Navidad y familia son dos conceptos que parecen inseparables, tratándose de unas fiestas que son sinónimo de banquetes con los parientes –aunque a unos lleves siglos sin verlos y otros no te caigan del todo bien–.
Pocas celebraciones habrá en nuestra cultura tan tradicionales como la Navidad, aunque en las últimas décadas hayan florecido diferentes formas de celebrarlas, a la par que la sociedad ha ido cambiando, progresando y rompiendo con el modelo único de familia.
Ya no hay una única forma de celebrar la Navidad porque ya no hay un solo concepto de familia. En las últimas tres décadas el matrimonio heterosexual con hijos ha ido dejando paso al matrimonio homosexual –especialmente tras su legalización en 2005–, a las madres solteras, a familias reconstituidas –cada vez más habituales con el aumento de los divorcios–, a familias migrantes que se enfrentan a la dificultad de vivienda y empleo –a principios de siglo en Navarra había 38.741 personas extranjeras, cifra que en la actualidad casi se ha duplicado hasta los 71.441 y de acogida, que este año van a cobrar especial importancia por la cantidad de personas refugiadas que hay en Navarra provenientes, principalmente de Ucrania.
Personas mayores que viven sólas o jóvenes que tratan de rehacer su vida tras la custodia administrativa. Este año volvemos a juntarnos con normalidad tras dos años con las Navidades truncadas por la pandemia de covid-19. Contamos las historias de personas y colectivos reflejo de la diversidad que hoy en día enriquece nuestra sociedad.