Vida y estilo

Merina Gris: “La gente empatiza con nosotros porque nos proyectan a su gusto”

Julen, Paskal y Sara, los integrantes de la banda retrofuturista, mantienen su anonimato con pasamontañas distópicos mientras arrasan con su pop violento, debutan con el aclamado 'Zerua orain' y se preparan para un 2025 lleno de sorpresas
2025 se antoja un año clave para el futurista trío pop Merina Gris.
2025 se antoja un año clave para el futurista trío pop Merina Gris. / Cecilia Alvarez Hevia Arias

Julen, Paskal y Sara conforman uno de los grupos más misteriosos y evocadores de Euskal Herria. ¿Quiénes son realmente? ¿Qué sabemos de ellos? ¿Por qué tapan sus rostros con un pasamontañas distópico? Los retrofuturistas Merina Gris publicaron en 2022 su álbum de debut, Zerua orain, que, bajo la ambigua etiqueta de pop violento, los ha llevado a participar en grandes festivales (Primavera Sound, Mad Cool, Jazzaldia), meterse al público en el bolsillo con su particular universo estético y sonoro y convertirse, recientemente, en una de las apuestas del sello independiente Sonido Muchacho. 2025 viene cargado de novedades en el seno del grupo. Además de la publicación en febrero de su segundo LP, Zuloa, y la correspondiente gira de presentación de las nuevas canciones, el trío donostiarra teloneará el 21 de marzo en la sala La Cigale de París a Fermin Muguruza para celebrar su 40 aniversario.

“Oraindik maite zintudan / baina zuk ez nauzu nahi. / Nitaz jada aspertu zara”. En Hiru Damatxo, el primer adelanto del próximo álbum, Zuloa, se narra con crudeza la turistificación y gentrificación de Donostia. ¿La deriva tiene remedio?

-Lo bueno es que sí que tiene remedio. Lo malo es que no está en nuestras manos. No, al menos, de forma directa. Los responsables políticos de la gestión de la situación inmobiliaria en Donostia a día de hoy son los que tienen que dar una solución que mire por los intereses del desarrollo de la ciudad. El problema es que muchos entienden por desarrollo el formar parte de una escalada capitalista que no hace más que polarizar la situación económica y de clase, convirtiéndola en una ciudad cada vez más fantasma y que asfixia a las personas autóctonas, no permitiéndoles vivir de forma digna y sostenible.

¿Cómo se les ocurrió sortear una entrada para todos los conciertos que organice Merina Gris entre los compradores del vinilo? Es como una especie de Golden Visa para sus fans. 

-A la hora de componer el disco, nos dimos cuenta de que formaba parte de algo más grande, de un proceso vital que estábamos viviendo en la banda a nivel individual. Entonces, empezamos a hilar entre temas y vimos un denominador común: zuloa. Quisimos relativizar todas las interpretaciones que giran a su alrededor, ya que, sobre todo, tiene connotaciones negativas. Y así nació el concepto de zuloa, que se desarrolla con la teoría de los seis agujeros y que explicaremos más adelante. Sabemos que hoy en día es difícil proponer conceptos más densos a un público sobreestimulado, pero siempre sentimos que una parte de nuestros oyentes se implica hasta el extremo. Y quisimos premiarlo con una carta holográfica que se podrá encontrar en algunos vinilos, un pase con una vigencia de por vida. Somos muy emocionales para estas cosas y, aunque sabemos que a nivel logístico se complica la cosa, nos salió hacerlo así.

En su perfil de Instagram describieron 2023 de manera apoteósica: “No lo vamos a puto olvidar nunca, lo llevaremos tatuado para siempre en la piel”. ¿Cuál sería el resumen de este 2024?

-Es difícil compararlo. En cuanto a público y conciertos, quizás el balance final sea menos cuantitativo (hemos tocado menos) pero más cualitativo, porque hemos podido estar en festivales como el Mad Cool en Madrid, el Primavera Sound de Barcelona, Iceland Airwaves de Reykjavik, Donostiako Jazzaldia… Ha sido increíble. De todos modos, el trabajo ha sido mucho más intenso que en 2023, ya que hemos estado preparando el disco y ahora estamos metidos en la preparación de los directos. Diría que ha sido más exigente, más selecto y más pro, pero quizás menos épico.

Este otoño ha marcado el final de un ciclo de dos años que se abrió con la publicación del disco Zerua orain (2022). Mirando hacia atrás, ¿no temían que una propuesta tan innovadora no calase entre el público? 

