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Miguel Ángel Oyarzun Baraibar: "Hace 13 años dejé un empleo fijo en una fábrica para ser ganadero de ovino de leche"

Miguel Ángel Oyarzun Baraibar, con su rebaño al fondo que pasta en la finca situada en el término Esparceta.

Con tan solo diez años Miguel Ángel Oyarzun Baraibar cuidaba de una docena de ovejas, que había adquirido su padre Ignacio porque observó que a su hijo le gustaban los animales. Construyeron con ayuda de sus tíos una "chabola que actuaba de corral para ellas", recuerda este joven de 38 años, de Eguíllor (Valle de Atetz), a 20 minutos de Pamplona, a 15 de Sakana y a diez de Ultzama. Su pueblo apenas suma 15 habitantes y unos 200 viven en todo el valle.

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Miguel Ángel cuenta sus andanzas de niñez junto a esa choza de madera, piedra y chapas metálicas. Detrás de ella, pastan ovejas de la raza Lacaune, y enfrente se observa la nave de ordeño, en la que hay entre 250 y 300 ovejas. El viernes 8 de abril ha amanecido nublado, pero no llueve.

Procede de una familia ganadera y sigue los pasos de su abuelo Ángel y su padre Ignacio, aunque ellos se dedicaron al vacuno de leche.

Estudió grado medio de mantenimiento y durante ocho años trabajó en una fábrica, compaginando esta tarea con las labores en casa. "Logré un empleo fijo, con una jornada de ocho horas, días de libranza y vacaciones", especifica. Pero en 2009 prefirió desligarse de la factoría y volcarse en la profesión de ganadero de ovino de leche. "Quería trabajar en mi propio negocio y contribuir a mantener vivo el pueblo y el valle", destaca Miguel Ángel, casado con una médica, y padre de un niño de tres años y una niña de un mes.

Inició su actividad como ganadero al mismo tiempo que su progenitor se jubiló en 2010. Doce años después su rebaño suma unas 600 ovejas Lacaune y unas 130 Latxas. "Hay que ordeñar los 365 días del año; y dos veces diarias, por la mañana y por la tarde, para distribuir a las queserías", dice este autónomo, que tiene contratada a una persona.

Miguel Ángel se lamenta que en el valle apenas quedan cuatro ganaderos. "Yo, el más joven", incide. En cambio, en su infancia conoció a 25 familias en Atetz que se dedicaban a esta actividad. "No existe relevo generacional. Me gustaría que mi hijo heredara la granja, pero no le animaré si esto no varía".

Aunque quiere ese cambio, ya que propone implantar una asignatura del sector primario en los colegios para incentivar vocaciones. Pero, en estos momentos el incremento de costes de producción le está ahogando. "En 2010, el pienso costaba 20 céntimos el kilo y ahora se ha duplicado; pero el litro de leche ha pasado de entre 85 y 90 céntimos a un euro", explica. Este ganadero remarca que cada oveja debe dar entre 2,5 y tres litros de leche para rentabilizar la explotación. Miguel Ángel reclama un cambio en el reparto de las ayudas de la PAC, y exige que solo se beneficien de ellas los profesionales (ATP); y propone la venta directa como una manera de reinventar el sector. Pero por ahora, "ve el futuro negro". 

17/04/2022