“Navarra necesita acuerdos amplios para Osasunbidea, euskera y convivencia”

El nuevo despacho de Ana Ollo Hualde (Pamplona, 24 de enero de 1965) en el Palacio de Navarra es un espacio de contrastes. Por dentro, suelos de mármol negro marquina y madera recia, vieja y buena. Es como volver a 1950. Por fuera, las mejores vistas de la Plaza del Castillo. Si te asomas al balcón te caes encima del kiosko.

Desde esa esquina estratégica y codiciada –ha sido el despacho de los primeros espada casi siempre– trabajará la vicepresidenta segunda del Gobierno, en una legislatura que es clave para “afianzar definitivamente el cambio iniciado en 2015”. Ollo tiene claro que Navarra necesita grandes consensos políticos y sociales en un panorama de auge de la derecha y la ultraderecha: Osasunbidea, servicios públicos, euskera, convivencia. Y cree que se dan las condiciones para alcanzarlos pese a que habrá que superar ciertas resistencias. Externas, y también internas.

Ya está todo en marcha. 

–Ha sido un verano de negociaciones intensas, pero Navarra va a tener gobierno progresista hasta 2027. De alguna manera, este Gobierno continúa la senda que se abrió en 2015, que no es sino el reflejo de algo que ya estaba en la sociedad, pero que no encontraba un canal de representación. En 2015 empezó con el liderazgo de Barkos; en 2019 se consolidó; y ahora lo hemos ratificado para la próxima legislatura.

¿El paso del tiempo da todavía más valor al cambio político de 2015? 

–Fue un tsunami. Los gobiernos hasta entonces basculaban entre UPN y PSN y una parte de la ciudadanía estaba discriminada, eran los tiempos de los buenos navarros y de los malos navarros. Pero los cambios deben consolidarse y por eso es tan importante que ahora se amplíe.

¿Han cambiado muchas cosas desde entonces? 

–Entró aire fresco. Recuerdo que en 2015 muchas personas me decían que nunca habían sido recibidos por un consejero o consejera. Hemos dado naturalidad a un montón de formas distintas de hacer política.

Por primera vez es vicepresidenta. 

–Queríamos seguir liderando e impulsando las políticas que forman parte de Geroa Bai, como es el euskera, la memoria, la acción europea. Que alcance el rango de vicepresidencia, algo que tuvimos ya con Aierdi en Vivienda con una serie de políticas referenciales en Europa, responde a que estas políticas van en nuestro ADN. 

Se habla mucho de que va a ser una legislatura muy política. ¿Esto qué significa? 

–No somos tecnócratas. No es lo mismo un Gobierno que otro, no es lo mismo la actual coalición con el apoyo de EH Bildu que un Gobierno de UPN, PP y Vox, o incluso un gobierno UPN-PSN. Nosotros queremos blindar las políticas sociales y de desarrollo económico para todas las personas, la mejora de los servicios públicos, la convivencia, la Navarra como sujeto, y no como objeto político. Esos son los pilares de este Gobierno. Y otro Gobierno tendría otras prioridades, eso seguro.

¿Qué espera de la legislatura?

–Creo que se dan condiciones para afianzar definitivamente el cambio iniciado en 2015. Deberíamos ser capaces de construir o poner las bases para dos grandes acuerdos: uno en torno a la diversidad y pluralidad identitaria, cultural y lingüística; y otro para blindar los pilares del estado del bienestar, empezando por la salud, desde el autogobierno y frente a la involución de la derecha y la ultraderecha. Y ahí ha estado y estará Geroa Bai como agente esencial e imprescindible para este ciclo político del cambio que ya lleva ocho años.

La derecha le ha reprochado siempre tener una consejería muy política. ¿Ha entendido esta crítica alguna vez? 

–Yo reivindico la política, la verdad. Y fíjese, creo que el Gobierno que hemos hecho, con todos sus puntos de tensión en la negociación, de alguna manera también pone pie en pared contra la derecha y la ultraderecha y lo que hemos visto en otras comunidades. Navarra ha sido ejemplo estos últimos ocho años de diálogo, de consenso y de blindar los derechos frente al retroceso que se está viendo en otras comunidades.

¿Navarra se ha quedado sola? 

–Igual es más correcto decir que nos hemos quedado en minoría. Pero de alguna manera hemos sabido mantener una coherencia. La ciudadanía progresista de Navarra no nos hubiera perdonado no haber llegado a un acuerdo viendo el panorama en otras comunidades. Las áreas que yo llevo, por ejemplo, son las áreas que la derecha y la ultraderecha primero han destruido.

¿Ha llegado el momento no solo de hacer estas políticas, sino también de reivindicarlas? 

–Lo que ha quedado claro es que eso que decían algunos de que el Estado español era una isla en plena ola reaccionaria... de isla, nada. En los últimos años, con Gobiernos progresistas, parecía que esto estaba más blindado. Pero hemos descubierto que no. La derecha y la ultraderecha no tienen ambages en romper con todo ese trabajo. Por eso es más importante que nunca que hayamos conseguido superar diferencias aquí.