-Yo personalmente sí. Sara y Paskal son más optimistas, más visionarios [ríe]. Pero es verdad que también soy más miedoso. No había tanto background entonces, no había tanto contexto. Es una locura todo lo que se ha creado estos últimos tres años. Es muy bonito sentirse parte de eso, de esa especia de génesis. Te diría que ese miedo me viene un poco cada vez que sacamos algo… A veces se sufre, pero es una sensación que te hace sentirte vivo y reinventarte o tener una motivación para progresar y ser dinámico.

La idea de definir el cóctel sonoro del álbum de debut como “pop violento” no parecía un plan demasiado comercial.

-Es algo que comentamos un poco de coña, y al final se tomó al pie de la letra. Es verdad que es representativo, pero al final es un concepto que ya existe de antes: el hyperpop. Hasta que hace poco una amiga nos lo dijo no nos dimos cuenta. Y mira que es un género que escuchamos desde hace mucho tiempo. Lo teníamos delante, pero no lo vimos. Eso lo hace un poco más romántico. 

¿En Euskal Herria los sonidos más vanguardistas/modernos se entienden y asimilan mejor ahora que cuando el grupo nació hace cinco años?

-Diría que en un ambiente más contemporáneo/progresista/joven sí. No considero que hagamos nada loco ni nada del otro mundo. Pero es verdad que a veces vemos cómo nos habla la gente, desde esa extrañeza, desde lo ajeno… Y hace que reflexiones sobre otras realidades donde tú no eres alguien cotidiano, ni compartes los mismos códigos. Es un baño de realidad que sirve para ubicarse y no retroalimentarse demasiado.

El grupo es muy celoso de su intimidad y siempre se muestra en público con una imagen peculiar y las caras cubiertas por un pasamontañas con abalorios de cristal. ¿Que quede un misterio por resolver hace que todo sea más interesante?

-¡Ojalá! La verdad es que no lo sé. No lo hicimos por eso, pero se ve que la gente ha conectado y al final la no identidad ha pasado a ser un rasgo superidentitario. Sara, nuestra cantante, siempre dice que la gente empatiza mejor con nosotros porque como no somos una cara concreta pueden proyectar lo que quieran e imaginarnos más a su gusto.

Estéticamente, el universo de Merina Gris puede recordar un poco al de los barceloneses Mainline Magic Orchestra. Ellos dicen que su vestuario y demás “no tiene ningún sentido” pero que les gusta y ya está. ¿Ocurre lo mismo en su caso?

-A nivel racional no tiene un sentido concreto. Pero creemos que el sentido va más allá. Que no podamos explicarlo no significa que no lo tenga, ya que la elección de la estética es una conclusión de lo que sentimos que nos representa, nos gusta y nos identifica. Creo que a la mayoría de la gente le pasa lo mismo a la hora de tener una identidad en cuanto a estética se refiere. Luego, la capacidad de inventarse una explicación racional que viene a posteriori depende más de la labia de cada uno [risas].

En marzo acompañarán a Fermin Muguruza en su concierto de París en su gira de 40 aniversario. ¿Por qué creen que las canciones de Kortatu no han perdido vigencia en todo este tiempo? 

-Porque son de verdad. Porque son honestas y reflejaban un algo de forma fiel. Destacaron en su día y por ello destacan todavía. Es algo que siempre ha caracterizado a Fermin, y creemos que eso convierte el arte en atemporal, ya que la honestidad es algo muy valioso en este contexto. Valioso y, muchas veces, escaso. Para nosotros es un honor tocar en París con Fermin.

El rico universo sonoro de Sonido Muchacho 

Merina Gris lanzarán el próximo 7 de febrero Zuloa, el segundo álbum de su trayectoria y el primero de la mano de la discográfica y editorial madrileña Sonido Muchacho. El sello, especializado en rastrear en la escena alternativa estatal desde 2014, acoge a artistas y bandas como Mujeres, Cariño, Kokoshca o Natalia Lancunza entre otros muchos. ¿De todo el elenco de Sonido Muchacho cuáles serían los favoritos del trío donostiarra? “Buah, qué difícil”, responde Julen, “hay mucha gente que nos flipa en el roster. Por destacar algunos nombres: Maria Blaya, Stivijoes, Carolina Durante, Judeline, Sen Senra, Cariño… ¡Terminaríamos antes diciendo los que no nos gustan!”. Aunque empezó siendo un sello indie más o menos al uso, en los últimos años desde Sonido Muchacho han abrazado un mix de sonidos pop, urbanos y electrónicos con artistas que muchas veces rehúyen las etiquetas. La propia música de Merina Gris, bañada en autotune, y que fusiona vanguardia y nostalgia pop con reminiscencias ochenteras, es un buen ejemplo de la diversidad y apertura de miras de la discográfica con sede en Madrid.

2024-12-30T15:56:03+01:00
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