Araba

Menos patatas en Álava por culpa del calor

El clima casi tropical merma la producción en Álava, aunque no la calidad
Cosecha de patatas en Valdegovía. | FOTO: P. J. PÉREZ

No siempre el calor es bueno para determinados cultivos y menos cuando en un año como este la ausencia de lluvias ha inquietado a los productores y ha obligado a gastos suplementarios en bombeo de agua y en cantidad de riegos, incluso desde su nacimiento, como detalla a continuación uno de los responsables de la cooperativa Udapa, Jon Legorburu. Sin embargo, la estructura organizativa de este sector, básicamente a través de cooperativas y con contratos, como reconoce el diputado de Agricultura, Eduardo Aguinaco, da estabilidad a las organizaciones y a quienes producen las patatas.

Explica Jon Legorburu que después de la primavera y verano que hemos tenido, “la verdad es que hay una merma de producción. Estamos hablando que habrá entre un 15 y un 20% menos de patatas”. La recogida está todavía en sus comienzos, pero para los técnicos está claro que “lo que estamos recibiendo es más terciado su tamaño que otros años por esa merma, pero las patatas que están entrando en la cooperativa la verdad es que su calidad es buena. El tamaño es un poco más corto, pero en calidad no tenemos defectos, no se están viendo cosas raras”.

La causa está en “el calor, las altas temperaturas, que ya empezaron desde el principio del cultivo allá por el mes de mayo con aquellas olas de calor, cuando tuvimos que comenzar a regar patatas para su nacimiento, algo que llevamos años sin hacer” y se mantuvo “porque en la primavera y el verano las repetidas altas temperaturas que hemos tenido, unido a que en las noches no ha refrescado tampoco –y eso a la patata le afecta mucho– se nota también”.

Afortunadamente, aunque hay merma de producción, la calidad de las patatas es buena. Aunque ha sido un tiempo tan caluroso “no hemos visto apenas problemas de mildiu, casi no ha habido tratamientos y no se ve ninguna patata tocada, ni tenemos problemas de hongos”. En definitiva, aunque estas temperaturas que afectan a la cantidad de producción, si han favorecido a que no haya habido problemas de mildiu, hongos u otros.

En cuanto a las previsiones de volumen, aún es pronto para calcular la cantidad de cosecha, “pero calculamos que andarán entre 36/40 toneladas por hectárea. En ese rango. Habrá fincas que igual se queda en 34 y otras que podrán tener 43, pero calculo que entre 36/40 toneladas será la media de toda la superficie que tenemos en Udapa”, añade Jon Legorburu.

A las causas climáticas de la merma de producción no son ajenas el hecho de que algún productor haya decidido no trabajar la patata este año, como ya anunció Udapa a principios de verano. “El tema de precios, de abonado, los costes del gasoil y demás, ya que es un cultivo que requiere mucha inversión, nos ha ocasionado, en la cooperativa, una merma de un 6/7% de superficie con respecto al año pasado. No ha sido exagerado, pero sí que ha habido una merma. Al final, la gente que siembra patatas todos los años, siembra parecida, no es como otros cultivos. Este requiere mucha maquinaria y mucha inversión”.

Udapa, sin embargo, no se conforma y busca nuevas alternativas que puedan trabajarse en Álava con las perspectivas que apunta el cambio climático y la subida generalizada de temperaturas. Por ello está experimentando con nuevos productos.

En ese sentido, Legorburu anticipa que “hemos hecho unas pruebas con el boniato, pequeñas, de dos hectáreas, y esperamos recogerlo más tarde porque el ciclo ronda los cuatro meses, un mes más que la patata”.

El momento de ver resultados será “a finales de septiembre o principios de octubre, cuando recolectemos, y veamos si se adapta bien a estos climas. La verdad es que este año le va muy bien, porque el boniato es de clima tropical. En principio va bien, hemos hecho alguna pequeña cata y el cultivo va bien y esperamos ver al final cómo ha salido y hacer una valoración de si podemos hacer algo más con esta zona, porque se hace mucho en Cádiz, Sanlúcar de Barrameda, Málaga… Es un cultivo que todos dicen que cada vez se vende más”.

De todas formas y en cualquier caso, lo de este año ha sido una prueba “porque sabemos que es un cultivo muy manual, que hay que recoger a mano, sembrar a mano y al ser tan manual veremos hasta qué punto se puede desarrollar”.

Fortaleza de las cooperativas

El diputado de Agricultura, Eduardo Aguinaco, coincide en esa merma de producción, aunque otras cooperativas si han aumentado algo la superficie. Por ello señala que aún “estamos en los inicios y algún agricultor ha comenzado ya la recolección, fundamentalmente de la cooperativa Udapa, y la previsión después de un año tan seco es que puede tener un descenso entre el 5 y el 10 por ciento de una cosecha media”.

