Bilbao
Quizás los aprecien más los miles de turistas y visitantes que pasean este verano por la villa que los propios bilbainos a los que nos cuesta levantar la cabeza y admirar la riqueza arquitectónica de nuestra ciudad. Son los miradores de madera que salpican las fachadas de centenares de edificios levantados a caballo entre los siglos XIX y XX y que el Ayuntamiento ha decidido proteger.
Lo ha hecho además incluyéndolos en el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), aprobado en primavera pasada, para evitar barbaridades como la sustitución de verdaderas obras de arte en bella madera por piezas imitadoras creadas en pobre aluminio.
Asier Abaunza, concejal de área de Obras, Planificación Urbana y Proyectos Estratégicos, explica que “se estaba perdiendo este tipo de patrimonio ya que paulatinamente desaparecían algunos miradores con tallas muy interesantes”. Ahora eso ya no es posible tras recoger el consistorio el guante conservacionista que le lanzaron un grupo de arquitectos concienciados con esta pérdida de patrimonio urbano en la ciudad.
Abaunza desgrana cómo la normativa “según el valor de protección establecido para cada uno de ellos, obligará a los propietarios en caso de que quieran hacer una reforma a la restauración completa del existente, la sustitución de algunas piezas con el mismo material o a mantener la estética aún cambiando de material”.
Antes de la aprobación del PGOU, el Ayuntamiento encargó un informe con el objetivo de identificar los miradores existentes y catalogarlos dependiendo de sus características y entorno. Además se determinó la conservación en madera de aquellos miradores que lo precisaran lo que iba ayudar, primero, a preservar la coherencia de la trama de la ciudad y, después, concienciar a la ciudadanía y los propietarios de las viviendas sobre el paisaje urbano y del cuidado de sus bienes patrimoniales.
El documento determinó el blindaje de 235 miradores de madera, 30 con la máxima protección, donde los vecinos solo pueden restaurar íntegramente sus miradores, nada de retirarlos o modificarlos. 184 cuentan con menor grado de custodia y pueden ser sustituidos pero siempre con el mismo diseño y materiales originales, mientras que otros 21 pueden modificar la morfología de su estructura pero siempre reconstruida en madera.
Excepto 14 estructuras (en Rekalde y Uribarri) el resto se ubican íntegramente en el Ensanche donde se pueden admirar verdaderas bellezas como las ocho recogidas en las imágenes que ilustran este reportaje. Los miradores de la otra zona con historia, el Casco Viejo, ya tienen una protección propia bajo el paraguas del Plan Especial de Reforma Interior.
Arduo trabajo de campo
Del trabajo de campo para llegar a esta catalogación se encargó el arquitecto Jorge Rodríguez García y un equipo de siete personas del estudio View Arkitektura en el que trabajan.
Especializado en construcciones donde la madera es protagonista y enamorado del proteccionismo patrimonial, Rodríguez recuerda que “fue un trabajo brutal, acometido en solo dos meses y recorriendo todas las calles en varios equipos”.
Describe cómo “no fue nada fácil identificar los miradores porque algunos habían sido parcialmente sustituidos, otros habían cambiado las ventanas manteniendo el cuerpo principal...” Finalmente identificaron un total de 669 estructuras diferenciando dos categorías, la de miradores propiamente dichos y los cuerpos volados en fachada.
“ "Paulatinamente desaparecían algunos miradores de madera con tallas muy interesantes" Asier Abaunza - Cjal. Obras y P. Urbana y P. Estratégicos ”
Tras esta recopilación, apoyada por los catálogos elaborados hace años por el Ayuntamiento, la Diputación y el Gobierno vasco, hubo que entresacar el grano de la paja y el equipo de View Arkitektura quiso ser lo más objetivo posible, “reducir al mínimo la arbitrariedad a la hora de otorgar una u otra valoración a los inmuebles”, apostilla el arquitecto.
Para ello se definieron seis criterios de valoración. Uno estructural, de cómo la balconada forma parte de la fachada, un segundo de si mantenía su función climática original y también se detalló el valor constructivo, es decir, cómo está fabricado técnicamente a nivel de carpintería. También se determinó su valor compositivo formal, o lo que es lo mismo, si ademas de estar bien hecho propone una estética que tiene que ver con la fachada donde se encuentra; otro indicador histórico determinó su antigüedad y, finalmente, se valoró su presencia en la urbe, “cómo destaca en la ciudad y que sea admirable, como, por ejemplo, el mirador sito en Hurtado de Amézaga 11”, aclara el especialista.
“ "Creamos un algoritmo para la puntuación de casa uno de los seis indicadores recogidos" Jorge Rodríguez García - Arquitecto de View Arkitektura ”
La suma de estos criterios aportó una puntuación valorativa que ayudó a determinar el nivel de protección de cada balconada y acotar el número a proteger en los mencionados 235 miradores.
Rodríguez desvela cómo “creamos un algoritmo para la puntuación y tras determinar la categoría de cada uno cotejamos las listas para redactar una ficha con las características y nivel de protección de cada uno”.
De esta manera, Bilbao ya no perderá ninguna de sus balconadas actuales, algunas preciosos trabajos en carpintería de maderas nobles, herrería y vidrieras cuya conservación, reconoce Asier Abaunza “es muy engorrosa para los propietarios pero no podíamos dejar que desaparecieran más simplemente cambiándolos por materiales menos costosos en mantenimiento”.
Al detalle
MIRADOR | Una definición muy concreta y clara
Se entiende por mirador el vuelo cerrado que arranca desde el paramento de la pieza a la que
sirve, y se prolonga hacia el exterior en un cuerpo básicamente acristalado. El vuelo máximo será igual que el establecido para cuerpos volados, debiendo retirarse al menos 80 centímetros respecto al límite lateral de la fachada.
CUERPOS VOLADOS | Otro tipo de miradores
Son los salientes en fachada no pertenecientes a la clase de
miradores, independientemente del tipo de material con que estén cerrados.
SEIS INDICADORES PARA DETERMINAR SU IMPORTANCIA
View Arkitektura elaboró una metodología con seis indicadores para determinar el valor de cada mirador. Así se analizaron sus funciones estructural y climática junto a sus valores constructivo, compositivo, estético, histórico y urbano, todo de forma objetiva.