"¿Qué hubiera pasado si no lo hubiera intentado?". Era una pregunta en retrospectiva: con la mirada puesta en el pasado, recordando el idilio con el motociclismo, repasando una carrera deportiva y el transcurso de un pasaje hacia el Olimpo. Valentino Rossi se cuestionaba y respondía a sí mismo. Contestaba además a todos cuantos algún día le preguntaron por la clave del éxito, por esa magia que distingue a unos de otros y que quizá ni los propios protagonistas sepan responder con certeza. La conclusión era: "Nunca sabrás si es posible si no lo intentas". Él lo intentó. Es hora de que otros lo intenten.
Con el adiós de Rossi se cierra una etapa dorada de la historia. Se materializa la fugacidad del ser humano y su obligado relevo generacional, que da paso a una generación de pilotos formados en las máquinas de cuatro tiempos. Ya no quedan excepciones de la era de los 500 centímetros cúbicos, como lo era Il Dottore, que deja huérfana a una multitud de seguidores que buscarán nuevos ídolos no sin olvidar el genio de Tavullia. En esta remesa, que presenta catorce campeones mundiales, lo cual es un récord histórico en la máxima categoría, un nombre se eleva sobre el resto: Marc Márquez, el recordman aspirante a codearse con los dioses del motociclismo.
Sucede que Márquez arrastra dos años de penurias. Las lesiones –tres operaciones de húmero y la pérdida parcial de la visión por un accidente que el año pasado dañó un nervio óptico ya lesionado en 2011– han detenido sus pretensiones. Las dudas se han cernido durante todo este tiempo sobre el octocampeón. ¿Volverá a ser el mismo? Por de pronto asegura que no. Reclama paciencia. Se cobija en la prudencia. "Ganar el noveno título ahora mismo es inimaginable", sostiene. Pero lo cierto es que el año pasado, mermado fue capaz de ganar carreras. Tres. Es decir, dos menos que Fabio Quartararo, el flamente campeón. La pretemporada tampoco le ha ido mal a Márquez. "Los tiempos salen fácil con la nueva moto", señala. El de Cervera ha sido competitivo con la Honda, tanto en Sepang como en Mandalika, hogares de la pretemporada, donde ha imperado una igualdad que se intuye fantasiosa para el aficionado. Si bien, queda por ver lo que estará dispuesto a ofrecer en pista, si arriesgará envalentonado como es habitual en él o aplicará una estrategia conservadora para evitar riesgos.
"Habrá dos candidatos seguros al título, que serán Quartararo y Bagnaia. Pecco acabó muy fuerte el campeonato y Fabio fue el campeón, el piloto más completo del año", revela Márquez, desplumándose de responsabilidad, aunque esperanzado de formar parte del selecto club.