Encarna Hernández –Lorca (Murcia), 1917; Barcelona, 2022–, conocida como La niña del gancho, pionera del baloncesto femenino español, falleció ayer a la edad de 105 años.
Su historia se dio a conocer para el gran público en 2016, a raíz del estreno del documental La niña del gancho (Filmin, 2016). Antes tanto el Barça, club en el que jugó, como la Federación Española habían reconocido su trayectoria con sendos homenajes.
Llegó a Barcelona procedente de Lorca con 10 años. Con 13 empezó a jugar en el Atlas, después pasó al Laietà, el Cottet, la sección femenina de la Falange y el Barça, en el que jugó los últimos diez años de su carrera.
¿Por qué le llamaban La niña del gancho? Contaba que por su corta estatura (154 centímetros) tenía que buscar alguna manera efectiva para lanzar a canasta y perfeccionó el gancho hasta convertirlo en su mejor recurso.
Encarna Hernández se sacó el carné de conducir –fue una de las primeras mujeres en tenerlo en la Barcelona de 194– gracias a sus años en la sección femenina de la Falange. “Tenías que hacer seis meses de trabajo allí”, recuerda. Aquel tiempo también le valió para conseguir el título de instructora de educación física.
Jugó en el Barça de 1944 a 1952 y se retiró con 36 años, cuando tuvo a su hijo. Fue jugadora, entrenadora, árbitro y defensora del deporte femenino en una época en la que no existía ni la Liga Nacional ni la Copa de Europa.
“El Barça ni se acuerda de que estuve allí ni saben que en un tiempo tuvieron baloncesto femenino. Un día fui al museo del club y no hay ni un trofeo de baloncesto femenino. Y en el Museo Olímpic hay muy poca cosa. ¡El museo lo tengo yo en mi casa!”, rememoró en unas declaraciones realizadas cuando fue presentado el documental.
Por su defensa del deporte femenino, Encarna Hernández recibió en 2020 la Medalla de Oro al Mérito Deportivo por parte del Consejo Superior de Deportes.