“Voy a seguir para adelante y voy a seguir corriendo en el World-Tour”. La frase, la declaración de intenciones que parece una certeza, un axioma, una verdad irrefutable cincelada sobre mármol de Carrara con letras de oro, pertenece a Nairo Quintana (4-2-1990, Combita, Colombia). El colombiano habla con determinación, pero su idea, más un acto de fe, no casa, de momento, con la realidad, ingobernable, que le niega. Se diría que el pensamiento verbalizado de Quintana es un deseo, un anhelo que descansa sobre los parámetros del realismo mágico. El positivo por tramadol, un analgésico prohibido por la UCI (Unión Ciclista Internacional) desde el 1 de marzo de 2019 pero que no está vedado por la AMA (Agencia Mundial Antidopaje), ha dejado varado al colombiano en el arcén del ciclismo con las luces de emergencia puestas. Nadie acude al rescate del ciclista, sin equipo para 2023.
A pesar de los rumores que sitúan a Quintana en distintas formaciones –hasta seis podrían tenerle en su agenda, con bastantes opciones para el Israel de Chris Froome–, de momento ninguna estructura del WorldTour ha decidido recuperar para la causa al colombiano, campeón del Giro en el 2014 y ganador de la Vuelta en 2016, además de ser segundo en el Tour de 2013 y 2015 y tercero en el de 2016. El brillo del excelso palmarés de Quintana no logra alumbrarle de cara a la próxima campaña. Continúa el colombiano, una estrella, en la niebla, a oscuras, sin un horizonte nítido después de que el uso de tramadol, que él niega, le haya señalado.
Quintana defendió su buen nombre tras anunciarse su positivo por tramadol en dos muestras de sangre obtenidas los días 8 y 13 de julio que revelaron la presencia del analgésico y sus dos metabolitos principales durante la carrera francesa. La UCI descalificó al colombiano del Tour (fue 6º) y le impuso una sanción económica de 5.000 euros. La sustancia no está considerada como dopaje por parte de la AMA, pero la UCI la prohibió tiempo atrás. Quintana, blandiendo su inocencia, recurrió al TAS. El tribunal de arbitraje deportivo confirmó la sanción al colombiano. Dio la razón a la UCI e invalidó los argumentos empleados por Quintana en su defensa. El organismo rector del ciclismo celebró el fallo.
credibilidad dañada
“La Unión Ciclista Internacional acoge con satisfacción la decisión del TAS que confirma la descalificación del ciclista colombiano Nairo Alexander Quintana Rojas del Tour de Francia 2022 por infringir la prohibición de uso de tramadol en competición. Esta decisión refuerza la validez de la prohibición de tramadol en el Reglamento Médico de la UCI para proteger la salud y la seguridad de los corredores. La UCI no hará más comentarios sobre este asunto”, señaló la organización ciclista. La decisión del TAS fue un directo que dañó la credibilidad del ciclista colombiano, resquebrajada por el positivo y por la ruptura con su equipo, el Arkéa, poco después de haber anunciado su renovación, si bien faltaba la firma.
Después de que fuera pública la sanción, que no acarreaba suspensión, Quintana anunció que disputaría la Vuelta. Su equipo le corrigió. No sería de la partida. “Ahora mismo, no tengo cabeza para hacer la competición. No me encuentro en condiciones, prefiero volver a casa y organizar mi defensa para demostrar que no tengo ningún problema”, dijo entonces el colombiano.
En la formación francesa decidieron finalizar el vínculo con Quintana porque este tomó la sustancia sin el consentimiento de los médicos del equipo. El mundo alrededor del colombiano comenzaba a agrietarse a pesar del encole y el apoyo de su país, que ha cerrado filas en torno al ciclista, un ídolo de masas.
Quintana se aferró al tradicional argumentario que acompaña a los ciclistas que dan resultados adversos en los controles para encarar una situación muy comprometida. Los equipos más poderosos no parecen dispuestos a contratarle. “Con orgullo digo que he tenido más de 300 controles antidoping durante mi carrera y nunca tuve ningún problema. Tengo muchas razones para no hacerlo y nunca lo hice”, señaló el colombiano tras conocer el veredicto, “la tormenta pasará, tengo un país detrás, seguimos hacia delante y nos vemos pronto”.
No da la sensación de la que la tormenta, más bien la tempestad, amaine alrededor de Quintana, que intenta trasladar una sensación de calma y normalidad en sus apariciones. Sin embargo, el tiempo corre en su contra. Sin hilo del que tirar, Quintana sigue atrapado en el laberinto.