En la plácida Suiza, el país neutral de las montañas, las verdes praderas, las vacas saludables, el secreto bancario que se susurra y las sacas de dinero sin matasellos, se disputarán los Mundiales de ciclismo. Zúrich será el epicentro del planeta ciclista entre el 22 y el 29 de septiembre.
En Suiza, a la espera de la hora de la verdad, se han citado Mikel Landa, Pello Bilbao y Alex Aranburu, seleccionados para la disputa de la prueba en ruta de los Mundiales.
Pascual Momparler, seleccionador español, ha dado a conocer la lista de los corredores que competirán en el país helvético. Junto al trío vasco, el combinado lo componen: Enric Mas, Carlos Rodríguez, Juan Ayuso, Pablo Castrillo y Roger Adrià. Esos serán los nombres para la competición en línea, mientras que para la contrarreloj, el técnico español ha reclutado a David de la Cruz y Raúl García Pierna.
Pello Bilbao, que acude tras ser segundo en el GP de Montreal, y Mikel Landa, que realizó un gran Tour y una notable Vuelta, regresan al Mundial tres años después de su última incursión, mientras que Alex Aranburu, protagonista en las clásicas canadienses, continúa con su presencia. Los tres estarán en la gran carrera, el remate de la cita mundialista.
Recorrido muy exigente
El recorrido consta de 273,9 kilómetros y un desnivel acumulado de 4.470 metros decorado con cotas como el Kyburg (1,2 km con promedio del 12% y máximas del 16%), el Zürichbergstrasse (1,1 km, media del 8% y máxima del 15%) y el Witikon (2,3 km al 5,7% y máximas del 9%).
Se espera un Mundial exigente en el que Tadej Pogacar pespunta como el máximo candidato al arcoíris. Remco Evenepoel, Mathieu van der Poel, Primoz Roglic y Marc Hirschi, también asoman, entre otros, grandes opositores a la corona mundialista.
Tras la criba y la selección de ciclistas, quedan por fijar dos cuestiones vitales en el enfoque de carrera que pretende Momparler. De un lado, el liderato, y por otro lado, la estrategia a llevar a cabo frente a los grandes bloques. No parece que la elección de corredores establezca un liderazgo nítido en una carrera que penaliza las dudas y las contradicciones más que ninguna.
Seguir un plan se antoja imprescindible, lo mismo que tener capacidad de adaptación a los distintos movimientos que se produzcan. Responder en los momentos álgidos de la prueba, estar en los instantes clave, es innegociable para aproximarse a la victoria.
Un plan claro
En la clásica por antonomasia, para interpretar correctamente lo que ocurre sobre el asfalto, cada pieza debe responder dentro de un engranaje. Las órdenes han de ser claras. Se desconoce quién será el líder en una selección con mucho currículo y ego sobre la mesa.
Se antoja un puzzle que responde a una cuestión de no herir sensibilidades, donde prevalece la diplomacia y donde contrastan grandes estados de forma con el peso jerárquico adquirido.
Una extraña mezcla que puede descoser los equilibrios internos necesarios. En principio, las pecheras de los generales deberían someterse a los que mejores piernas muestren. Si el liderato no parece nítido, las tareas de gregario tampoco lo son en la elección de Momparler, salvo con los recién llegados Adrià o Pablo Castrillo, excelso en la Vuelta, donde logró dos triunfos.
Trazar un plan con la flexibilidad necesaria es la clave de bóveda para rendir al máximo posible. Existen propuestas más ortodoxas, como el de selecciones encabezadas con un líder indiscutible o tal vez una segunda bala que controlan la carrera, o combinados que, como Francia en las últimas citas, fijan un método para ser siempre protagonista filtrando a corredores en todos los frentes partiendo desde una lógica jerárquica.
Pogacar, máximo favorito
La calidad de los ciclistas hace el resto. La indefinición, en cualquier caso, deja sin efecto cualquier idea. Convertir la selección en un equipo es prioritario, al igual que establecer los roles y la táctica a seguir.
De lo contrario es casi imposible sobresalir en una competición que premia más que ninguna al ganador: lucir el maillot arcoíris durante todo el año. Ese tesoro, que todos desean, pero al que pocos aspiran de verdad. En ese camino, la improvisación no suele obtener buenos resultados salvo para los mejores solistas.
Sobresale, entre todos, la jerarquía de Eslovenia, que presentará una selección apabullante y con los roles muy definidos. Pogacar, al que todos temen, el que se supone que debe correr contra todo el mundo, es el hombre a batir.
A partir de ahí, a su lado estará Roglic. En Bélgica la apuesta será Evenepoel. En los Países Bajos, Van der Poel. En Francia lucirán Alaphilippe o Laporte. Suiza cuenta con Hirschi o Küng. En la selección de Momparler se desconoce por el momento quién es quién.