Vida y estilo

“Mi afán es conocer para curar”

‘La levedad de las libélulas’, el último libro del científico Carlos López-Otín, estaría perfectamente clasificado en cualquier categoría de historia, ensayo, ciencia, medicina o filosofía, pero él lo añadiría en una más, su favorita, los Libros de viaje
López-Otín es uno de los científicos españoles de mayor relevancia internacional. / C.O.

“La salud no es la mera ausencia de enfermedades, sino el delicado equilibrio entre nueve claves celulares y moleculares que contribuyen al funcionamiento óptimo de nuestro organismo”, sostiene Carlos López-Otín.

Quién es

Carlos López-Otín es uno de los científicos españoles de mayor relevancia internacional. Ha investigado en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid, en el centro de Biología Molecular Severo Ochoa-Madrid y en las Universiades de Lund, Nueva York, Harvard, Oviedo y la Sorbonne. Su investigación se ha centrado en el estudio del envejecimiento, del cáncer y de las enfermedades minoritarias. Ha complementado su labor científica con una activa labor docente y divulgadora del conocimiento. Por su trabajo ha recibido numerosas distinciones. Además, es autor de la Trilogía de la vida, que se han traducido a varios idiomas.

“Están ganando los científicos que defienden la verdad de la creación frente al relato de la evolución”, decía hace poco un exministro. ¿Sería posible entender su libro bajo ese prisma?

El argumento de mi libro no gira en torno al debate entre creación y evolución. La vida puede entenderse desde muchas perspectivas, la mía es muy amplia y de hecho no distingo entre ciencias y humanidades, pero al explicar las claves moleculares de salud y enfermedad, mi formación y pensamiento se centran en cuestiones científicas. Por supuesto, para mí y para muchas otras personas, la espiritualidad, el sentimiento de trascendencia o la idea del propósito vital personal son aspectos fundamentales, aunque haya formas distintas de interpretarlos. Todas merecen atención y respeto, ya que a menudo representan auténticos bálsamos de bienestar físico y emocional. Sin embargo, la frase sobre creación frente a evolución que mencionas ha sido muy criticada incluso por la propia Sociedad de Científicos Católicos. Hace ya muchos siglos que los sabios griegos eximieron a los dioses de la dura tarea de causar enfermedades, mi afán es el contrario: conocer para curar, y a ello he dedicado mi vida entera. En nuestro laboratorio hemos descifrado miles de genomas de distintas especies y de pacientes con cáncer y muchas otras enfermedades. Invitaría a quienes desconocen las claves de la evolución biológica a pasear con calma por estos genomas de la salud y de la enfermedad como forma de educar en la importancia del conocimiento científico para progresar en el bienestar personal y social.

Usted analiza la salud a la luz de la evolución, no del creacionismo. ¿Acaso la salud no ha sido lo mismo en todas las épocas de nuestra historia?

Desde que nuestros antepasados salieron de África hace miles de años, nuestro cuerpo ha experimentado numerosas adaptaciones que nos han ayudado a inventar y consolidar una evolución cultural que ha trascendido a la propia evolución biológica, y que conllevó cambios en nuestros usos y maneras de comer, trabajar, dormir, madurar, envejecer, socializar, sentir, enfermar y morir. Entre los grandes logros destacan la disminución de la mortalidad infantil y el aumento de la esperanza de vida. Sin embargo, con el tiempo, la transición a la modernidad comenzó a mostrar un lado oscuro, y enfermedades ya conocidas, pero poco frecuentes, como las patologías neurodegenerativas, el cáncer y los eclipses emocionales comenzaron a ascender en la estadística de males del mundo. En los últimos años se han identificado variantes genéticas que aumentan el riesgo de desarrollar algunas de estas enfermedades. Tales variantes han permanecido en los genomas humanos porque en las condiciones ambientales y sociales previas proporcionaban beneficios reproductivos, inmunológicos o metabólicos, entre otros. Esas variantes hicieron posible que sus portadores pudieran tener más hijos, adaptarse a nuevas dietas y defenderse mejor de las infecciones, pero cuando las circunstancias del entorno cambiaron y las vidas se alargaron, nos mostraron su cara oculta. Por eso, si queremos vivir un poco más y un poco mejor, debemos proseguir con la tarea de estudiar las claves de la salud de una manera amplia e integradora, incluyendo los estudios evolutivos.

Carlos López-Otín ha publicado ‘La levedad de las libélulas’, un libro “para aprender, disfrutar y pensar”. C.O.

Habla de la salud como el silencio del cuerpo o como la sabiduría del cuerpo. Si queremos la mejor medicina para sanar, ¿a qué concepto de salud debiéramos adherirnos?

