Los hábitos de consumo en España están cambiando a un ritmo acelerado. Se mantienen a duras penas los comercios locales y de proximidad y las grandes superficies o franquicias crecen a un ritmo constante. Pero un competidor nuevo ha venido a disputar el jugoso pastel del comercio y la distribución: las gasolineras.
Las estaciones de servicio han pasado a ser de lugares más o menos lúgubres donde se repostaba combustible a modernos centros con servicios como cafetería, panadería e incluso tienda para llenar la cesta de la compra. Una funcionalidad aprovechada al máximo por quienes tiene la necesidad de una compra de última hora, de un capricho intempestivo (hay algunas que funcionan las 24 horas del día) o no miran el precio a la hora de comprar.
Repsol, Cepsa y BP, los principales operadores de gasolineras en España se han dado cuenta de ello y han descubierto un nicho de negocio importante. Y no es para menos, ya que sus miles de estaciones de servicio estratégicamente distribuidas por todo el territorio son una red comercial al alza y con una facturación creciente.
Como ejemplo baste reseñar que Repsol, según sus propios datos, es el mayor vendedor de pan de España con 14 millones de barras y bollería al año, a lo que hay que sumar siete millones de cafés en sus tres mil gasolineras.
Y no sólo eso. Alcohol, tabaco, productos relacionados con el automóvil, frutas y verduras, productos de higiene, droguería, libros y prensa, regalos... es decir, prácticamente de todo en unos 10.000 gasolineras de toda España.
Las medidas de fidelización de las gasolineras, con sus tarjetas de pago propias con descuentos y promociones en las tiendas de las estaciones también han ayudado a disparar el consumo en estos establecimientos.
Gasolineras o supermercados
Tres de cada cuatro estaciones de servicio son ya también supermercados, muchas de ellas ligadas también a grandes cadenas de hipermercados o de distribución. Y la misma persona que te dispensa el combustible instantes después te atiende en la venta y el cobro de numeroso productos.
Incluso muchas personas acuden ya a las gasolineras no a repostar, sino a comprar. Y cada vez más productos y de diferentes gamas.
Sin embargo estos establecimientos tienen un inconveniente de peso: el precio. La mayoría de los artículos (salvo algunos productos gancho) son sensiblemente más caros que en los supermercados. Y en algunos casos la diferencia es desorbitada y su compra sólo se entiende como un capricho o porque no se mira el precio.
Refrescos, aguas minerales, hielo, conservas, alcohol, aperitivos y chuches pueden costar hasta tres o cuatro veces más que en un supermercado de oferta y a escasa distancia.
Pero muchas veces es una cuestión de comodidad y de capricho sin mirar la etiqueta del precio. O porque estamos de viaje y caemos en la tentación de comprar algo prescindible.
Disponibilidad frente a precio
Aunque las gasolineras que más venden son las situadas en el centro de las ciudades o sus zonas comerciales aledañas. Y con una oferta de restauración completa.
Los precios a veces rozan lo abusivo y esa es la principal cuestión que deberías tener en cuenta en caso de que seas cliente habitual para hacer la lista de la compra en estos establecimientos. Fundamentalmente se trata de que seas un comprador reflexivo y no compulsivo. Y que si decides caer en la tentación del capricho o la comodidad exacerbada, que sea con plena conciencia de lo que estas haciendo y de tu bolsillo lo notará.
Las gasolineras te sacarán de un apuro o te resolverá un compromiso de última hora (y eso se paga, sobre todo por las noches o en días festivos) pero la diferencia de precio con los supermercados que seguro tienes cerca de tu casa y de tu trabajo es tan sustancial que hará que al menos te lo plantees ante de ir a llenar la cesta de la compra o a adquirir productos cotidianos o habituales. En los productos de capricho será donde más notes la diferencia.
Oto aspecto a tener en cuenta es que tendrás menos oferta de productos y del mismo producto. Y ya ase sabe que a menor oferta, mayor precio.