Es un día largamente esperado por los mundakarras, que se pasan 364 días porfiando por la llegada del domingo de Carnaval. Y al fin, la jornada llegó ayer domingo. Llegó además cumpliendo todos los tópicos del día grande del Aratuste, con atorras y lamias –los dos personajes característicos– a los mandos y miles de personas abarrotando la anteiglesia costera. Todo salió a pedir de boca en una jornada que confirmó que es “el mejor día del año” para los mundakarras. Una de las celebraciones carnavaleras más singulares de Euskadi cumplió. Y con creces.
Desde bien entrada la mañana se podía vislumbrar que no iba a ser un domingo más en Mundaka. No hubo “sol primaveral”, como reza la canción Añoranzas, pero la climatología ayudó. Y a media mañana ya podían verse infinidad de disfraces –no de “atso zarra” ni de “oso”, como señala Recuerdo–, pero el ambiente iba caldeándose progresivamente hasta que explotó con los atorrak, que hicieron aparición en la plaza a las 12.45 horas. Con puntualidad británica y Santi Txitxo Zaldunbide al mando –impecable en su papel de director en su estreno en el puesto, embutido en un riguroso frac negro que chocaba entre tanto blanco–, los hombres –más de dos centenares de marraus– fueron enlazando tonadilla tras otra hasta bien pasadas las 15.00 horas. Para la posteridad quedó el tránsito por Goiko kalea –donde era imposible andar–, el reparto de tostadas, y su paso por el Artza y la icónica imagen que dejan subidos a las paredes del muelle. También que Zaldunbide se subiera a la base de la recientemente retirada cruz de Kurtzio para desde allí llevar la batuta de la estudiantina. Otro año más los atorrak estrenaron una nueva canción –Kantari Dantzari– y sacaron a pasear sus instrumentos para alegrar las calles mundakarras. Dejaron atrás la pandemia del coronavirus, que en años anteriores dificultó la fiesta, a lo grande.
Las primeras horas de la tarde sirvieron para tomar fuerzas ante lo que se avecinaba. En los bares parecía imposible tomar un refrigerio ante el gentío que andaba por la anteiglesia. Quedaba el segundo capítulo. Y es que a las 18.00 horas, poco antes de caer el sol, arrancaba el cambio de turno entre los dos protagonistas del Carnaval mundakarra. De atorrak –blanco impoluto– a lamiak –personajes mitológicos embutidas de negro que tienen su germen en las legendarias mujeres que poblaban Lamiaran, valle entre Bermeo y Mundaka–. De la tranquilidad de los hombres a la electrizante kalejira de las mujeres, que han sabido integrarse a la perfección en el Aratuste costero. Encabezadas por Amaia Ibarra –que no paró ni un segundo en su cometido, llevando con soltura el ritmo–, efectuaron un paseo similar por las calles de Mundaka, aunque muchísimo más rítmico gracias a acordeones, violines, txirulas o bombos –con bailes incorporados–. Ya cumplido con su pasacalles, la noche dio para más detalles, como que atorras y lamias se fundieran en diversas ocasiones, dejando imágenes para el recuerdo. A más de uno le sorprendió la madrugada. Y muchos el día de hoy deberán pagar la factura a tanto desenfreno. El Aratuste bien lo merece, más si vuelve a confirmar que es el día más grande para los mundakarras. Y que merece la pena esperar 364 días.
Aratuste de Mundaka
Atorras. Liderados por Santi ‘Txitxo’ Zaldunbide –por vez primera–, más de dos centenares de atorras desfilaron durante la mañana por las calles de la localidad costera.
Lamias. Encabezados por Amaia Ibarra –que también se estrenaba en el puesto de mando–, centenar y medio de lamias hicieron lo propio nada más caea la tarde, a las 18.00 horas.
Sin incidentes
Fiesta por todo los alto y sin incidentes reseñables
Salvo contadas aglomeraciones, los efectivos de la Cruz Roja –instalados en la Atalaya– apenas tuvieron que hacer frente a incidentes reseñables.