La salud se suele definir como la ausencia de enfermedad, pero hablar en negativo de un don tan importante como la salud no es adecuado. En nuestro trabajo científico en colaboración con el Dr. Guido Kroemer en París hemos explorado esta cuestión y propuesto que la salud deriva de nueve características organizativas y dinámicas que mantienen las funciones de nuestro organismo y procuran bienestar físico y emocional. Además, nos ayudan a estar más protegidos frente a las alteraciones o daños a los que estamos expuestos y que configuran lo que denominamos exposoma. Las tres primeras claves cubren los aspectos estrictamente científicos y moleculares que actúan como determinantes de la salud: espacio, tiempo y regulación, para que lo que deba pasar en nuestro cuerpo ocurra en su lugar, a su debido tiempo y en perfecta coordinación. Sin embargo, la salud es mucho más compleja, así que necesitamos incluir en la ecuación del bienestar otros factores relacionados con nuestros estilos de vida, como la nutrición, ejercicio y sueño, mientras hemos de evitar aspectos negativos como el estrés y la toxicidad tanto ambiental como humana. Por último, incorporamos una novena clave de la salud, la adaptación psicosocial, que pretende poner en contexto molecular el bienestar emocional y cuyas deficiencias están en el origen de la epidemia de soledad, ansiedad y tristeza que se extiende por nuestra sociedad.

Portada del libro de Carlos López-Otín. R.O.

¿Hablamos de medicina preventiva, de medicina de la enfermedad o medicina de la salud?

No son acepciones opuestas, sino complementarias. Hay miles de enfermedades que tratar y curar con urgencia, además de cuidar la salud. Por otra parte, prevenir es vivir y los logros médicos que han permitido el aumento de la esperanza de vida en los últimos cien años surgen de estrategias diseñadas por profesionales de la Medicina Preventiva y Salud Pública. En este contexto, la medicina de la salud es una propuesta científica integradora para analizar en positivo los mecanismos moleculares y celulares que determinan que la vida transcurra de la mejor manera posible.

La salud como compendio de esos nueve factores cual equilibrio metaestable del balanceo de una libélula. ¿Todos esos factores tienen el mismo peso y valor?

No doy preferencia a un factor sobre otros; después de muchos años estudiando las claves de la vida, de la salud, del envejecimiento y del cáncer he aprendido la necesidad de una mirada global e integradora que vaya más allá de los métodos reduccionistas y cree un nuevo marco de pensamiento humanista-científico en torno a las muchas enfermedades que hoy nos abruman, a pesar de que algunos asumían que el avance tecnológico nos convertirían en invulnerables.

Como experto en envejecimiento, si domináramos todos esos factores, ¿cabría pensar en la inmortalidad o es pura quimera?

Me repito, pero insisto en que mientras no seamos robots envejeceremos y la inmortalidad no existirá. Este es un debate arrogante que olvida que las prioridades son otras: prevenir y curar las enfermedades que hoy nos desafían. El envejecimiento es un proceso biológico natural que a todos nos alcanza y a todos nos iguala, incluso a quienes poseen todo menos el control del tiempo. El verdadero privilegio es vivir tanto y lo asombroso no es envejecer, sino sobrevivir, porque en realidad somos un auténtico milagro molecular.

La mala salud mental está en expansión social, ¿por qué? ¿qué propone para atajarlo?

Es una realidad muy dura y muy actual. Hoy, más de 1.000 millones de seres humanos padecen algún desequilibrio emocional y un millón de personas, incluyendo un insoportable número de adolescentes, deciden quitarse la vida cada año. Tal vez los modelos sociales actuales no sean los más adecuados; la segunda parte del libro, Salud mental, metáfora y verdad aborda estas cuestiones y entre las conclusiones de mi reflexión señalo que la salud física y la mental son partes intrínsecas e indisociables de la misma ecuación, cuyos términos deberemos conocer con precisión para poder ofrecer soluciones concretas. No es mera cuestión médica o científica; es necesario integrar la información generada en la medicina, la biología, la filosofía, la economía, la sociología y la psicología si queremos afrontar un problema que ya no admite excusas ni retrasos.

Aunque constata la fragilidad/imperfección y vulnerabilidad humanas nos propone ser artistas de nuestra propia vida, ¿cómo conseguirlo en el ámbito de la salud?

La salud es un don a cuidar, pues es frágil y provisional. El libro ofrece algunas guías sencillas al respecto. Cada una de las nueve claves de la salud sugiere medidas para mejorarlas. No hay soluciones mágicas ni exageraciones que tanto dañan a la medicina rigurosa, no hay promesas incumplibles. Las intervenciones en las claves moleculares podrían tener un gran impacto sobre la salud, pero la tecnología todavía está lejos de resultados nítidos y generalizables. Sin embargo, la opción de mejorar nuestros estilos de vida y nuestras capacidades de adaptación psicosocial está a nuestro alcance. Por ejemplo, en nuestra ruidosa sociedad podemos aprender a alejarnos de la toxicidad ambiental y humana, y recuperar la calma, la tranquilidad, la serenidad y, en definitiva, el silencio como gran elixir de salud y creatividad. En todo caso, nada es sencillo y todo requiere esfuerzo, como dijo Einstein: “Las cosas pueden ser simples, pero no más simples”.

¿Diría que su libro es didáctico, divulgativo? ¿A quiénes se lo recomendaría con preferencia?

Es un libro para leer, pero también para disfrutar, aprender, pensar, sentir, ver y escuchar. Va acompañado de material audiovisual complementario que ayuda a que el viaje del lector tenga dimensiones adicionales. Los lectores solo deben tener una cualidad: la curiosidad. 

21/01/2025