Any Puyal dio la bienvenida al mundo a su hija Ane el pasado 5 de noviembre; la cara se le ilumina cuando habla de la pequeña. “Es lo mejor que nos ha podido pasar en esta vida”, la mira embelesada. “Y eso que la maternidad es dura; se despierta muchas veces por la noche, está muy demandante y pide pecho cada poco... Son 24 horas pero es muy bonito”, explica. Ane es una de las niñas que, en Euskadi, han venido con un pan debajo del brazo, como se suele decir. Un pan en forma de ayuda de 200 euros al mes hasta los tres años. “Creo que son muy necesarias; si no, sería muy difícil para muchas personas poder sacar adelante a un bebé”, las valora esta madre primeriza.
Any fue ayer martes, junto a su amiga y casi cuñada Naiara Uria –un hermano de su marido está casado con la hermana del marido de la segunda, además de ser vecinas de portal y haber dado a luz con apenas dos semanas de diferencia–, de las primeras en solicitar las ayudas puestas en marcha por el Departamento de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, que se prolonga a partir del tercer hijo hasta que cumpla los siete años, con 100 euros al mes. Era el primer día para pedir la prestación y allí estaban ambas, en las oficinas del Gobierno vasco en Bilbao. “Para qué esperar más, ¿no?”, planteaba esta vecina de Mungia, encantada con la medida puesta en marcha por el Gobierno vasco como una de las vías para hacer frente al reto demográfico. “Están muy bien; 200 euros al mes pueden no parecer mucho, pero son durante tres años, empezando a contar en enero. Y como mi bebé nació en noviembre, prácticamente me voy a poder beneficiar de esta ayuda completa”, echaba cuentas.
Va más allá; las considera “necesarias” para muchas familias. “Hoy en día incluso más, con lo que está subiendo el precio de todo. Si no, sería muy difícil poder sacar adelante a un bebé sin tener que pedir ayuda a tus padres, tu familia...”. Sumadas al resto de iniciativas para fomentar la natalidad, no tiene muy claro que sean una varita mágica para invertir esa pirámide poblacional que hace equilibrios sobre una base cada vez más exigua, pero está convencida de que, “al menos las familias que ya tienen hijos vivirán con el cinturón no tan prieto”.
Y es que la llegada de un bebé obliga a soltar la cartera. “Pañales, vacunas, ropa, guardería... Por no hablar de la alimentación si no le das pecho. Son muchas cosas y, aunque te lo cuentan, hasta que no lo vives en primera persona no te das cuenta”, reconoce. A ella y a su pareja, su primer bebé ha llegado en un momento en el que pueden disfrutar de cierta estabilidad económica que, admite, no todas las familias tienen. “El componente económico pesa, y mucho, a la hora de plantearse tener un hijo. Con 25 años, recién terminados los estudios... claro que es determinante. En nuestro caso no ha sido lo que nos ha hecho pensar si queremos o no un hijo, pero nos ha pillado en otra situación. Sin esa estabilidad, sería muy difícil, imposible, yo creo que nadie se lo plantearía”, advierte. De momento prefieren no pensar en si aumentarán la familia en el futuro o se plantan con Ane. “De momento estamos muy bien, vamos a disfrutar de ella; ya veremos de aquí a uno o dos años”, prefiere centrarse en el presente.
Naiara Uria suscribe casi al 100% sus opiniones de vuelta de solicitar in situ las ayudas. “Como estoy de permiso de maternidad no me importaba ir de forma presencial”, admitía. “Es una ayuda muy buena; 200 euros al mes hasta 2025 en nuestro caso”, explicaba junto al pequeño Eki, que nació el 22 de octubre. “No hago más que escuchar comentarios de amigos que tienen hijos mayores...”.
Doscientos euros que llegan como un maná en una época con los precios desbocados. “Yo solo tengo un niño de cuatro meses y ahora mismo no supone un desembolso económico importante, pero más adelante, sí; la guardería, en mi caso, va a ser gratuita pero conozco a familias que pagan 500 euros al mes en una privada, que es una barbaridad que no cualquiera puede permitirse”, expone a modo de ejemplo. “Entre los gastos del día a día, que están cada día más caros, más pañales, más guardería, más farmacias... Todas las ayudas que puedan habilitar están muy bien”.
Aunque reconoce que “no todas las personas que la van a recibir la necesitan”, Naiara cree que se trata de una buena iniciativa para combatir la crisis demográfica o, al menos, para que aquellos que ya han sido padres “estén menos ahogados. Se han puesto varias ayudas; yo me estoy planteando coger una reducción de jornada y ahí también te ayudan. Si no fuera así hay gente que no podría permitírselo. No sé si van a hacer que las familias se animen a tener hijos pero las que los tienen, van a poder vivir mejor”.