Se trata de defender una causa. La causa del Aurrera de Ondarroa, un conjunto un tanto atípico dentro del grupo IV de Tercera RFEF, como así lo atestigua su entrenador, Mikel Etxaburu, Pixki. Le gusta hablar alto y claro, por eso Pixki, como se le conoce en el mundo del fútbol de bronce, retrata el alma del club de su localidad: “La nuestra es una carrera de supervivencia desde el principio, porque sabíamos qué plantilla habíamos hecho. Es muy difícil hacer una plantilla en el Aurrera, sin excusas, por dos razones: por lo económico, porque no tenemos un duro ni los chavales cobran un euro, salvo las primas por ganar un partido; y, segundo, por dónde estamos colocados, lejos de Bilbao y lejos de Donostia. Estamos en un sitio al que es jodido venir”. Así de rotundo. No en vano, el Aurrera vive una nueva temporada en la categoría después de evitar el descenso en la anterior in extremis y gracias al ascenso a Segunda RFEF del Beasain, que habilitó la plaza del conjunto costero, que, a falta de ocho jornadas para el cierre de la liga regular, mantiene un colchón de cuatro puntos sobre la zona de riesgo.
Pixki tira de una convicción extrema. Es una cuestión de creer. Y el entrenador y su plantilla creen en sellar la permanencia. No tienen duda de ello, por si alguien titubea al respecto. “De Zaldupe se nos han escapado puntos en partidos que deberíamos haber ganado. La salvación pasa por casa. Nos vienen la Cultural, Aurrera de Vitoria, Touring y Portu. Si nos hacemos fuerte en Zaldupe, tendremos mucho ganado. El Aurrera de Ondarroa se va a salvar, eso está claro”, declara el preparador vizcaino, que define a su equipo como “poderoso a balón parado y en la presión”. “Me gusta el 4-4-2, estar juntitos y cuando tenemos el balón ir hacia arriba. Luego, en función de cómo juegue el rival, podemos aplicar el 4-2-3-1, pero yo siempre juego con cuatro atrás y normalmente hacemos presión en bloque bajo”, añade el técnico costero, que recuerda que en su primera etapa en el Aurrera fue segundo de Xepe Gallastegi, al que sustituyó en el cargo cuando este fue cesado: “Después, mi primera experiencia fue en el Amaikak Bat, en Deba, en División de Honor de Gipuzkoa. Me llamó el Eibar, cogí el juvenil C y después subí al Vitoria, el filial del Eibar, como segundo de Iban Fagoaga (actual entrenador del Portugalete), del que aprendí mucho. Se cerró esa etapa y me llamó el Aurrera y este es mi segundo año aquí, donde estoy muy a gusto. No sé si voy a seguir, el club quiera que siga, pero primero quiero salvar al equipo y luego ya decidiré”.
La liga entra casi en su recta decisiva y el Aurrera afronta este sábado en Zaldupe, desde las 16.30 horas, prácticamente una final frente a la Cultural de Durango, que cuenta con dos puntos más que el equipo costero. “Sí nos va a dejar marcados, para bien o para mal, y así se lo he recalcado a los chavales. Es un equipo (Cultural) que no está hecho para vivir esta situación y si le ganamos, le pasamos en la tabla, además de la autoestima que vamos a coger, que será brutal. Nosotros estamos preparados para sufrir hasta el minuto 90 del último partido como el año pasado, mientras la Cultu aspiraba al play-off y no les resulta fácil meterse en esta pelea”, reflexiona Pixki, que pone en valor el concepto de familia que reina en su vestuario, pero en el que también destaca la figura de Jon Arruabarrena, su pichichi con ocho tantos: “En navidades tuvo una oferta de un club de Segunda RFEF que le ofrecía un montón de dinero. Aquí no cobra nada, dijo que al Aurrera le debía la vida y que se quedaba aquí. Con eso se dice todo”.