístico. Gracias a este estrecho vínculo entre hombre y territorio la isla, en toda su extensión, fue declarada Reserva de Biosfera en octubre de 1993. 

El Parque Natural de la Albufera des Grau –formado por una laguna salobre, un tramo costero, una zona marina y varios islotes que suman una superficie de más de 5.006,7 hectáreas–, es el núcleo de la Reserva de Biosfera. Las zonas húmedas tienen especial interés como entornos de nidificación para aves rapaces y acuáticas.

Por su parte, los barrancos ofrecen paisajes muy atractivos y una gran diversidad de especies de flora y fauna. A su riqueza vegetal, con ejemplares endémicos, hay que sumar la presencia de especies amenazadas, como el milano real o la lagartija balear.

Las dunas, los torrentes, los barrancos, los conjuntos forestales de encinas, acebuches o pinares, incluso las praderas sumergidas de posidonia que favorecen la conversación del litoral arenoso, forman parte de la singularidad de Menorca como Reserva de Biosfera.

Tierra milenaria

Menorca es una tierra milenaria que atesora un vasto patrimonio arqueológico, único en el mundo. Esparcidos por todo el territorio, se levantan monumentos que gozan de un magnífico estado de conservación y que son testigos de excepción de los más de 2.000 años que los separan de la época en la que fueron levantados.

La densidad de yacimientos arqueológicos también es insólita: hay dos monumentos por quilómetro cuadrado, formando parte indisociable del paisaje menorquín. 

El camí de Cavalls

La mejor forma de descubrir la imponente naturaleza de Menorca es a través del Camí de Cavalls, un itinerario de 185 kilómetros que bordea todo el perímetro insular atravesando todo tipo de paisajes.

De origen incierto, se sabe que el Camí de Cavalls ha servido durante siglos para comunicar las distintas torres de defensa construidas para vigilar y salvaguardar la isla de eventuales ataques e incursiones. Con funciones muy diversas a lo largo de la historia, este camino se recuperó para uso público en el año 2010 y hoy en día forma parte de la red de rutas de gran recorrido europeo con el identificativo GR-223.

El kilómetro 0 de este circuito circular está situado en el puerto de Maó, pero las veinte etapas en que se divide el camino, perfectamente señalizadas con pequeños postes de madera, se pueden descubrir al ritmo y con la intensidad que plazca a cada excursionista: como un simple paseo o como un reto deportivo. Sea cual sea el objetivo, bordear la isla es una experiencia única para apreciar la inmensa riqueza natural y patrimonial que atesora Menorca.

2023-05-03T07:45:28+02:00
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