Joxerramon Bengoetxea (Irun, 1963) es desde el lunes y durante los próximos seis años el nuevo rector de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU). Tras la victoria de su candidatura alternativa frente a la liderada por Eva Ferreira, el catedrático de Filosofía del Derecho encarna el cambio en la universidad pública vasca después de dos décadas, en las que la UPV/EHU se ha consolidado entre las 400 mejores universidades del mundo. En su primera entrevista como rector, Bengoetxea recibe a este periódico en su despacho del Bizkaia Aretoa de Bilbao. Todavía no hay fotos u otro objeto personal vistiendo las paredes o su mesa de trabajo, lo cual describe la reciente mudanza. Lo que sí habrá en la próxima visita, dice, será el balón de rugby que empleó durante la campaña electoral para transmitir el “espíritu de equipo” que quiere transferir a su mandato.
Ahora sí, Errektore jauna. ¿Qué siente tras la toma de posesión del cargo?
Felicidad y respeto al mismo tiempo. Tengo la sensación de la magnitud de la gestión que nos espera pero, al mismo tiempo, mucha ilusión para intentar hacer frente a todos los retos que nos hemos marcado e ir cumpliendo nuestro programa, contando siempre con el apoyo de la comunidad universitaria.
Permítame la frivolidad. Acostumbrado a ropa más relajada, ¿le ha costado enfundarse en el traje sastre impecable y la corbata azul celeste que lució en la promesa del cargo en Ajuria Enea?
Hay momentos y momentos. Hay ciertos momentos de solemnidad que creo que exigen una forma y un estilo. En cierto modo, el cargo mismo exige una cierta formalidad. Hay algunos actos concretos donde la corbata sigue siendo parte del protocolo y, por lo tanto, por mucho que nos guste o no hay que adaptarse, pero no me cuesta especialmente.
Más allá de la boutade, ese look fue todo un aterrizaje simbólico en el cargo.
En cierto modo se dice que el hábito hace al monje y, en este caso, si el monje fuera en neopreno de surf posiblemente nadie creería que pudiera ser un monje.
Durante su intervención reivindicó el papel de la universidad como “muro de contención y luz” frente a la “posverdad” y el “negacionismo”. Son tiempos raros, como usted dijo.
Sí, es así. Lo estamos viendo desde hace tiempo, ya conocíamos la importancia de las redes sociales a la hora de determinar hasta procesos políticos, como la primera victoria de Trump, el Brexit está relacionado con ello, lo vimos en las elecciones al Parlamento Europeo y la importancia de algunas de las fuerzas de extrema derecha que se han alimentado de bulos en las redes. Pero va mucho más allá, lo vimos también durante la pandemia, los discursos negacionistas sobre el cambio climático, negar las evidencias científicas. Todo esto va generando un caldo de cultivo que es muy propicio para ciertas ideologías que prometen que nada tiene por qué cambiar, que nuestro modo de vida como era hasta ahora era perfectamente correcto.
¿Cuál debe ser el papel de la Academia?
Las universidades tienen que cumplir la función de reforzar los conocimientos científicos, el razonamiento, hacer frente a los simplismos y a esos negacionismos que simplemente presentan realidades alternativas. Es lo que antes se llamaba posverdad y que indica el predominio de un relato que no está construido sobre evidencias sino sobre prejuicios y a veces sobre falsedades, sobre bulos y en torno a ese relato se intenta influir en la forma de pensar y en la forma de vivir.
Veo que le preocupa.
Porque lo que estamos viviendo es preocupante. Creemos que las universidades, por su enfoque de preservar y aumentar el conocimiento basado en el método científico-racional, somos capaces de hacer frente a estos discursos. Pero también necesario una divulgación del conocimiento a través de las redes sociales, de los medios de comunicación y de todas las vías para que la sociedad esté suficientemente ilustrada y sea capaz de tener una postura crítica cuando se enfrenta a un bulo y sea capaz de reconocerlo.
El lehendakari Pradales se comprometió en la “suficiencia financiera” de la UPV/EHU, pero les exigió literalmente “meter una marcha más” para alcanzar la excelencia sin caer en la “complacencia”. Este mensaje tiene una gran carga de profundidad y, en mi opinión, enlaza directamente con algunas de las cuestiones medulares de la campaña. ¿Qué opinión le perece?
Muy interesante, muy adecuada y, como dice, encaja perfectamente con nuestra propia línea. Nosotros siempre hemos reivindicado la necesidad de una financiación suficiente para la universidad pública. Y no por capricho, sino para poder cumplir los objetivos que tenemos encomendados. Objetivos relacionados no solo con la investigación, sino también con la formación de máxima calidad de los y las futuras profesionales y con que la transferencia de conocimiento pueda llevar a nuevas iniciativas empresariales, mejor productividad, también para mejorar el estilo y la calidad de vida y contribuir a la sostenibilidad.
