Larrea asegura que los detectores de humo domésticos "son los únicos aparatos que en un incendio por la noche nos pueden salvar la vida, porque el humo, los gases y el vapor que se produce en un incendio por la noche cuando estamos dormidos, nos pueden matar". De hecho, aproximadamente el 70% de las víctimas mortales se producen por inhalación de los gases de la combustión, principalmente por monóxido de carbono, el resto por quemaduras, y una pequeña parte por traumatismos.
La cocina, el salón y el dormitorio son los lugares de la casa donde se producen más incendios. El uso de nuevos elementos como las camas articuladas, provistas de motores electrificados aumenta el riesgo de que ante un fallo se produzca un incendio.
Especial atención merecen las regletas, que no deben sobrecalentarse. "Una vez que veamos que por cualquier parte se ha empezado a poner amarillo, es que el plástico se ha empezado a recalentar y ese amarillo va a acabar en marrón, se va a carbonizar, se va a quemar y va a producir un incendio", asegura el presidente del Observatorio de Prevención de Riesgos y Accidentes.