Miguel Ángel Lotina ha regresado a casa después de entrenar en los últimos ocho años en Chipre, Catar y Japón, experiencias que le suponen un antes y un después como entrenador
​​​meñaka – Miguel Ángel Lotina (Meñaka, 18 de junio de 1957) ha vuelto a casa. Nos recibe en los aledaños de la plaza de Meñaka, su pueblo, un bello enclave en la comarca de Mungialdea, después de emprender una larga experiencia de ochos años como entrenador en Chipre, Catar y Japón, país este en el que ha entrenado en los últimos cinco años a tres clubes diferentes –Tokyo Verdy, Cerezo Osaka y Shimizu S-Pulse–. Lotina es buen conversador (el encuentro se alarga durante una hora), se va arriba cuando debate sobre fútbol y también sobre el Athletic, en el que no pudo jugar, pese a que hubo una posibilidad en su día, y al que no pudo entrenar, pese a que se dieron tres opciones que no salieron.
Ohayô Gozaimasu (Buenos días), Miguel Ángel. ¿Lo he pronunciado bien?
—Más o menos. Ellos dicen solo Ohayô. Lo dicen muy rápido. Saludan mucho y agradecen mucho. Están continuamente agradeciendo por cualquier cosa, se inclinan...
Ha vuelto a casa después de recorrer medio mundo durante los últimos ochos años, Chipre, Catar y Japón. ¿Qué le han aportado estas experiencias?
—Me han aportado mucho. Nací (señala con la mano) en aquel caserío que está allí arriba. A los 21 años, cuando jugaba en el Gernika, tenía una oferta del Barakaldo, que estaba en Segunda División, y me llegó también una oferta del Logroñés, que estaba en Segunda B. Entonces, ya quise salí de mi zona de confort.
¿Le ha supuesto un antes y un después como entrenador?
—Sí, sobre todo en Japón, que me ha cambiado mucho. Es muy difícil entrar en Japón, por eso es un país muy cerrado, de tradiciones, hay muy pocos extranjeros. Turismo, sí, pero trabajando, muy pocos. Por eso no existe prácticamente paro. Si tú aportas cosas y trabajas, ellos te aceptan. La mentalidad como entrenador es muy diferente a la de aquí. Por ello a los clubes europeos les cuesta mucho fichar a japoneses, primero por el idioma, apenas hacen amigos, el tema familiar es diferente... No existe el abrazo, la muestra de cariño. La seguridad, eso sí, es tremenda. Puedes dejar el teléfono móvil en esta mesa y mañana te lo encuentras en el mismo sitio.
¿Qué retrato hace del fútbol japonés?
—Hay muchos futbolistas técnicamente muy buenos, pero son menos competitivos. Por eso quieren venir a Europa, no quieren ir a China o a Emiratos Árabes a ganar dinero, quieren venir a Europa porque crecen como futbolistas. Es incluso una obsesión que tienen.
¿Qué perfil presenta el futbolista japonés?
—Es muy hábil. Yo de pequeño tiraba un balón sobre la pared, un día fui a ver un entrenamiento a una escuela de fútbol y los chavales de ocho o nueves años están durante una hora, todos los días, con una pelota de tenis realizando controles con los pies. No existe el cansancio, no conciben entrenamientos de solo hora y media, por no decir que si les das dos días de descanso a la semana te echan hasta la bronca (risas).
¿Y carencias?
—El error en Japón está, no castigado, pero mal visto. Por eso analizan todo tanto. Yo empecé a pedir jugadores de uno contra uno, y decían: Mira, si no pasan una. O un portero, no sale para no fallar. Y les digo que hay que fallar, esto es un juego de errores, si no sales y no arriesgas, claro que no fallas. Eso no lo entienden, no es cuestión de un solo día. Fiché para el Cerezo un jugador que estaba en Segunda División, un gran driblador que se la jugaba, y seis meses después jugó son su selección.
Hablando del Cerezo Osaka, ha dirigido en Japón a tres equipos en cinco años. ¿Por qué tanto trajín?
—Los dos primeros años estuve en el Verdy, que estaba en Segunda, el que más historia tiene en Japón, 50 años. Un club tiene tanto dinero según el sponsor que tenga. Al Verdy se le fue el sponsor y yo quería entrenar en Primera. Después de dos años, me vino el Cerezo, que es como el Sevilla o el Valencia. Nos fue bien los dos años que tuvimos, pero cambió de director técnico y este llevó a su entrenador de confianza. No nos ofreció la renovación y nos llamó el Shimizu, que tiene un buen sponsor pero que es un equipo de la zona baja.
¿Va a volver a entrenar o ha vuelto para jubilarse?
