El periodista, escritor y corresponsal de guerra, Ramón Lobo, ha fallecido este miércoles a los 68 años, víctima de un cáncer de pulmón. A lo largo de su carrera profesional, Lobo cubrió diversos conflictos por todo el mundo como Croacia, Serbia, Bosnia-Herzegovina, Albania, Chechenia, Irak, Argentina, Haití, Ruanda, Nigeria, Guinea Ecuatorial, Sierra Leona, Uganda, Congo, Zimbabue, Namibia y Filipinas.
Fue el propio periodista quien anunció el pasado octubre que padecía dos cánceres simultáneos no relacionados entre sí.
Entre conflictos y libros
Lobo nació en Venezuela en 1955, aunque hijo de español a inglesa, y en 1960 se mudó al Estado. Más tarde, en 1975 se matriculó la licenciatura de Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, y pasó por varios medios de comunicación como la agencia Pyresa, Radio Intercontinental, Heraldo de Aragón, Radio 80, Actual, La Voz de América, Expansión, Cinco Días, La Gaceta de los Negocios y El Sol.
En el año 1992 llegó a El País, su casa durante 20 años, como redactor de la sección de internacional cubriendo conflictos en multitud de países.
Fue en 2012 cuando se incorporó como colaborador en el programa de Cadena Ser, 'A vivir que son dos días'. Además colaboró en elDiario.es entre 2014 y 2019, así como en Jot Down, InfoLibre, El Periódico.
Premios
Entre sus condecoraciones destacan el premio de periodismo Cirilo Rodríguez (2001); Intercultura a la Convivencia en Melilla (2005); José Manuel Porquet (2010) ; José Manuel Porquet (2010); Premio del Club Internacional de Prensa (2013); Premio internacional Cátedra Manu Leguineche (2022).
Además de su trabajo como corresponsal de guerra, Lobo también publicó cuatro libros: 'El héroe inexistente' (Aguilar, 1999), 'Isla África' (Seix Barral, 2001), 'Cuadernos de Kabul' (RBA, 2010) y 'El autoestopista de Grozni y otras historias de fútbol' (Libros del KO, 2012).
La mirada honesta del sinsentido de las guerras
El periodista Ramón Lobo, que ha fallecido este miércoles en Madrid, era uno de los corresponsales más bregados en conflictos armados, como los Balcanes, Chechenia, Ruanda y Sierra Leona, Irak o Afganistán, desde donde escribió las estremecedoras historias humanas que dejan las guerras.
Ha muerto a los 68 años tras una vida intensa, que dejó impresa en miles de crónicas que hizo con honestidad, ética y humanidad, y persiguiendo siempre, como sostenía, la credibilidad y la verdad.
Era la forma de escribir de este maestro del reporterismo en el que mandaba también la ironía, el sarcasmo inteligente, el sentido del humor, y por encima de todo -como -el decía- el lema de vida que seguía de su madre: "no rendirse nunca jamás".
Su última gran batalla
Su forma de afrontar su última gran batalla, la del cáncer, ha sido una de las últimas contribuciones a sus seguidores, tal y como lo han plasmado en las redes sociales.
"Tengo un problema médico que se llama cáncer. Voy a pelear. Soy del Real Madrid y lucharé hasta el último minuto", dijo con cierto humor el pasado mes de octubre, cuando anunció que sufría dos cánceres simultáneos.
Y es que a Lobo le gustaba reírse y 'jugar' un día sí y otro también sobre la muerte, algo a lo que estaban acostumbrados amigos como el periodista Gervasio Sánchez, quien le conocía desde hace treinta años.
En estos últimos días, Gervasio le quiso dedicar "una declaración de vida, admiración y amor, y una reflexión cariñosa" sobre todo lo que vivieron juntos. "Antes que anochezca, querido Ramón", se titula este artículo escrito el 29 de julio.
'Tribu periodística'
Es un canto a la amistad, que refleja el respeto de los compañeros de profesión a Lobo, a quien le decía que se fuera tranquilo por haber conseguido algo muy difícil: formar parte de la cúpula de la 'tribu periodística' que encabezan los desaparecidos Manu Leguineche y Enrique Meneses.
A partir esa despedida, las cuentas de Twitter de Gervasio y Lobo no han parado de recibir mensajes de admiración por ser un "gran referente hasta sus últimas consecuencias" y por haber enseñado a tantos jóvenes este oficio, que le hizo merecedor de galardones como el Cirilo Rodríguez, el Premio Internacional de Periodismo del Club Internacional de Prensa y la Cátedra Manu Leguineche.
Estuvo como enviado especial a conflictos bélicos de 1992 a 2012, pero antes fue redactor jefe de Internacional en "El Sol", pasó por los diarios económicos Expansión, Cinco Días y La Gaceta de los Negocios, y en Washington trabajó en La Voz de América y fue corresponsal para Antena 3 y Euskadi Irratia.
Tuvo además un blog ("En la boca del lobo"), ejerció de columnista del digital InfoLibre y de El Periódico de Catalunya, pero además escribió libros con historias de su paso por las numerosas guerras como "El héroe inexistente", "Isla África", "Los cuadernos de Kabul" o "Autoestopista de Grozni, entre otros.
El periodismo, su salvación
En su autobiografía "Todos náufragos" contó, además, la complicada infancia que tuvo a causa de un padre muy autoritario y falangista y se consideraba "víctima de una transición mal resuelta".
Decía que encontró en el periodismo su "salvación". Desde los catorce años siempre quiso ser periodista, y encontró el sentido de su trabajo en contar historias de los que sufren dentro de las guerras y se sintió un privilegiado por hacer el relato de las víctimas de los dos lados. Y siempre -como contaba- intentó "buscar los grises y gente que construye puentes no muros".