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Moldear, beber y pintar, así son los talleres de Sonia Castán

La empresaria y creadora de Kèyah Jewels dicta una clase de cerámica con mucha arcilla y vino de por medio
Alumnas del taller de cerámica de Sonia Castán elaborando su set de desayuno personalizado.
Alumnas del taller de cerámica de Sonia Castán elaborando su set de desayuno personalizado.

En los personalizados espacios de la empresa Yimby en Bilbao, entre arcillas, vino y plantas se encontraba Sonia Castán, diseñadora y dueña de la marca Kéyah Jewels, preparándose para impartir el próximo taller de cerámica, uno entre los muchos que ya se suman a una larga trayectoria a pesar de su corta edad. Con delicadeza y ahínco preparó cada uno de los puestos en donde sus alumnas vivieron dos horas de mucho aprendizaje y charla entre amigas.

“Lo de ser emprendedora viene de familia”, dijo Sonia minutos antes de comenzar el taller. Su familia lleva generaciones dedicándose al diseño y la cerámica prácticamente la lleva en los genes. Esta empresa familiar, que tiene Kéyah por nombre y más de cuatro décadas de recorrido, explota el mundo de la cerámica y ofrece sus conocimientos al resto de la población vizcaina. Sonia explicó que ella “lo ha ido ampliando y recuperando poco a poco” y además de su marca y talleres personalizados, da clases en un colegio desde hace dieciséis años.

Su taller en Bilbao La Vieja alberga todas esas creaciones que semana tras semana realiza, conjuntamente con las de sus alumnas, a las que llama después de los talleres para que por sí mismas vean y recojan los resultados. Sin embargo, según conversaciones pasajeras mezcladas con música relajante y detalladas explicaciones, la experiencia de ver la clase y pasar tiempo de calidad con gente agradable, es igual de satisfactorio que el producto final de la cerámica, porque al igual que ésta, se moldea por quienes la realizan y poco a poco se vuelve algo más nítido, disfrutable y dinámico.

Los talleres consisten en crear productos de arcilla, que además de ser un material sostenible y amable con el medioambiente, es óptimo para el uso de aquellos que son principiantes y solo están comenzando a sumergirse en el mundo de la cerámica. En estas clases, los golpes suaves y los pellizcos son obligatorios, pero siempre a la cerámica, claramente, y de hecho son técnicas que junto con la de planca, ayudan a dar forma. Muchos destacan que esta actividad no solo es relajante sino que aumenta el optimismo, fomenta la creatividad, la motricidad fina y el desarrollo mental.

CON AMIGAS MEJOR 

“Itzi no seas pesada, que te está quedando muy bien”, exclamó Leonor a su compañera de mesa y amiga Itziar. Este par, que modeló su set de desayuno con mucho mimo y risas, expresó que “es genial para hacer algo diferente” y “con vino todavía mejor”. La incorporación de una copa de vino que, contra cualquier creencia, además de una cata de quesos, combina perfectamente con un poco de arcilla, fue idea de Sonia. “Son unas propuestas que se han hecho alrededor del mundo con pintura y otras cosas pero en Bilbao no había, hemos tenido un buen resultado porque entre el vino y la cerámica…” dijo Sonia sin tener mucho más que explicar.

Y a pesar de que para muchas esta es su primera clase, para otras más expertas en este arte que se marina en vino, esmalte y creatividad, ya es una cita habitual. Mirian dice que ya echaba de menos venir a clase porque “desde abril no venía y lo disfruto mucho”. Las redes sociales le llevaron al trabajo de Sonia Castán y desde ese momento no ha parado. Ella no suele venir en grupo, pero con orgullo miró a la clase y dijo que “es de estas cosas que aunque solo estés tú, nunca te sientes sola”.

Con el paso del tiempo, la música destensa el ambiente y el vino a las alumnas, la clase se volvió un lugar ameno, lleno de conversaciones sobre familias, amigos, trabajos y relaciones -y pintura, mucha pintura-. Los colores iban de mesa en mesa como herramientas para trabajar que daban forma a las creaciones. “Cierren los ojos y dejen que el tacto sea la prioridad, así la arcilla irá mejor”, repitió Sonia varias veces durante la fase de moldeado.

Varias copas de vino blanco y dos horas después, los bolsos y platos estaban listos para que Sonia los llevara a su taller y unas semanas después se desvele el resultado final. El local de Yimby en la Calle Iparraguirre se fue vaciando poco a poco, con viejas amistades consolidadas y nuevas hechas.

Los talleres de Sonia Castán son recurrentes pero con plazas limitadas, por ello, se recomienda la inscripción previa a través de la página web de Kéya Jewels. Actualmente los cursos tienen un costo de 60 euros por persona. Sus asistentes se van contentas y, como expresaron Itzi y Leonor, “es una experiencia que todos deberían probar”.

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2022-07-08T16:55:02+02:00
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