—Según mi mujer, he venido a jubilarme, pero según yo, como me conozco... Necesitaba un descanso, echaba de menos esto, charlar en el pueblo, pasear, ir a por setas... Primero relax y luego, a ver qué me dice la cabeza. Hay tres cosas: primero, salud; segundo, pasión si puedes mejorar como entrenador; y tercero, si tengo ofertas que puedan resultarme atractivas.
¿Se ha encontrado muchos kamikazes en el fútbol?
—Sí, me he encontrado casos de futbolistas que había que llevarles a comer aparte.
¿Nombres?
—Las cosas del vestuario se deben quedar dentro, casos en los que piensas qué es para algunos el fútbol y la vida. He encontrado, por el contrario, casos de jugadores que jugaban en otros equipos y no los podía ni ver, y cuando están contigo, dices que para mí. A Marchena no lo podía ver cuando jugaba en el Valencia y cuando lo tuve en el Villarreal, un profesional, ayudando al equipo, a los jóvenes.
En el Athletic está el caso de Raúl García, por ejemplo.
—Cuando estaba en el Atlético e Madrid, te dices: Es mecagüendiez, no sé que tal que cual. Cuando lo tienes en el Athletic, es todo sumar.
¿Cuántas veces se ha hecho Lotina el harakiri?
—Demasiadas. He asumido responsabilidades, muchos se iban, yo pasaba por allí y me pillaba. Por ejemplo, en el Villarreal. Se me acusaba de descenderlo, pero nadie se acordaba de que hubo ese año dos entrenadores antes que yo, que mis números daban para quedar el doce. Estuve siete semanas y asumí esa responsabilidad.
¿Existe la 'Yakuza' en el mundo del fútbol?
—En el tema del arreglo de partidos sí ha estado en el alambre algunos años, quizá demasiado. Empezó con primas a terceros...
¿Le llegaron a ofrecer esas primas de otros clubes?
—Un jugador me vino y me dijo: Míster, me han llamado y el domingo hay dinero, estamos salvados y.... Le dije al presidente que arreglara ese tema, que no quería saber nada.
¿En qué equipo estaba?
—En el Deportivo y casualmente luego perdimos. No sé qué pasó, porque es un tema peligroso.
Ha dirigido a nueve equipos (Logroñés, Numancia, Badajoz, Osasuna, Celta, Espanyol, Real Sociedad, Deportivo y Villarreal) en la liga española. Logró ascensos, conquistó una Copa, jugó en Europa y sufrió tres descensos. ¿Su carrera ha sido una montaña rusa?
—Sí, pero no me gusta llorar por mis fracasos ni sacar pecho por mis éxitos. He jugado en la UEFA con tres equipos, he clasificado al Celta para la Champions, he sido el único entrenador del Espanyol que le ha metido en Europa dos años seguidos. Y tengo fracasos, evidentemente. Como dicen en Japón, yo quiero jefes que tengan fracasos y éxitos. Estoy orgulloso de mi carrera. Me gusta aprender día a día.
Es del Athletic desde pequeño, pero nunca jugó en él y nunca le ha entrenado. ¿A sus 64 años se siente frustrado por ello?
—Me frustra más como futbolista que como entrenador. Cuando jugaba en el Gernika, el Athletic me tocó, entonces Txetxu Rojo estaba un poco mayor. En el Gernika jugaba de once y el Athletic pensó que estaba verde. Y tenía a Argote. No dieron el paso y si no hubiera estado Argote, quizá habría jugado en el Athletic. Como entrenador tuve tres opciones que no salieron: primero en la presidencia de (José Mari) Arrate que me quiso fichar para Lezama para cuatro años y estar ahí, pero hubo un mal entendido entre (José Mari) Amorrortu y mi representante. La segunda fue con (Javier) Uria, que estaba buscando entrenador; tenía una reunión con él y dos días antes su secretaria me llamó para anularla (El Athletic fichó a Jupp Heynckes). Y la última fue con (Fernando) Lamikiz, que me quiso, pero se inclinaron por (Félix) Sarriugarte.
"Hay muchos futbolistas técnicamente muy buenos, pero son menos competitivos. Por eso quieren venir a Europa"
"¿Primas a terceros? Un jugador en el Dépor vino y me dijo: 'Míster, me han llamado y el domingo hay dinero'. No quise saber nada"
"Mi carrera ha sido una especie de montaña rusa, pero no me gusta llorar
por mis fracasos ni sacar pecho por mis éxitos"
"Me frustra más como futbolista que como entrenador no haber estado en el Athletic, aunque tuve opciones que no salieron"
"A jugadores como Raúl García cuando lo veías en
el Atlético de Madrid, decías de todo; en el Athletic,
ahora todo es sumar"