Enclavado en la costa noroeste de Francia, emerge majestuosamente el Monte Saint-Michel, una maravilla arquitectónica y un símbolo de la historia medieval de Europa. Este icónico monte rocoso, ubicado en la región de Normandía, es un destino que cautiva a visitantes y expertos por igual con su arquitectura gótica y su rico pasado histórico.
Construido sobre una pequeña isla rocosa, el Monte Saint-Michel ha sido un lugar de peregrinaje, oración y fortaleza desde hace más de mil años. Su historia se entrelaza con la arquitectura religiosa y militar, transformándolo en un sitio único en su género. Originalmente una abadía benedictina, el monte y su imponente abadía fueron erigidos a lo largo de varios siglos, culminando en una estructura que parece surgir de las aguas durante la marea alta.
La arquitectura del Monte Saint-Michel es una obra maestra del estilo gótico, con su abadía y capillas en la cima, dominando la costa. El coro de la abadía, una maravilla arquitectónica, se alza en espléndida soledad, alcanzando los cielos y brindando vistas panorámicas del mar y la región circundante. Sus capiteles tallados a mano y vitrales centenarios cuentan historias bíblicas y leyendas locales, llevando a los visitantes en un viaje a través del tiempo.
Este lugar se caracteriza por la subida y bajada de sus mareas. Esto se produce dos veces al día, cada seis horas y sus subidas pueden alcanzar hasta los 14 metros de altura. Este movimiento se produce por la combinación de la fuerza y gravedad de la luna, la rotación de la Tierra y los patrones de las corrientes marinas. Podemos verlo desde cualquier parte del recinto, aunque la mejor vista es en lo alto del monte.
Cuando la marea está baja se puede ir andando desde la orilla del río Couesnon hasta la bahía, que es aproximadamente una hora de caminata y, cuando está alta, el agua cubre parte del puente impidiendo que los turistas lleguen a la bahía, dejando así al monte aislado en medio del océano.
Hoy en día, el Monte Saint-Michel atrae a millones de visitantes de todo el mundo. Sus calles empedradas, casas medievales y encanto rústico crean un ambiente mágico que transporta a los visitantes a una época pasada. Además de explorar la abadía, los visitantes pueden recorrer los estrechos callejones llenos de tiendas de souvenirs, restaurantes y museos que narran la historia del lugar.