Añade que a través del muestreo que las propias cooperativas han realizado “hay que tener en cuenta que en Álava, este año, hay 1.202 hectáreas sembradas, un poquito más que el año pasado porque se ha recuperado algo la siembra y aproximadamente el 55 por ciento de la superficie va destinada a consumo y el 45 por ciento va a siembra. Hay por tanto, para consumo, 668 hectáreas y para siembra 535, aproximadamente.

Como es conocido, dentro de lo que son las orientaciones, de lo que va a consumo una parte se destina a consumo en fresco tanto para patata de transformación o patata frita y otro porcentaje, por parte de la cooperativa Udapa va destinada para su tratamiento en fresco, para patata embolsada y también la línea de V Gama que tiene Udapa de producto transformado, como patatas a la panadera, ensaladilla, bravas…

Detalla el diputado que además de la patata de consumo, está la patata para semilla, que es un cultivo tradicional en Álava, fundamentalmente para algunas comarcas, como son Montaña Alavesa, la Llanada oriental, “un sector que se configura a través de cooperativas porque está muy organizado, tanto comercial como productivamente. La patata para siembra tiene unos valores de cantidad más bajos, pero un mayor valor añadido porque tienen ese destino de ser para semilla, para producir, especialmente en los mercados tradicionales de Álava, como son Galicia, Castilla y León o Andalucía”.

El responsable foral sostiene que el cultivo se mantiene muy estable en los últimos años. Incluso se ha producido un repunte con la puesta en producción de alguna hectárea más en esta campaña. “Está muy consolidado. Una parte de esa consolidación viene por la fórmula de estar organizada productiva y comercialmente a través de cooperativas. Esas cooperativas tienen contratos, contratos con la gran distribución como el caso de Udapa, como en Garlan, con las empresas de transformación.

Es una realidad que los agricultores “han visto incrementados sus costes”, porque “es un cultivo que tiene altos costes de producción y este año se han visto incrementados con los costes del gasoil, registros sanitarios, fertilizantes, incluso energía para aquellos que hayan utilizado bombeo eléctrico para regar”. Pero es un sector que se mueve en base a contrato, con el cual el agricultor “tiene una mayor estabilidad y tiene un horizonte con mayores garantías que con otros cultivos que no tienen esta estructura contractual. Hay que tener en cuenta que el cultivo existente es muy mecanizado, pero muy exigente.

En ese sentido, Aguinaco explica que “tenemos agricultores con muchísimo conocimiento porque es un cultivo tradicional donde la profesionalidad del sector se nota, con un alto nivel de asesoramiento por parte de las cooperativas, que están muy atentas a las demandas tanto de la gran distribución como del consumidor y es, por tanto, un cultivo básico para Álava”. Añade que “lo es porque es un cultivo tradicional y porque facilita las rotaciones rompiendo la tendencia a una mayor presencia de los cereales y eso justifica la red de regadíos que tenemos en Álava y que venimos impulsando desde la Diputación”. Y aclara que “nos interesa impulsar el regadío, que tiene un valor añadido, porque desarrolla cultivos especializados y cultivos organizados, como éste, desde la producción y sobre todo desde la comercialización”.

Comparación

Los datos de este año se contraponen a los pasado. Concretamente, en Udapa se destinaron 375 hectáreas a patata, casi un 15% más que la pasada campaña. 300 se destinaron a la producción de patata para consumo; mientras que, en las 75 restantes, produjo patata de siembra”. Con esa superficie y clima, los responsables de Udapa valoraron la producción de 2021 como algo “extraordinario”, ya que “de media nuestros agricultores han conseguido 53.000kg/Ha, un 26% más que la media de los últimos tres años”. Este aumento de la producción no solo se produjo porque “se ha incrementado el número de tubérculos” que genera una planta, sino que también ha sido porque este año la patata “tiene mucha materia seca, y en consecuencia más peso específico”, explican para dar sentido a los cerca de 20 millones de kilos de patata obtenidos.

De esos volúmenes, más de 13,2 millones de kilos (prácticamente el 90%) se recepcionaron en 2021 con la calidad Eusko Label; mientras que 1,3 millones se destinaron a Euskal Baserri. El 1,3% de la producción conseguida fue a la industria. De hecho, de patata de Álava, Paturpat consumió sobre un millón y medio de kilos para elaborar sus nuevos productos de V Gama, añadían los responsables de la cooperativa. Y en cuanto a las variedades, a las tradicionales monalisa, Lucinda y agria, ese año también se sumaron las nuevas variedades creadas por Neiker: Beltza y Edurne.

12/09/2022