El auge de las redes sociales de unos años a esta parte ha llevado a las personas que viven de ellas a una búsqueda frenética de ofrecer el contenido más espectacular, las fotos más llamativas o las actividades más sorprendentes. El objetivo es diferenciarse de los y las demás influencers para aumentar seguidores y conseguir que las marcas quieran asociarse con ellos para sacar un beneficio mutuo, unos anunciándose y los otros consiguiendo ropa, productos de belleza, viajes o ingresos económicos por promocionar esas marcas.
Selfie que acaba en tragedia
Y claro, la búsqueda de esa foto perfecta lleva a veces a arriesgar más de la cuenta en lugares peligrosos. Es lo que le ha sucedido a la influencer rusa Inessa Polenko, que ha perdido la vida intentando hacerse un selfie. La mujer, de 39 años, se encontraba realizando un viaje por la parcialmente reconocida República de Abjasia (oficialmente parte de Georgia), preparando material sobre viajes para ofrecer en sus redes sociales, en las que también compartía contenidos de belleza y de moda.
En un momento dado, Polenko llegó a un mirador panorámico en la localidad de Gagra, que domina el mar Negro y que ha sido un tradicional destino vacacional para los rusos. A pesar de que había una barrera de seguridad que impedía el paso avisando de que el lugar era muy peligroso, la rusa se la saltó y se acercó al acantilado persiguiendo el selfie más impactante con ese paisaje de fondo. Pero no calculó bien sus pasos, tropezó y se precipitó desde una altura de 50 metros mientras se hacía la foto.
Muere en el hospital
Testigos presenciales llegaron a fotografiar el cuerpo de la modelo tendido en la playa. Pese a que los servicios de emergencia llegaron rápidamente y la trasladaron con vida hasta un hospital cercano, falleció pocos minutos después debido a las graves lesiones que sufrió en la caída.
Cientos de muertes por selfies
La desgraciada muerte de Polenko, natural de Sochi (a apenas 22 kilómetros de Gagra) no es un caso aislado. Tan sólo en Estados Unidos muere una persona cada 13 días mientras trata de hacerse un selfie en un lugar peligroso, una alarmante cifra que se ha disparado desde el año 2015. Un estudio australiano asegura que desde 2008, con la explosión de redes sociales como Instagram, ya han muerto unas 400 personas como resultado de selfies fallidos, la mayoría mujeres jóvenes (de entre 20 y 30 años) que se encontraban de vacaciones.
Para intentar frenar estos fallecimientos, la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos ha recomendado que se creen zonas prohibidas para hacerse selfies en lugares peligrosos como edificios altos o lugares de montaña.