Termina la participación de España en lo que muchos han venido en llamar el Mundial de la Vergüenza. Mucho se ha dicho y escrito sobre el más que evidente desprecio de Catar a los Derechos Humanos. Al menos, a los de ciertos colectivos, ya que ha quedado evidente que ésto no se aplica cuando se tienen poder y posibilidades económicas. Sería bueno, una vez pasada la euforia deportiva, abrir una reflexión sobre cómo se dejan de lado ciertos principios cuando se pone sobre la mesa una buena cantidad de billetes.
No es ningún secreto que, tras la elección de Catar como sede del torneo, ha habido intereses poderosos. ¿Por qué si no se elige un país cuya afición al fútbol es residual, con un clima tan cálido que obliga a no realizar la competición en verano, como es habitual? La cascada de polémicas no ha cesado, dando pie incluso a imputaciones de dirigentes como Joseph Blatter. En 1603, Francisco de Quevedo escribió una letrilla satírica que sigue estando de rabiosa actualidad: "Poderoso caballero es Don Dinero".