Vida y estilo

Montes solidarios, los héroes de la inclusión

A través de esta asociación sin ánimo de lucro, Fernando Alonso Pérez y sus compañeros voluntarios luchan por romper las barreras para las personas con diversidad funcional en sus salidas de montaña
Fernando Alonso Pérez, presidente de la asociación Montes solidarios. / Cedida

En el año 2013, una persona, montañera de toda la vida, se encontraba corriendo en la Ultra-Trail du Mont Blanc cuando un pensamiento irrumpió en su mente: “Con todo lo que disfruto yo en la montaña, ¿por qué no lo van a disfrutar personas con diversidad funcional?”.

Fue a raíz de ese momento cuando se empezó a gestar Montes Solidarios, constituyéndose oficialmente como ONG en marzo de 2016. Así nos cuenta sus inicios Fernando Alonso Pérez, que comenzó como tesorero y acabó convirtiéndose en presidente de la asociación.

Fernando Alonso Pérez. Cedida

Montes Solidarios es una entidad privada sin ánimo de lucro destinada a la promoción y organización de actividades de montaña dirigidas a personas con diversidad funcional. Para lograr este objetivo, cuentan con personas formadas en el guiado en montaña de personas ciegas y con baja visión mediante barras direccionales.

De igual forma sucede respecto al conocimiento sobre el manejo y pilotaje de la silla Joëlette, especial para desplazar a personas con movilidad reducida por cualquier terreno de montaña.

Utilizan la barra direccional y la silla ‘Joëlette’ para llevar a cabo su labor inclusiva. Cedida

Asimismo, Alonso nos cuenta que el mayor mérito de la asociación son sus 172 personas voluntarias, que forman parte del conjunto de las 280 que son socias. En este momento, se encuentran en la búsqueda, principalmente de voluntarios jóvenes, aunque la edad no es determinante para aportar un granito de arena.

Lo más importante es “que estén motivadas y tengan ganas de compartir experiencias en la naturaleza con personas con diversidad funcional”.

De hecho, nos recuerda que no hace falta ser “un portento físico para ser voluntario”, ya que el 95% de las salidas no exigen un gran esfuerzo.

Sí que es verdad que hay algunos tramos en los que hay que hacer fuerza, por ejemplo al subir las escaleras de San Juan de Gaztelugatxe, pero hacen muchas más en las que personas de cualquier índole o condición pueden colaborar y ayudar. Para ello, utilizan la barra direccional y la silla Joëlette, que les permiten la estabilidad y la comodidad necesarias.

Uso de las barras direccionales. Cedida

Lo que más les motiva de todo esto es ver la sonrisa de las personas con diversidad funcional que pensaban que cuando se les acabara el asfalto se les acabaría la aventura. Demuestran que pueden ir a cualquier sitio prácticamente. “Solemos decir que recibimos mucho más de lo que aportamos”, puntualiza su presidente.

A la hora de animar a las personas que estén dudando sobre si colaborar o no, Alonso les pide que no se fijen en la condición física, pues esta práctica ayuda mucho a relativizar.

Tal y como nos cuenta él, muchas veces pensamos que se nos rompe la lavadora en casa y es la mayor tragedia que nos puede pasar porque no nos podemos permitir ese imprevisto en el presupuesto mensual.

Sin embargo, no nos damos cuenta de que hay personas que necesitan tres horas al día para poder asearse, que son personas con movilidad reducida que no pueden llevar a cabo muchas funciones porque la sociedad es como es. “¿De qué me quejo? Si a esta persona le cuesta una barbaridad y mírala aquí con qué sonrisa agradece el momento de silencio, o el simple acto de oler una flor”, relativiza Alonso.

Uso de la silla ‘Joëlette’. Cedida

La educación, un pilar fundamental de la lucha por la inclusión

Aumentar los programas educativos que normalicen este tipo de causas es fundamental, ya que según Fernando Alonso, les cuesta mucho entrar en los colegios, institutos y universidades, ya que si contactan con dirección no les hacen “ni caso”.

Se ven obligados a ir a las clases de sus hijos o de alguien conocido, o a dirigirse a alguien del AMPA que esté muy implicado. En las charlas que dan en los colegios ofrecen formación de las herramientas, del trato funcional y hacen demostraciones con las barras direccionales y con antifaces.

Lo comentan en casa y eso les ayuda a normalizarlo. “Lo que queremos es que vayas al monte y sea normal ver a una persona ciega o con una silla. Aún queda mucho pico y pala, pero tenemos mucha fuerza y estamos en ello”, sonríe el presidente de la asociación.

El logotipo de Montes Solidarios, en una cima al atardecer. Cedida

Convenios, colaboraciones y voluntariado, claves para seguir con la causa

Las herramientas que permiten la movilidad de las personas con diversidad funcional requieren de financiación 

Respecto a los principales desafíos a los que se enfrenta Montes Solidarios, Fernando Alonso nos destaca que llevar a cabo esta labor de inclusión “requiere de financiación”. La silla Joëlette cuesta alrededor de 4.000 euros, y la furgoneta y la oficina donde dejan las herramientas y llevan a cabo sus labores administrativas también requieren de mantenimiento.

Esta entidad sin ánimo de lucro funciona mediante convenios que tienen con Diputación. Hacen salidas principalmente en Álava, aunque también realizan salidas fuera de Euskal Herria. Además, también colaboran con Fundación Vital, que les facilita mucho las cosas al participar en otra serie de actos.

Personas participantes en una de las salidas organizadas por Montes Solidarios. Cedida

En caso de querer estar informados de los calendarios de salidas y del resto de actividades, Alonso nos recomienda estar pendientes de su Instagram y Facebook, además de su página web (www.montesolidarios.org), mediante la que es posible ponerse en contacto con ellos, hacerse socio o voluntario.

Aun así, Alonso suele recomendarle a las personas, antes de que se hagan socias o voluntarias, que prueben a participar en una salida. “Cobramos 10 euros por persona al año, es más algo simbólico, un vínculo y un pequeño compromiso”, destaca.

No obstante, la principal intención es conseguir que sean salidas inclusivas enriquecedoras en las que se disfrute del camino, sin llegar a la cima del todo, sino divirtiéndonos con las conversaciones. “No hay que tratar a las personas como pobrecitas, todos somos iguales”, concluye Alonso.

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31/07/2024