Y rendir cuentas.
Nuestra universidad pública es capaz de aportar en todo esto y así es como entendemos esa idea de la autoexigencia, demostrar exactamente para qué necesitamos esa financiación, qué es lo que se va a hacer con esa financiación, qué proyectos nuevos y qué mejoras va a comportar.
La financiación de la UPV/EHU depende en su práctica totalidad del Gobierno vasco. Me consta que ya han hablado informalmente, y en buenos términos, pero ¿cómo cree que será su interlocución a partir de ahora con el consejero de Ciencia y Universidades, Juan Ignacio Pérez, cuya línea de gobierno como exrector se ha roto con usted?
Evidentemente, queremos colaborar en todo lo posible y demostrar cuáles son esas necesidades. Reitero lo que he dicho del lehendakari respecto al consejero, con quien tenemos unas bases muy sólidas para un entendimiento constante. Es posible que en algunos momentos tengamos diferencias a la hora de interpretar las necesidades más puntuales, pero desde luego, en cuanto a la estrategia, estoy seguro de que hay una sintonía perfecta. Y nosotros nos vemos también como parte de esa línea de rectores que ha existido en la UPV/EHU, desde Montero a Pérez Iglesias, Goirizelaia, Nekane Balluerka, luego Ferreira Nosotros nos hemos presentado, lógicamente, con una visión alternativa trabajada entre todos, pero somos parte de esa línea que defiende los intereses de nuestra universidad pública.
¿Cuáles son las líneas prioritarias que le ha planteado usted al consejero?
Tenemos una estrategia basada en el bienestar de las personas. En primer lugar, la lucha contra la precariedad de algunos colectivos y mejorar esas condiciones. También es prioritario mejorar el estado de algunas instalaciones y edificios. Queremos asegurar una formación de calidad a nivel de grado y posgrado, que ya lo es. Asegurar que tanto la formación troncal como las optativas se puedan ofrecer en euskera y castellano y, cada vez más también, en inglés, y avanzar en una nueva línea de aprendizaje permanente con títulos propios de posgrado, microcredenciales, etc. En cuanto a docencia, asegurar la parte disciplinar en los grados e intentar alcanzar una mayor interdisciplinaridad en los posgrados. En cuanto a investigación, lógicamente, apoyo a la internacionalización, a las estructuras de investigación y también a la generación de nuevos jóvenes investigadores.
Lleva apenas cinco días al timón de la UPV/EHU. ¿Le ha dado tiempo a tomar alguna decisión importante?
Por ahora estamos haciendo los nombramientos, creando la estructura del rectorado y vicerrectorados. Estamos estudiando la posibilidad de contratar a tiempo completo al profesorado de sustitución. Esa va a ser posiblemente una de las primeras medidas que propongamos al Consejo de Gobierno. Nosotros, evidentemente, avanzamos siempre en conjunción con toda la gobernanza universitaria y las decisiones importantes se someten siempre al Consejo de Gobierno. También tendremos el Claustro y la primera reunión de nuestro Consejo Social. En ese sentido, iremos anunciando esas medidas y se irán aprobando o las someteremos para la aprobación en el Consejo de Gobierno.
La derrota de Eva Ferreira le sitúa a usted como el rector del cambio. ¿Por dónde piensa empezar la tarea?
Ya desde la campaña tuvimos una fase de escucha y una idea de responder a todas las solicitudes, iniciativas y peticiones que nos lleguen, aunque sea para decir que no, pero responder y motivar nuestra respuesta. Estamos un poco en esa línea de estar constantemente interactuando con toda la comunidad universitaria. Nos consideramos un poco como los responsables de ese proceso colaborativo. Yo creo que el cambio que es más una cuestión de filosofía y que se irá, espero, reflejando en nuestro quehacer cotidiano y en nuestras formas.
Durante la campaña habló de edificios con goteras, despachos sin ordenadores, incluso baños sin papel higiénico. ¿Estas cosas pequeñas del día a día también hacen universidad?
Evidentemente, el trabajar en un entorno que sea mínimamente agradable es necesario. Tampoco vamos a crear aquí las estructuras que tienen las grandes empresas como Google. Pero queremos unas condiciones agradables donde todo el personal disponga de un espacio que sea vivible, habitable, que sea cómodo, práctico y que esté dotado de las necesarias infraestructuras para trabajar hoy en día. De todas maneras, dicho esto, hay muchas cosas que están muy bien en nuestra universidad. Cuando uno se pasea por otras universidades, se da cuenta de que no estamos tan mal. Evidentemente, hay algunos edificios con goteras y la calefacción no llega suficientemente; y hay edificios que necesitan una reforma muy profunda y urgente, también se necesitan más enchufes en las aulas.