¿Cree que este es un Gobierno cómodo, normal, para Navarra? 

–En Navarra, la ciudadanía progresista iba por delante del poder político y no es hasta 2015 cuando esto encuentra un canal. El otro día leía una reflexión de Daniel Innerarity al hilo de las elecciones generales en la que venía a decir: bueno, ¿y si resulta que la sociedad es así, si realmente esta sociedad es mucho más diversa y plural que lo que los partidos tradicionales han creído en España? Yo creo que esa lectura, en Navarra, la hemos hecho muy bien.

¿El bipartidismo hace una mala lectura de esta diversidad? 

–Para ellos era más cómodo, también aquí en Navarra. Pero es más irreal. Navarra es mucho más plural: en razas, en culturas, en religiones, en idiomas, en identidades... lo que tenemos que hacer es saber gestionar esa diversidad para que el resultado sea riqueza para toda la sociedad.

¿Qué aportación ha hecho Geroa Bai a esa gestión de la pluralidad? 

–Ha sido un agente imprescindible para ese cambio. Con diferentes papeles de liderazgo. Pero ha sabido interpretar muy bien la diversidad de la sociedad. Geroa Bai tiene conciencia de que hay que gestionar esos conflictos que genera la diversidad de manera que aporten riqueza. Esto está ahí. Las políticas de convivencia, de euskera, no hubieran sido las mismas sin Geroa Bai en el Gobierno.

¿Este también es un buen momento para que Geroa Bai aborde un rearme de la coalición para los próximos años?

–Geroa Bai ha cambiado la historia reciente de Navarra. Ha sido un agente social imprescindible de ese cambio, con Barkos liderando el Gobierno en 2015 y en 2019 y 2023 con el reto de coliderar. Evidentemente, como todos los grupos políticos, tiene que reflexionar. Pero que no se nos olvide el papel que ha tenido Geroa Bai.

Al hilo de la reflexión de Innerarity, ¿qué cree que va a pasar en el Estado? 

–Yo confío en que sean capaces de aprender que el Estado es diverso, es plural, y que hay que saber gestionar esa diversidad, como hemos hecho en Navarra. Yo espero que Sánchez sea capaz de llegar a un acuerdo de fuerzas progresistas.

Las lenguas del Estado se han colado en el debate. Usted tiene las competencias en euskera.

–El debate introduce aire fresco. Han existido evidentes desacuerdos, pero creo que en esta legislatura se debe avanzar en un consenso básico sobre el euskera, sin miedos y con rigor. Y creo que en ese sentido, esos aires en Madrid nos pueden ayudar a desbrozar un poco la madeja sobre el euskera, tema en el que el PSN ha hecho una lectura que no tiene nada que ver con lo que es y se merece el euskera. Me da la sensación de que es una postura que el PSN fijó ya en la oposición, y de la que en cierta manera es rehén.

Existe un debate territorial y en Navarra se habla desde hace tiempo de abrir la reforma del Amejoramiento. ¿Qué opinan?

–Cualquier reforma del Amejoramiento que se plantee tiene que partir de que Navarra debe ser sujeto, no objeto político. La reivindicación del autogobierno tiene que ser tanto por el Fuero como por el huevo. No es una cuestión solo de competencias, sino que la propia ciudadanía valora mejor las políticas que se hacen desde aquí. Obviamente hay que tener en cuenta las ondas centralistas de la derecha y la ultraderecha, y también que autoproclamados gobiernos progresistas hayan tenido estas tentaciones.

¿No da la sensación de que el euskera necesita un gran pacto, incluso más allá de la actual coyuntura política? 

–El euskera debe entrar en un debate político y abandonar el debate partidista. Se necesita un pacto social. Vamos a separarlo del barrizal, y creo que esta legislatura nos abre la posibilidad de abordar ese debate sin miedos. El euskera tiene que dejar de verse como un elemento amenazador, porque es una fortaleza de Navarra. De la misma manera en la que celebramos la diversidad de la sociedad, ¿por qué no ocurre esto con las lenguas? En Navarra, además, hay otras lenguas que en determinados círculos son mayoritarias: pensemos en el árabe, en el rumano. Navarra es cada vez más plurilingüe.

Usted también está al frente de las políticas de convivencia. 

–Tenemos que blindar estas políticas porque vemos que son el primer objetivo de la derecha y la ultraderecha cuando entra a gobernar. Es una cuestión de derechos humanos y esto tiene que estar blindado. Vamos a seguir trabajando con todas las víctimas, las de ETA y las de abusos policiales. Por cierto, que en los próximos meses vamos a resolver los primeros expedientes en la comisión de reconocimiento de estas víctimas.

Se va a poner en marcha un grupo de trabajo sobre los Caídos. ¿Qué hay que hacer con ello?

–Hay muchas opiniones. Hay quien considera que hay que tirarlo, otros dicen que hay que resignificarlo. No hay un consenso, por eso hay un grupo de trabajo con el Ayuntamiento de Pamplona para que encontremos una solución. Pero dejarlo como está es una afrenta para muchas personas.