Rafa Nadal se ha convertido en el tenista más laureado de todos los tiempos tras derrotar al ruso Daniil Medveded en la final del Open de Australia. El tenista balear se impuso en un partido épico en el que tuvo que remontar dos sets a Medveded, al que acabó derrotando por 2-6, 6,7, 6-4, 6-4 y 7-5. Nadal suma así su 'Grand Slam' número 21, superando a Roger Federer y Novak Djokovic, que acumulan 20.
El tenista de Manacor no decayó a pesar de ceder las dos primeras mangas a su rival, número dos del mundo y que disputaba su segunda final en el Melburne Park. Después de casi seis meses apartado del circuito por lesión y 476 días después de ganar su último Roland Garros, Nadal consiguió elevar su cosecha de títulos a veintiuno, más que nadie en la historia de este deporte.
Lucha y persistencia
Nunca había remontado una final de un 'Grand Slam' marchando dos sets abajo, ni tampoco nadie lo había conseguido en la historia del torneo 'aussie', pero el de Manacor no entiende de estadísticas, solo de lucha, de persistencia y de no darse por vencido.
Por eso, no bajó los brazos cuando todo parecía perdido, cuando lo hubiese hecho cualquier otro tenista en el circuito, y dio la vuelta a su duelo ante el número dos del mundo para encaminarse de manera firme hacia el Olimpo del tenis mundial.
"Vuelvo a sentirme vivo, estoy divirtiéndome otra vez", reconoció el de Manacor tras vencer en semifinales al italiano Matteo Berrettini. Y sobrevivir fue lo que hizo ante un casi autómata Medvedev, empeñado en devolver todas y cada una de las bolas que le enviaba el balear hasta la resurrección de este en el tercer parcial.
Una partida de ajedrez que cayó finalmente del lado del hombre con más fortaleza psicológica del circuito, al que ni la grave lesión en el pie ni todos los obstáculos que le han alejado cinco meses de las pistas hasta enero impidieron alzar su vigésimo primer título de 'Grand Slam', más que ningún otro tenista masculino en la historia.
Con su título ATP número 90, deshace el empate a 20 que desde enero de 2021 reinaba entre él, el suizo Roger Federer y el serbio Novak Djokovic, ganador el año pasado en Melbourne ante un Medvedev que volvió a quedarse a las puertas de la gloria en el certamen oceánico.
Así, logra su segundo Abierto de Australia (2009 y 2022) y lo une a sus 13 Roland Garros (2005, 2006, 2007, 2008, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2017, 2018, 2019 y 2020), dos Wimbledon (2008 y 2010) y cuatro US Open (2010, 2013, 2017 y 2019).
Medvedev golpea primero
El calor en la Rod Laver Arena, con 29º y una asfixiante sensación térmica debido a la humedad, repercutía en un Nadal que sudaba a chorros y que aun así conseguía responder desde el fondo de la pista. Desbarató dos ocasiones de 'break' de Medvedev en el tercero juego, pero pronto empezó a acusar el golpe.
Fue en el quinto, cuando el ruso firmó al resto un juego en blanco que silenció a un estadio volcado con el tenista balear. Desde ahí, el número dos del mundo enlazó cuatro juegos ganados -con otro quiebre de 40-0- para cerrar el parcial ante un Nadal que, con 16 errores no forzados, se dejó llevar en los últimos compases para no desgastarse.
Pero es en la adversidad donde el multicampeón de 'Grand Slam'. En el cuarto juego de la segunda manga, en su segunda oportunidad, quebró al fin el servicio de su adversario con un resto profundo que devolvía la esperanza. Sin embargo, el ruso equilibró de nuevo la contienda con una rotura que precedía a otras dos, una para cada uno de los contendientes, y que condenaba al set al 'tie-break'.
Arrancó bien Nadal con un 2-0 que le ofrecía ventaja, aunque Medvedev se encargó de romper su renta (2-2). Nuevamente, el español lograba espacio (5-3) e incluso pudo acercarse al triunfo parcial con un saque y volea que no acabó de completar. Fue entonces cuando su adversario reaccionó para llevarse cuatro minipuntos seguidos y poner fin a la manga con un 'passing-shot' después de una hora y 24 minutos de lucha.
Nadal contra la lógica
La estadística recordaba que Nadal nunca había conseguido remontar una final de 'Grand Slam' tras haberse puesto dos sets abajo, y hacía ya 14 años y medio que no le daba la vuelta a un partido tras perder las dos primeras mangas, desde tercera ronda de Wimbledon 2007 ante el ruso Mijaíl Yuzhny (4-6, 3-6, 6-1, 6-2, 6-2).
Pero Nadal es resiliencia, lucha, insistencia. Su fortaleza psicológica lo puede todo, y así lo demostró tras verse contra las cuerdas. Resistió tres pelotas de quiebre en contra antes de aprovechar su momento en el noveno juego; la Rod Laver Arena estalló de júbilo cuando el español rompió al fin a su adversario y confirmó la rotura para forzar la cuarta manga.
Con un Medvedev descolocado y de nuevo apremiando al juez de silla por los gritos del público en el estadio, hacía soñar con la gesta al sellar otro 'break' en el tercer juego del cuarto set. El ruso lograba contrarrestar, y, de nuevo Nadal, en la séptima bola de rotura de un eterno quinto juego, confirmó que iba a por todas poniendo el 3-2 y garantizándose posteriormente su servicio (4-2).
Ni las ocasiones de quiebre de uno ni las de otro en el tramo final se materializaron y el español se garantizó la lucha definitiva en el quinto set. Y tras cinco horas de guerra, no falló en la última batalla, una que recordó a la emblemática final de Australia 2012, en la que, tras casi seis horas, Djokovic doblegó al español en el quinto set (5-7, 6-4, 6-2, 6-7(5), 7-5).
El primer golpe lo dio en el quinto juego, donde consiguió quebrar el saque de un Medvedev vencido mentalmente (3-2). Aun así, este se defendió con uñas y dientes, desaprovechando sus tres bolas de quiebre, y ganó su siguiente saque con juego en blanco antes de devolverle el 'break' en el quinto juego.
Sin embargo, Nadal no había llegado hasta allí para caer en la orilla, y con un 'contrabreak' recuperó la iniciativa. Con juego en blanco, puso fin con su saque a cinco horas y 24 minutos de juego para entrar directamente en la historia del tenis. Con 21 'majors' en su haber, el balear es ya el más grande de la historia.