Desde la frontera entre Panamá y Costa Rica, o desde la de Guatemala con México, miles de migrantes siguen su camino hacia Estados Unidos expectantes ante el fin hoy de la vigencia del Título 42, con la esperanza de llegar a territorio estadounidense sin sufrir deportaciones inmediatas, pero llenos de incertidumbre ante las nuevas medidas del Gobierno estadounidense.
El Título 42, una norma que bajo la emergencia de la pandemia permitía a las autoridades fronterizas de Estados Unidos deportar "en caliente" a los migrantes alegando razones sanitarias, ha sido sustituido por el Título 8, que también restringe el acceso al asilo y es desconocido por muchos de ellos.
ENTRE PANAMÁ Y COSTA RICA
El venezolano Joan Collado quiere llegar a Estados Unidos, pero "legalmente". Ha tenido suficiente con la dureza extrema de la selva del Darién, la frontera entre Colombia y Panamá.
"No, no me atrevo, no me atrevo (a pasar la frontera entre México y Estados Unidos de manera irregular). Nada de trocha, nada de eso, no queremos más eso. Lo que queremos es ir legal", explica a EFE Collado, un barbero de 39 años que acaba de cruzar Paso Canoas.
Nadie le pidió documentos. Se bajó de un autobús del lado panameño con otro grupo de migrantes y, a pie, sin ningún tipo de control, llegó unos metros después a Costa Rica, donde les esperaba una estación de autobuses para embarcar rumbo a Nicaragua.
El billete hasta la frontera nicaragüense son 32 dólares, que se suma a los 400 dólares que ha gastado desde que partió de Venezuela. Lo tiene todo planificado, dice, pero el problema es que "lo que te dicen hoy, mañana cambia".
Se refiere así al conocido como Título 42 de Estados Unidos, que vence esta medianoche sin tener claro qué consecuencias tendrán las políticas migratorias que lo sustituirán, pero su deseo es hacer " las cosas legalmente".
Collado, como el resto, tiene aún reciente el paso por la selva del Darién, una pesadilla. Allí vio gente morir ahogada en el río, otros se desvanecieron por falta de comida o agua potable, hubo "un haitiano que se ahorcó porque su esposa abortó en el camino".
Además "robaron aproximadamente a 80 personas (...) Fue bastante traumático para ellos, porque llegaron sin nada y ahora tienen que ir pidiendo todo el camino (...) Desde que entras a la selva vas pagando, pagas y pagas y pagas y tú lo que haces es caminar, caminar y caminar", relata Collado.
A LA ALTURA DE CHIAPAS
En Chiapas, miles de migrantes de varias decenas de países se movilizan hacia Ciudad de México para tratar de llegar este jueves a la frontera norte, antes que finalice el "Titulo 42" y tratar de entregarse a las autoridades de EEUU.
La colombiana Yuris Pizarró viaja con siete niños, su esposo y unos amigos, y espera llegar antes de que finalice la norma por la incertidumbre sobre lo que ocurrirá después.
Para poder hacer su travesía y llegar a México, Pizarró ha tenido que vender en las calles, pedir dinero y caminar cientos de kilómetros.
"Que nos ayuden con una prórroga para que todos los que vengamos entremos (en EEUU), porque no venimos por gusto sino por cambiar nuestra vida y el futuro para los hijos", sentencia.
LA ÚLTIMA FRONTERA
Entrar en Estados Unidos después de haber sobrevivido a la selva del Darién, a la corrupción de la policía guatemalteca, a La Bestia -el tren de carga que muchos migrantes toman en el sur de México- o a los carteles de la droga, no garantiza el éxito del viaje para quienes buscan una vida mejor en "la tierra de las oportunidades".
Muchos son detenidos y deportados, algunos tienen la esperanza de comenzar el proceso de solicitud de asilo y otros deciden continuar su vida como indocumentados, condenados a una vida clandestina, de explotación y sin derechos.
"Hay miedo en los que quedamos acá, necesitamos una oportunidad. He pensando, he analizado a ver si me entrego o no me entrego, pero me tocará y a ver con la bendición de dios qué pasa", comenta a Efe el venezolano Will Rodríguez, que con una sonrisa irónica asegura que el día que vuelve a entrar en vigor el Título 8, cumple 31 años.
"Ahora, con el Título 8 se pueden hacer muchas deportaciones y es lo que no queremos", asegura sentado en la acera, frente a la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús de El Paso (Texas, EE. UU.), donde decenas de migrantes recién llegados encuentran un refugio temporal.
Salió de Venezuela hace cuatro meses dejando atrás a su hijo y su hija para buscar un futuro mejor, "porque en nuestro país, lamentablemente, la dictadura no nos deja echar para adelante", pero todo se puede ver frustrado con el cambio de legislación en EEUU, ya que con el Título 8 se seguirá expulsando a las personas que no entren legalmente.