De las cosas pequeñas pero importantes a los grandes proyectos. Euskadi, sobre todo Donostia y Bilbao, es una de las zonas del Estado más caras para vivir. ¿Le va a meter mano a este problema vital para miles de jóvenes que estudian desplazados?
Sobre vivienda no tenemos competencia y creemos que esto pasa por una solución a nivel social. La idea es mejorar el transporte público para facilitar el desplazamiento desde las periferias y desde todo el territorio. Y, por supuesto, también intentar mejorar la oferta residencial. Esto exactamente se puede traducir en la construcción de una nueva residencia en Leioa y en Donostia. Hay que estudiarlo y hablarlo con todas las instituciones
A la UPV/EHU le corresponde una parcela en la isla del conocimiento de Zorrotzaurre, donde ya están instaladas instituciones educativas privadas como Mondragon Unibertsitatea, Digipen y el Instituto Europeo de Diseño,Kunsthal. Los dos últimos equipos rectorales, desde Nekane Balluerka, estaban trabajando con el Ayuntamiento de Bilbao y Educación para desarrollar un polo Económico-Jurídico o un centro de innovación pedagógica. ¿Tomarán el testigo de estos proyectos? ¿Apostarán por algo nuevo?
Los proyectos existentes que se hayan aprobado en todos los órganos de gobierno no se van a echar para atrás. Tenemos que estudiar exactamente cuándo y en qué condiciones se van a formalizar. Pero la apuesta de Bilbao por convertirse en una ciudad del conocimiento no tendría sentido sin una presencia importante de la universidad pública. Creo que son perfectamente conscientes quienes dirigen la política urbanística y la visión de ciudad de Bilbao de esa necesidad. Zorrotzaurre es un espacio idóneo para este tipo de ampliación porque no hay otros espacios alternativos comparables. Pero aún hay que hablar de la ubicación exacta y de qué tipo de proyecto hacer, lo único claro que tenemos es la futura Facultad de Medicina de Basurto. Ingeniería tiene su espacio en San Mamés y Empresariales y Económicas tienen su desarrollo en Sarriko y Elkano. Por lo tanto, la ampliación hacia Zorrotzaurre estaría pensada en otro tipo de disciplinas.
¿Qué hará para erradicar el desapego que, en su opinión, siente la comunidad universitaria con la UPV/EHU?
Tener un entorno que sea agradable, tener unos transportes públicos que sean eficaces, tener esa investigación de calidad. El trabajar la imagen de marca. El hecho de que cada vez que haya una nueva publicación puntera o un nuevo proyecto se comunique bien. Que toda nuestra comunidad se sienta orgullosa precisamente de este trabajo que estamos realizando. Tener unas condiciones de estudio y de trabajo que sean adecuadas y agradables facilita mucho esa identificación y ese sentimiento de pertenencia. Vamos a trabajar mucho en conseguirlo.
Hay muchos ojos puestos en usted y su equipo.
Me gustaría recordar que nuestras puertas van a estar siempre abiertas. Que no tengan reparo en acceder a nosotros, en plantearnos sugerencias, peticiones, quejas, también críticas. Eso lo vamos a agradecer mucho. Va a ser nuestra forma de trabajar.
¿Qué le diría a la sociedad vasca?
Que tenga plena conciencia de la importancia de la universidad pública. Una universidad pública asegura todos los ámbitos del conocimiento que son necesarios, también aquellos que posiblemente no tienen una rentabilidad inmediata y en los que una universidad privada jamás se metería. Sin embargo, la sociedad no puede permitirse el lujo de no tener geólogos, de no tener geógrafas, de no tener personas que se dedican a la demografía, a la filología clásica, etc. Son partes del conocimiento esenciales para una sociedad. Por supuesto, que sea consciente de toda la investigación científica básica, que luego lleva a otra más aplicada y que eventualmente se traducirá en una transferencia al tejido empresarial, económico y también social. Pero también tenemos que asegurar un equilibrio entre lo que yo llamo la capacidad de pago y la capacidad de aprendizaje.
¿Qué quiere decir?
Que nadie que tenga la capacidad de aprender se quede fuera por no tener la capacidad de pago. Eso significa tener una potente política de becas, que se va a alimentar de los impuestos que pagamos todos. Eso es lo que alimenta la financiación pública de una universidad y va a ser muy bien empleado. Vamos a dar cuenta de todos nuestros gastos, de todas nuestras inversiones. Por lo tanto, la sociedad tiene que tener la seguridad de que el pago de los impuestos y esa inversión en la universidad pública va a traducirse en el bienestar y en la mejora de nuestra sociedad.