Venía a contar en cierta ocasión José Mujica, el presidente más popular que ha tenido Uruguay, que él pertenecía a una generación de guerrilleros que se había dejado la piel luchando por la revolución, anhelando su estallido e imaginando cómo sería el día después… sin darse cuenta de que tan o más importante era pensar qué se hacía mientras tanto.
En la conservadora y tradicionalista Navarra que heredamos desde el siglo XIX –esos viejos regímenes históricamente consolidados en términos políticos, económicos, culturales y hasta religiosos- ha habido, ciertamente, ciertos momentos de convulsión, ya sean durante las guerras carlistas, la eclosión del espíritu republicano de los años 30, el tardofranquismo o a transición democrática, hasta llegar hasta esa suerte de aggiornamento que supuso hace siete años la irrupción del llamado gobierno del cambio después de décadas de corralito foral, falso desarrollismo y exclusión. Y en todos estos momentos –como dijera el presidente Mujica- lo importante no era tanto el puerto al que se quisiera llegar, sino la dinámica que se desencadenaba en el mientras tanto. Es decir, pasar del suceso al proceso, sin tener que poner un punto final.
El Parlamento de Navarra acaba de aprobar los octavos Presupuestos consecutivos de los que dispondrá el Gobierno foral y que tendrán un marcado perfil progresista y esto no es una estadística baladí. Es el síntoma de un proceso que, durante estos últimos siete años, ha venido introduciendo cambios estructurales y de calado en la política, la economía y la sociedad navarra que no se pueden obviar a la hora de afrontar los grandes retos que nos depara el próximo año 2023. Y, además, todo hace indicar –así lo esperamos, al menos, esa mayoría social progresista que conformamos los navarros y navarras- que Navarra va a seguir cambiando.
El mundo está cambiando y Navarra no es ajena a la realidad de este contexto. La emergencia climática que nos está obligando a rediseñar todos nuestros hábitos y políticas sectoriales en términos de sostenibilidad; la crisis geopolítica y energética que está incidiendo de lleno en nuestro sistema productivo o en nuestra vida doméstica; el fenómeno de creciente empobrecimiento que se está produciendo en una economía lineal en la que estamos viendo que a más desarrollo, se están produciendo mayores fallas de desigualdad; los intentos neoliberales de desmembrar el Estado de Bienestar devaluando los servicios públicos o el cuestionamiento de derechos civiles y sociales básicos… Son desafíos que nos están pidiendo nuevas respuestas.
Navarra –y no sólo su gobierno, sino también con la colaboración de su tejido social y una buena parte de su sector privado- ha activado en estos últimos años distintas estrategias para hacer frente a los nuevos retos y continuar adelante con el proceso de transformación, respondiendo sobre la marcha a una realidad cambiante. Las políticas de sostenibilidad enmarcadas en la estrategia Navarra Green en materia de transición y soberanía energéticas –empezando por la creación de una agencia energética pública propia-, de rehabilitación y regeneración de los barrios y entornos urbanos, de descarbonización del tejido productivo, de circularidad de la economía o de recuperación y modernización de un mundo rural vivo y activo. La apuesta por la cohesión social y territorial frente a las brechas de desigualdad. El empeño por no dar por cerrado el Amejoramiento y por profundizar en mayores cotas de autogobierno foral, en materias tan sensibles como las transferencias de Tráfico o de I+D+i. La articulación –y financiación equilibrada- de una verdadera política local y municipalista, esa que se ejerce a pie de calle. La gestión inclusiva de la pluralidad y diversidad identitaria, cultural o lingüística de Navarra… son sólo algunas de las acciones que se han puesto en marcha desde un compromiso por compartir problemas y soluciones con los agentes sociales y locales desde la cercanía, por mancharse las botas pisando el terreno de lo concreto y por mojarse en la gestión transformadora del día a día, ejerciendo una acción de gobierno posible y posibilista. Lejos de palabras grandilocuentes o de soflamas finalistas, es justamente bajar a la política del mientras tanto.
No vamos a esperar que nos caiga del cielo un próspero año 2023. Vamos a seguir haciéndolo y estas acciones son la mejor garantía de que la Navarra del siglo XXI, efectivamente, va a seguir cambiando.
*El autor es Vicepresidente del Gobierno de Navarra