Hay imágenes que por sí mismas definen perfectamente realidades, estados de ánimo y cambios de ciclo, pero que incluso lo hacen más por contraposición. En la mañana de ayer martes, unas enormes grúas retiraban de la entrada de tribuna del Camp Nou el mural de una de las multinacionales que patrocinan al Barcelona, una gran imagen en la que Leo Messi, el gran estandarte del universo azulgrana hasta hace seis días, ocupaba la parte central flanqueado por Gerard Piqué, Marc-André ter-Stegen, Antoine Griezmann y Frenkie De Jong. Por la tarde, el astro argentino se daba un baño de multitudes en París. Su instantánea saludando sonriente desde uno de los ventanales del aeródromo de Le Bourget, a 17 kilómetros de la capital francesa, luciendo para la ocasión una camiseta blanca con la inscripción Ici c'est Paris (Aquí es París), uno de los lemas promocionales utilizados por el PSG, es ya icónica y el anuncio de nuevos tiempos. El Barça es historia para Messi, tras 17 años, y el futuro, las dos próximas temporadas más una opcional, según lo confirmó ayer miércoles el club francés, lo escribirá ataviado con la camiseta del París Saint-Germain.
El dardo de Jorge Messi
Antes de que lo hiciera oficial el club, Jorge Messi ya había dado rango de oficialidad al desembarco de su hijo y representado en el París Saint-Germain al responder, a su llegada al aeropuerto de El Prat, con un directo "sí" a la pregunta por parte de los periodistas sobre si el seis veces Balón de Oro tenía previsto firmar ese mismo día por el conjunto francés. Además, no encajó de buena gana las cuestiones sobre la razón por la cual su hijo no había acabado renovando su contrato por el Barcelona, contestando con u n "averigüen en el club, pregunten en el club" que no hace más que añadir más incógnitas a la sorpresiva y abrupta ruptura entre el jugador y la entidad azulgrana cuando todos daban por segura la continuidad de la relación hace apenas seis días. Por último, Jorge Messi fue muy tajante cuando le preguntaron sobre si su hijo se marchaba triste de un club al que llegó siendo un niño y del que se marcha con 34 años con un palmarés arrollador en lo individual y en lo colectivo y convertido en uno de los mejores futbolistas de la historia. "¿No lo habéis visto?", espetó, recordando su rueda de prensa de despedida en la que aseguró entre lágrimas que su deseo era seguir en el Barcelona.